Читать книгу La vida instantánea - Sergio C. Fanjul - Страница 38
17 de mayo de 2017 · 37 likes
ОглавлениеAh, los pajarracos, los vi el otro día sobrevolando las señoriales cúpulas del barrio de Goya, se recortaban en negro veloz contra el cielo herido de Madrid al atardecer. No sé lo que son, si vencejos, o gorriones u oscuras golondrinas, el caso es que no se enteran de nada, los pajarillos, uno los mira desde la parada del C1 Circular que viene con retraso, sentado al lado de una maquilladora de El Corte Inglés que acaba la jornada kilométrica y regresa a su hogar en el cinturón sur, y que no se sabe si tiene cara de morir o de matar. Los pájaros lo ignoran todo (y eso que dicen que dentro de cada poema hay un pájaro, y viceversa), están siempre revoloteando en extrañas órbitas espirales en un plano superior de la ciudad: aquí abajo transcurren los problemas humanos y sus soluciones químicas.
Yo creo que esos pájaros acrobático-suicidas que veo son siempre los mismos, que son los que me siguen a mí, que me conocen, y que siempre revuelan a mi alrededor. Cuando cojo el C1 Circular siguen al autobús, pero, es más, cuando cojo el metro ellos siguen la trayectoria del tren subterráneo desde las alturas, al otro lado del asfalto, como atraídos por una extraña fuerza zoológico-magnética. Cuando duermo se echan a dormir justo encima de mi cuerpo, en la azotea, y comen cuando yo como y sufren cuando yo sufro. Cuando vuelo en avión por fin los supero en altura y velocidad, jodeos, alados animales, pero aun así emigran concienzudos hasta llegar a su destino transatlántico, en el que me tomo un daiquiri, que es un pájaro líquido.
Quizá cada uno de nosotros tenga sus propios pájaros y cuando morimos se queden volando sobre nuestra tumba, y si nos incineran y tiran nuestras cenizas por ahí, y son desperdigadas por el viento, también se desperdigan ellos, los pájaros, y se les rompen todos los huesos y caen, cataplof, sobre la tierra, muertos.