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XI . RECEPCIÓN LA ANTIGÜEDAD
ОглавлениеEn contraste con la enorme influencia que ejercieron a través de los siglos tanto la filosofía moral como el teatro de Séneca, las NQ no gozaron ya desde la Antigüedad más que de una muy discreta fortuna 284 y es razonable suponer que su conservación depende más de sus prólogos y epílogos y de la alta reputación de su autor como moralista que de sus méritos como científico.
Son escasos, en efecto, los autores antiguos de los que se puede asegurar un conocimiento y utilización directa de las NQ , y, exceptuando el poema Aetna , cuyas relaciones con la obra de Séneca son controvertidas 285 , todos ellos comparten la característica de caer fuera del campo estrictamente científico. Merecen citarse especialmente tres.
En primer lugar Lucano, sobrino de Séneca y miembro del círculo estoico al que estaban especialmente dirigidas las NQ , que pudo conocer la obra de su tío incluso antes de su publicación 286 o, al menos, inmediatamente después. Huellas de las NQ son especialmente perceptibles en la descripción de la terrible tormenta que se abate sobre el ejército de César en España (cf. Lucan. IV 76-117 y Sen. nat . III 27-30) 287 , y en la digresión sobre la crecida del Nilo (X 219-331), que parece inspirada en la sección científica del libro IVa y podría incluso conservar alguna huella de la parte perdida de este libro 288 .
No va a ser hasta el siglo IV cuanto volvamos a encontrar ecos precisos del texto de Séneca, esta vez en varios pasajes de los libros XXII y XXIII de las Historiae de Amiano Marcelino 289 , aunque la enorme libertad con que el historiador trata el texto de Séneca da pie a la hipótesis, quizás innecesaria, de un intermediario.
Y todavía hemos de esperar hasta finales del siglo VI para encontrar nuevas huellas del texto de Séneca en el escritor bizantino Juan Lorenzo de Lidia, autor de una obra erudita sobre las principales fiestas del calendario romano, De mensibus , en la que compendió, directa o indirectamente, la doxografía senecana sobre la crecida del Nilo 290 .
Por el contrario, no hay pruebas seguras de que la obra de Séneca haya despertado interés entre los escritores científicos o, al menos, interesados en lo que podríamos llamar la «historia de la naturaleza». No consta, desde luego, que las NQ fueran utilizadas por Plinio el Viejo, que ni siquiera las cita entre sus fuentes, aunque quizás este hecho no deba extrañarnos, dada la profunda diferencia de orientación y objetivos que caracterizan ambas obras 291 . Y posiblemente son estas mismas las razones que explican que la obra de Séneca no fuera conocida por los autores de tratados y enciclopedias científicas de finales de la Antigüedad o principios de la Edad Media como son las obras de Marciano Capela, Boecio, Isidoro de Sevilla y Beda.
Resulta difícil saber, sin embargo, si esto se debe a la distinta orientación de estas enciclopedias y manuales o al poco aprecio de Séneca como científico, del que podría ser un indicio el famoso (y controvertido) juicio de Quintiliano 292 , quien, a la vez que alaba a nuestro filósofo por la magnitud de sus conocimientos, lo acusa de numerosas equivocaciones imputables a la negligencia de los ayudantes que utilizaba para sus investigaciones.
Fuera ya del ámbito estrictamente científico, se ha señalado algún eco en autores como Plinio el Joven, Tácito, Suetonio 293 y Juvenal, pero los indicios son débiles y se trata, por lo general, de semejanzas vagas o coincidencias poco significativas, que no reflejan un verdadero interés por la obra de Séneca.
Tampoco entre los autores cristianos, pese al notable aprecio que sintieron por el mensaje filosófico de Séneca, a quien llegaron a considerar casi uno de los suyos, encontramos ecos especiales de las NQ . No puede excluirse, sin embargo, completamente una utilización implícita de las mismas en autores como Novaciano, Cipriano, Arnobio, Ambrosio, Agustín y otros pero se trata de similitudes muy vagas, que podrían explicarse como simples tópicos o por la utilización de fuentes comunes.
Pequeñas huellas de las NQ se han señalado, también, en la Alethia de Claudio Mario Víctor 294 y en la De spiritalis historiae gestis de Avito de Vienne 295 pero, en conjunto, no parece que la Antigüedad tardía haya tenido en gran estima las NQ .