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3.1. CUALIDADES FÍSICAS

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3.1.1. Buena salud física y psíquica

Para actuar en el foro, el orador necesita disponer de una buena salud física y psíquica, ya que las manifestaciones propias de una salud deficiente pueden menoscabar seriamente su labor en detrimento de la calidad de las exposiciones del orador forense. Lógicamente, con ello no queremos decir que para ser un buen orador se haya de estar completamente sano, sino que es muy recomendable que su intervención forense se realice en condiciones óptimas, pues un simple resfriado o un dolor de muelas pueden indisponerlo y perjudicar la dicción, claridad de ideas, capacidad de reacción, etc. Naturalmente, es recomendable tanto el seguimiento de hábitos saludables y la asistencia periódica a consulta médica con finalidad preventiva como reconocer nuestras limitaciones de salud y valorar su efecto sobre nuestra habilidad oratoria, puesto que una enfermedad física grave que afecte la dicción o un desequilibrio psíquico importante será incompatible con la oratoria.

3.1.2. Presencia

Hoy en día, la imagen que transmitamos es primordial, ya que ayuda a resaltar nuestra personalidad, siendo aquella el elemento que determina la primera impresión que causemos en los demás. Un buen orador debe proyectar una imagen de seriedad, responsabilidad y confianza. Ahora bien, cuando hablamos de imagen, mejor dicho, de buena imagen, hemos de apartar el pensamiento de ideales de belleza, pues en estos casos nos estamos refiriendo simplemente a seguir unas reglas y normas sencillas en el vestir y en el aseo que nos permitan mostrar una imagen normal que no llame la atención, pero que resalte los aspectos indicados.

La materialización principal de la presencia se produce a través del vestuario que elijamos, el cual debe al menos cumplir dos reglas:

1º- Debe adecuarse al contexto en el que se van a usar y por tanto acordes con la ocasión. En el caso de los oradores debe primar la elegancia, limpieza y una correcta combinación de prendas y/o colores. Recordemos que el vestido resalta nuestra personalidad, formalidad y pulcritud10).

2º.- Las ropas reflejan nuestra edad, posición social, profesión, ingresos, e indicios sobre nuestra personalidad.

La apariencia creada a través del vestuario, como reconocen numerosos estudios, puede influir sobre la Justicia. De hecho, en más de una ocasión, los jurados se han visto influenciados por la apariencia o aspecto físico a la hora de tomar una decisión.

Relacionado con la presencia se encuentra el aplomo y dignidad que deberá proyectar el abogado en el foro, por lo que nunca deberá mostrarse con aire encogido. La pusilanimidad debilita la fuerza persuasiva del informe y, sin mengua de la consideración y del respeto debido al Tribunal y a las partes, el orador forense ha de tener presente que no es ni un superior ni un subordinado, en cuanto tal orador, sino el portavoz de un derecho autónomo, el de la libertad de defensa. Vicente Gella.

3.1.3. Comunicación

El orador forense debe de emplear adecuadamente el lenguaje auxiliándose de las reglas y normas que mejoran el uso de la voz, la pronunciación, el estilo, los ritmos, etc.., es decir, de las reglas de comunicación oral. Igualmente, deberá dominar las reglas de la comunicación no verbal, empleando el lenguaje corporal para conseguir los objetivos previstos (silencios, miradas, uso de las manos, movimientos del cuerpo, contacto visual, etc…)

En definitiva, el adecuado empleo de las normas de la comunicación dará lugar a que el orador sea un gran comunicador: elocuente, imaginativo e ingenioso, lo cual es fundamental ya que en el foro se producen numerosas situaciones en las que los abogados deben comunicar con eficacia, tales como los interrogatorios, las aclaraciones al Juez o a las partes, el informe oral, etc…

Con la Venia, Manual de oratoria para abogados

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