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LA ÉPOCA MODERNA
ОглавлениеLa obra de Séneca fue sobre todo apreciada en los ambientes científicos del siglo XVII , especialmente entre los conservadores como es el caso de Liberto Fromondo, profesor de filosofía y teología en Lovaina y meteorólogo de la vieja escuela, que escribió un amplio comentario exegético y crítico sobre las NQ , publicado por primera vez en la edición senecana de Lipsio y reimpreso en ediciones posteriores. Escribió también un tratado de meteorología (Meteorologicorum libri sex , 1627, reeditado con modificaciones en 1639), en el que estudiaba la meteorología con criterios tradicionales, citando y discutiendo a Séneca entre una larga lista de autores, que iba desde los presocráticos hasta los autores contemporáneos. Pero pocos años después de la primera edición de los Meteorologica de Fromondo, la introducción de nuevas técnicas experimentales, nuevas observaciones y teorías iban a producir una verdadera revolución en este campo, dejando completamente trasnochada la meteorología antigua y haciendo que los científicos se fueran desinteresando paulatinamente de la obra de nuestro filósofo 315 .
No obstante, las NQ son también citadas y discutidas por autores modernos como Galileo, Kepler, Mario Guiducci, Pierre Bayle y otros 316 . La presencia de las NQ de Séneca se detecta, además, en diversos tratados y composiciones eruditas del campo físico, astronómico, médico, químico y geológico (sobre todo en la sección dedicada a los terremotos) 317 .
Tampoco faltan testimonios de la recepción de las NQ en el ámbito filosófico. Ecos de las NQ se perciben en filósofos como Leibnitz, Gassendi, Descartes, Pascal, Giambattista Vico y otros. Y la obra de Séneca también goza de cierto aprecio entre los filósofos franceses de la Ilustración (Diderot, Voltaire, La Metrie, etc.) y entre los filósofos alemanes del siglo XIX (Shopenhauer, Feuerbach, Shelling, etc. 318 ).
En el ámbito literario se encuentran huellas de las NQ en el Vesuuius de Martin Opitz (1633) 319 y en John Milton, que en su libro Sobre la educación (On education , 1644) recomendaba la lectura de esta obra de Séneca 320 . También el barroco español ofrece diversos ejemplos de recepción de esta obra. Por ejemplo, en la Providencia de Dios (1641) de Francisco de Quevedo encontramos la traducción de algunos pasajes conocidos sobre Dios, la fortuna y el hado (I praef . 13-14, nat . III praef . 7, II 38-3 y 45,1-3) 321 . La presencia de las NQ todavía es perceptible a finales del XVIII y principios del XIX en autores como Goethe y Leopardi. Goethe, que mostró escasísimo interés por las obras filosóficas de Séneca y que criticó las partes morales de las propias NQ , se interesó en varias ocasiones por el contenido científico de esta última obra. En su estudio sobre los colores (Zur Farbenlehre , 1810), las NQ son citadas frecuentemente, analizadas con escrupulosidad y juzgadas de modo sustancialmente positivo 322 . También el poeta, filósofo, filólogo y erudito italiano Giacomo Leopardi utilizó las NQ especialmente en dos escritos juveniles: la Storia della astronomia (1813), y el Saggio sopra gli errori popolari degli antichi (1812-1813) 323 .
A partir de este momento la fortuna de Séneca coincide, en gran medida, con la filológica 324 . Pero tampoco la filología mostró durante mucho tiempo un especial interés por esta obra de Séneca, que con razón ha sido calificada como «la menos leída y apreciada» de las obras de su autor 325 . Esta situación, sin embargo, ha cambiado radicalmente en los últimos cincuenta años, en los que no sólo han aparecido diversas e importantes ediciones y traducciones de su texto, sino que especialmente, se han publicado numerosos estudios que han servido para revalorizarla y que nos permiten un conocimiento de ella muy superior al que se tenía en épocas recientes.