Читать книгу La vida instantánea - Sergio C. Fanjul - Страница 36

12 de mayo de 2017 · 138 likes

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Ayer llegó Mamá Peligro para pasar unos días en la capital. Fui a buscarla a Atocha y cuando veníamos camino a casa, llevando yo muy amablemente su trolley, me di cuenta de que con el coñazo que estoy dando últimamente con la turistificación salvaje del barrio y con las maletas trolley, ahora alguien me podría confundir a mí mismo y a mi señora madre con turistas recién llegados caminando hacia su Airbnb. A vivir su auténtica experiencia lavapiesera.

Me dio vergüenza pasar por delante de todas esas terrazas de Argumosa, donde mis conciudadanos me reconocen y me admiran, donde ven en mí un referente moral, así que traté de poner cara de vecino, cara de «no es lo que parece, vivo aquí, puedo explicarlo: solo vengo de recoger a mi madre en Atocha», y me di cuenta de lo difícil que es poner cara de vecino, que es como una cara de tranquilidad, de satisfacción, de total falta de novedad, de esto ya me lo he visto yo muchas veces, todos los días, porque vivo aquí, aquí mismo, un poco más allá, en aquel portal, te lo juro.

Pensé en comprar el pan, o algo, o en hilvanar un chotis rapidito. En fin, no sé qué cara me habrá salido al final, seguro que una mezcla de terror y estreñimiento a juzgar por el asombro con el que me miraban mis conciudadanos desde las terrazas, y no sé si la cosa funcionó, porque un grupo de daneses nos hizo señas para que nos acercásemos a sentarnos con ellos, como compatriotas en tierra extraña, y eso que mi madre y yo somos agitanados, pero el trolley nos hacía parecer de Copenhague. Total, que corrimos a casa y decidimos no salir nunca más con la maleta, lo que hará que de ahora en adelante viajemos con lo puesto, y además le ahorrará al planeta recursos y energía. Enfilemos de una vez la necesaria senda del decrecimiento.

La vida instantánea

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