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Luis Jiménez de Asúa (1889-1970)

Luis Jiménez de Asúa fue un jurista y político español que desempeñó los cargos de vicepresidente del parlamento español y representante de ese país ante la Sociedad de Naciones. Catedrático de derecho Penal de la Universidad Central de Madrid, tuvo una intensa actividad política como diputado en varias legislaturas y como ministro de la República15). Llegó a ser presidente de la II República en el exilio (durante el período franquista se exilió a Argentina). Tuvo un papel principal en la elaboración de la Constitución de la II República y en otras importantes leyes de aquel período.

Luis Jiménez de Asúa era un verdadero especialista en derecho penal con un conocimiento casi inabarcable de la materia criminal. Examinar su bibliografía es una experiencia que provoca vértigo por la ingente acumulación de saber que ello conlleva. Durante ocho años ejerció como abogado de renombre y fama, actividad que desarrolló junto con una incansable actividad de conferenciante.

El texto que a continuación trascribimos16) constituye el epílogo del informe que pronunció en un caso sobre el secreto profesional en el sector periodístico, texto en el que tras una primera lectura se comprueba la pátina de un genial orador. El resultado de la causa concluyó con sentencia de absolutoria dictada el mismo día de la celebración del juicio por el Tribunal de Urgencia de Madrid.

«Si nosotros quisiéramos hacer funcionar los meros conceptos formales del tipo contra la esencia misma del concepto jurídico, daríamos sí, mucho valor al Derecho, como forma, pero le haríamos perecer como función.

Los señores Magistrados tienen la forzosa obligación de encontrar en los códigos penales medios para que la injusticia no prospere, para que las gentes sepan que el derecho es lo justo, lo justo y no la injusticia, que se repara con un indulto después de dictarse la condena.

No. Es absurdo condenar y tender luego la mano al penado, diciéndole: "No había más remedio que condenarle a usted porque la ley lo manda; pero yo hubiese hecho igual; todos nosotros hubiéramos hecho igual" Si la norma de cultura le absuelve, el Derecho ha de absolverle también, para que las gentes no puedan pensar que las leyes son injustas.

Por eso termino, con encendido convencimiento, solicitando la libre absolución de mi patrocinado, con todos los pronunciamientos favorables»

Con la Venia, Manual de oratoria para abogados

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