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3. LAS CUALIDADES DEL ORADOR FORENSE

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Etimológicamente, esta palabra procede del latín qualitas,-atis, a través del latín vulgar qualitate. Esta voz está compuesta del lexema qual-, homófono a un pronombre relativo de tercera persona y del morfema derivativo -(i)tas, -(i)tatis, que aparece en castellano como -(i)dad y que sirve para construir sustantivos abstractos que aluden a la esencia o a la forma de ser un grupo de seres vivos u objetos. De este modo, si hispanidad alude a un conjunto de esencias propias de aquellos que viven en países donde se habla español y verdad a aquellos hechos que tienen la característica de ser verídicos (vera en latín), cualidad se refiere al mismo hecho de tener una determinada característica o forma de ser9).

No obstante, es necesario hacer una precisión respecto al uso de la palabra «cualidad». En el caso de seres humanos, el concepto de cualidad está ligado al de excelencia y las características a las que se alude son, generalmente, positivas. Por ello, hablaremos de las cualidades del orador, partiendo de la base de que nos estamos refiriendo a características que evidencian el grado de excelencia en un aspecto concreto del orador, bien sea en el ámbito físico, intelectual o moral.

Hecha esta precisión, debemos significar que las cualidades que a continuación se recogen constituyen un elenco de virtudes que considero debe alcanzar el orador excelente, por lo que huelga decir que será difícil encontrar a un profesional que conjugue todas y cada una de las mismas. Todo lo más, es posible que conozcamos a un compañero que se acerque a este modelo idealizado, pero la realidad será que nos encontraremos con abogados que destaquen en algunas cualidades más que en otras, pero nunca en todas a la vez. Si es así, insisto, será la excepción.

Esto nos lleva a considerar como propósito de este apartado hacer al abogado reflexionar sobre el grado de impregnación que tienen estas cualidades en su comportamiento profesional para, a modo de trabajo de crecimiento, mantener y conservar aquellas en las que destacamos y mejorar las que constituyen nuestros puntos débiles.

Respecto de la clasificación que vamos a emplear, entiendo que es la que más se ajusta a los criterios seguidos por la mayoría de los autores que han tratado la materia, tanto en la oratoria general como en el género forense.

Finalmente, precisar que considero que todas las cualidades propias del abogado como profesional del derecho, independientemente de su actividad forense, podrían formar parte de esta clasificación. Sin embargo, vamos a ocuparnos de aquellas directamente relacionadas o que tengan repercusión en el debate oratorio. Igualmente, como se verá al avanzar en la obra, las características del informe oral o del estilo forense, pueden transmutarse perfectamente como cualidades del orador, por lo que sin perjuicio de su reflejo en este apartado, habrá que considerar al estudiar aquellas materias la vinculación de dichas cualidades a las que adornan al orador forense.

Con la Venia, Manual de oratoria para abogados

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