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EL HUMANISMO

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Falta aún por escribir la historia de la recepción de las NQ entre los humanistas. Parece, sin embargo, que entre ellos su fortuna también fue escasa.

Es verdad que ya en el prerrenacimiento las NQ eran conocidas por Petrarca (y quizá ya antes por Dante) y también por Bocaccio y otros representantes del prehumanismo florentino, pero la presencia de citas de las NQ en los escritos de los humanistas tiene por lo general carácter episódico y poco significativo.

La menor fortuna de las NQ respecto a las obras filosóficas en el prehumanismo es acorde con el papel marginal asignado a la investigación natural en la cultura humanística, al menos hasta la segunda mitad del siglo XV . Y posiblemente tuvo mucho que ver con ello la superioridad otorgada en esa época a Aristóteles tanto en el campo filosófico-moral como, especialmente, en el científico. Los Meteorológicos de Aristóteles estuvieron disponibles en Occidente a partir del siglo XII en la traducción latina (del árabe), obra de Gerardo de Cremona, y, si bien en un primer momento, Séneca mantuvo cierta importancia no sólo por sus críticas a Aristóteles, sino, sobre todo, como fuente de información sobre pensadores antiguos, poco a poco ganaría el pulso la obra de Aristóteles, favorecida por su más riguroso tratamiento científico de la materia.

Y esta situación se mantiene, al menos, en los siglos XV y XVI . La escasa fortuna de las NQ respecto a otras obras de Séneca se manifiesta ya en el notable retraso de su editio princeps (Venecia 1490) respecto a las obras filosóficas (Nápoles 1475). Por lo demás, su presencia en la cultura humanística de la primera mitad del siglo XV es escasa. Aunque se encuentran ecos de ella en autores como Lorenzo Valla o Policiano 306 y algún otro, en conjunto las citas no demuestran un particular interés por esta obra, a la que se recurría como texto de consulta para problemas científicos y léxicos. La presencia de las NQ es, en cambio, especialmente perceptible en la Physiologia Stoicorum (Amberes, 1604) del humanista y filólogo Justo Lipsio, fundador del llamado neoestoicismo cristiano 307 . Las numerosas citas de las NQ demuestran que Lipsio estaba especialmente interesado en el concepto senecano de Dios 308 .

Y no muy diferente es la situación en España, donde son escasas las huellas de las NQ , pese a que no faltan ejemplos concretos de su conocimiento. Así, por ejemplo, Blüher, en su estudio sobre la recepción de Séneca en España, señala leves influencias en círculos teológicos del siglo XV 309 , en Luis de Granada, Pedro de Rivadeneira, Quevedo y Gracián. Esta influencia se percibe, incluso, fuera del ámbito teológico, en la obra del médico salmantino Enrique Jorque Enríquez, que en su De regimine cibi atque potus (Salamanca 1594) se sirve de la autoridad científica de Séneca (nat . 2,10) para afirmar la frialdad del aire 310 . Cabe señalar finalmente que extractos de las NQ fueron traducidos por Alonso de Cartagena a principios del siglo XV 311 , pero se echa en falta una traducción española completa de esta obra entre los humanistas.

Capítulo aparte dentro de la recepción humanística de las NQ merece la influencia que ejerció en el descubrimiento de América. Entre los diversos pasajes de obras clásicas que llevaron a Colón al convencimiento de que podía llegar a la India por el oeste destaca nat . I praef . 13, donde Séneca afirma que para ir de España a la India se requiere sólo una travesía de pocos días. Se trata, con toda probabilidad, de un error de interpretación, pues Séneca está pensando más bien en una travesía del mundo habitado del extremo occidental al oriental 312 . Pero se trata de un error que no es exclusivo de Colón 313 y que demuestra, más que un verdadero interés por el contenido científico de las NQ , el enorme prestigio de que gozaba Séneca como profeta cristiano en esta época 314 .

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