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XIII . EDICIONES Y TRADUCCIONES PRINCIPALES EDICIONES 338
ОглавлениеLa edición príncipe de las NQ se publicó en Venecia en 1490 en el seno de la edición completa de las obras de Séneca cuidada por Bernardino de Cremona y Simón de Luero, reeditada en varias ocasiones 339 . A ella sigue, todavía en el siglo XV , la edición (ya independiente) de Amoldo de Colonia (Leipzig, circa 1492-1495).
Ya en el siglo XVI se publica, también entre las obras completas del filósofo, la primera edición de Erasmo (Basilea, 1515).
Un notable avance en la constitución del texto supone la sucesiva edición, independiente, de Mateo Fortunato (Venecia, 1522), cuyas enmiendas y conjeturas todavía son hoy frecuentemente citadas en el aparato crítico de las distintas ediciones. Su importancia fue reconocida públicamente por el propio Erasmo, que, además, confiesa sus deudas con ella en su segunda edición (Basilea, 1529, reimpresa con escasas modificaciones, a título póstumo, en 1537). muy mejorada respecto a la primera 340 .
Todavía dentro del siglo XVI se publican dos nuevas ediciones dignas de mención, la de Mureto (París-Roma, 1585) y la de Grutero (Heidelberg, 1593).
En el siglo XVII destacan las ediciones de Justo Lipsio (Amberes, 1605, reeditada en numerosas ocasiones) y de Gronovio (Leiden, 1649, acompañada de Notae , y, después, Ámsterdam 1658).
Durante el siglo XVIII continúan apareciendo nuevas ediciones (como la de Oleario, en dos vols., Leipzig, 1702), que no suponen avances sustanciales en la constitución del texto.
A lo largo del siglo XIX aparecen, sucesivamente, las ediciones de Ruhkopf (con comentario, Leipzig, 1811), de Koeler (Gotinga, 1819 341 ), de Fickert (Leipzig, 1845) y de Haase (Leipzig, 1852), que sería durante cincuenta años la edición canónica de las NQ , hasta la publicación, ya en el siglo XX , de la edición de Gercke (Leipzig, 1907), la primera edición crítica en el sentido moderno de la palabra, basada en una rigurosa y sistemática colación de los manuscritos 342 , que ha servido de base a la mayoría de las ediciones posteriores y que todavía hoy continúa siendo fundamental para la constitución del texto de las NQ .
Después de Gercke, las NQ han sido objeto de varias ediciones, todas ellas de gran calidad.
En primer lugar, la de P. Oltramare (París, 1929), con traducción francesa, que, aun sin presentar grandes avances en la constitución del texto respecto a la edición de Gercke, representa un innegable paso adelante, pues tiene el mérito de revalorizar las lecturas del códice Z, así como simplificar el aparato crítico y completar o rectificar numerosas lecturas del sabio alemán.
Menos novedades aporta la sucesiva edición, con traducción inglesa, de Corcoran (Londres - Cambridge, Mass., 1971-1972), basada en la edición de Oltramare, que se beneficia, especialmente, de algunos estudios críticos recientes como los de Axelson (1923, 1939) y de Alexander (1948).
En 1979 se publica en España la primera edición crítica de las NQ con traducción española y notas de C. Codoñer. Basada en la edición de Gercke, aporta la colación de ocho manuscritos (cinco de ellos españoles), incluye un importante número de conjeturas personales en el texto o aparato y contribuye a eliminar algunos pasajes corruptos así como a consolidar y confirmar el texto establecido por el filólogo alemán.
En 1989 ve la luz la edición, con traducción italiana y un amplio y erudito comentario, de D. Vottero (Turín, 1989), basada también en la de Gercke, a la que incorpora numerosas enmiendas, resultado de un profundo examen de toda la traducción manuscrita que se refleja en una amplia nota crítica de más de ochenta páginas 343 .
En el año 1996 se publica, como coronación de una larga serie de estudios críticos 344 , la edición de H. M. Hine (Stuttgart y Leipzig, 1996), que supone un mayor avance en la constitución del texto después de la de Gercke, a la que sustituye en la editorial Teubner y que se ha convenido, desde su publicación, en la edición de referencia de las NQ . La edición de Hine se impone en general por el rigor de sus criterios, aunque nos sorprende a veces con sus audaces conjeturas.
Finalmente, ya en el siglo XXI , ha aparecido la edición, con traducción italiana y comentario, de P. Parroni (Milán, 2002), basada en la de Hine, pero apoyada en una nueva colación de los principales manuscritos, que corrige en numerosas ocasiones el texto del filólogo inglés (especialmente en el caso de sus atrevidas conjeturas) con propuestas sensatas y rigurosas.