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24 de mayo de 2017 · 72 likes

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Hoy se reúnen el papa Francisco y Donald Trump, representantes en la Tierra de Dios y del Diablo. Se reunirán en el Vaticano, supongo que en un despacho más o menos austero, más o menos historiado, rodeados de intérpretes y subalternos. Sin embargo, yo me los imagino reunidos, de pronto, en un espacio vacío, todo blanco, la pura nada, sin arriba ni abajo, ni izquierda y derecha, ni antes o después, ni ninguna otra dimensión espaciotemporal. Trump y Francisco flotan en ese vacío. Francisco comienza echándole en cara a Trump lo del muro de México, que «no es cristiano». Y Trump hace su primer ataque.

—America fiiiiiiiiirst!!!

De su dedo sale un rayo cósmico que se enfila hacia el pontífice y que el pontífice, milagrosamente (claro), consigue esquivar. En vista de que han comenzado las hostilidades, ambos hacen aparecer sobre su cuerpo sus armaduras de combate, rollo Caballeros del Zodíaco. Es el turno del papa, que lanza una Doble Hostia Voladora Sagrada, pero Trump se agacha y recontraataca con su Puño de Detroit Industrial, que le da a Bergloglio en pleno crucifijo. El papa está dañado, pero toma aliento con rapidez y lanza su Rosario de la Aurora Anti-Abusos Sexuales, que impacta de lleno en la tripa de Trump. Al POTUS se le cae el peluquín pero enseguida se lo lanza al papa a velocidades ultrasónicas convertido en el Genuine Vidal Sassoon Ultra Attack. Lo cierto es que el sumo pontífice tiene ahora un buen problema. Parece que el tiempo se detiene mientras ese peluquín mortal avanza hacia él irremediablemente. Pero, gracias a Dios, en el último momento coloca su Escudo Bendito con Choripán y Trump recibe, de rebote, su propio ataque, quedando noqueado.

El presidente de Estados Unidos está ahora cabizbajo, mareado, renqueante, es un pelele delante de Francisco. Los ojos del papa se ponen en blanco y todo su cuerpo empieza a ser recorrido por rayos azulados, al tiempo que su mitra se vuelve dorada, señal de que se ha convertido en un supersaiyajin (o superpapín). Toma carrerilla y en dos metros entra en el hiperespacio para salir justo delante de Trump y propinarle, en cámara ultralenta, un Blessed Uppercut lleno de Verdadero Amor de Dios LETAL.

Trump cae destruido en el propio vacío. Dios ha ganado, como siempre ganará.

En la rueda de prensa posterior, ambos declararán que ha sido un encuentro «cordial a pesar de sus diferencias en algunos asuntos».

Amén.

La vida instantánea

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