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USO DE LAS FUENTES

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La pérdida de las fuentes, tanto griegas como latinas, de Séneca no permite ulteriores precisiones sobre la identidad de sus modelos y, al mismo tiempo, nos obliga a ser extremadamente cautos a la hora de valorar el uso que ha hecho de ellas, tanto respecto al grado de independencia como al de fidelidad a las mismas. Con todo, creemos que pueden apuntarse con altas dosis de verosimilitud unas características generales.

En primer lugar, destaca sobre las demás la independencia crítica de Séneca. En contra de lo que se ha venido afirmando tradicionalmente, Séneca no es un mero repetidor mecánico de teorías ajenas. Aun admitiendo que la mayoría de las teorías expuestas y defendidas por Séneca son de origen griego y que numerosos argumentos esgrimidos a favor o en contra pudo encontrarlos en las fuentes, no es cierto que Séneca los siga pedisecuamente, sino que las analiza y valora a la luz de sus conocimientos y experiencia, siguiendo un criterio totalmente personal que lo lleva a distanciarse de Posidonio, Aristóteles, Teofrasto o de cualquier otro de los grandes sabios griegos, incluidos los estoicos 235 .

Incluso en la exposición de las diversas teorías dista mucho de ser un mero transmisor de palabras y datos ajenos, sino que con frecuencia las revive desde el punto de vista del autor, improvisando citas (o, mejor, seudocitas) textuales 236 , exponiéndolas a su manera, adaptándolas constantemente a su estilo dialogado, que le lleva a hacer uso del adversario ficticio, incluso cuando cede la palabra a sus oponentes para exponer sus propios argumentos 237 .

Pero no sólo en la forma de la exposición sino también en el contenido se deja notar la mano de Séneca, que pone tanto calor en la exposición de las doctrinas ajenas que acaba completándolas y enriqueciéndolas con nuevos argumentos, observaciones y experiencias 238 .

Desde el punto de vista de la ciencia moderna, se trata de una característica que difícilmente puede ser calificada de positiva. Pero es que Séneca carece del prurito de la exactitud filológica. Lo que le interesa es, exclusivamente, exponer y analizar ideas, atento a su fin principal, que es descubrir las leyes eternas de la naturaleza. El resto para él es pura erudición y pedantería. Es la misma actitud que le lleva a ocultar el nombre de sus fuentes, especialmente cuando está de acuerdo con ellas 239 . Pero se trata, al mismo tiempo, de una característica que, por lamentable que sea desde el punto de vista moderno, demuestra la gran diferencia de enfoque de su obra y el de las obras doxográficas, en que, tanto estén ordenadas por autores como por materias, la atribución de cada doctrina a su autor es característica consustancial a las mismas.

Esta misma falta de rigor o exactitud se refleja con frecuencia en el contenido de las citas. Un atento cotejo de las citas senecanas de las varias teorías con otros testimonios conservados demuestra la inexactitud de la mayor parte de los testimonios doxográficos de nuestro escritor. Puede ser que este defecto dependa de que muchas de sus citas son indirectas, y cabe la posibilidad de que algunas teorías antiguas estuvieran ya deformadas en ellas. Pero no puede excluirse que fuese el propio Séneca el que las plegara deliberadamente a sus intereses 240 .

Todo esto, naturalmente, impone límites a la fiabilidad de los testimonios doxográficos de las NQ y exige grandes cautelas a la hora de usarlos para reconstruir la historia de la meteorología antigua. Y, desde nuestro punto de vista, esto es algo que no podemos por menos de lamentar. Pero, analizada en su propio contexto, creemos que esta característica no empaña el mérito fundamental de Séneca: su esfuerzo intelectual por penetrar en los secretos de la naturaleza.

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