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LOS PRINCIPIOS DE LA TCC

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Antes de que empieces tu viaje por la TCC, echemos una ojeada a algunos de sus principios básicos. Estos te servirán de guía en el camino hacia la práctica efectiva.

La TCC enfatiza la colaboración y la participación activa. La TCC funciona mejor cuando se adopta un papel activo para definir los objetivos del tratamiento y decidir cómo avanzar hacia ellos. La práctica de la terapia, dirigida por un terapeuta o por un recurso como este, aporta los conocimientos acerca de los principios y las técnicas generales, pero exige colaboración para adaptar esos componentes a tus necesidades específicas.

La TCC está dirigida por objetivos y se concentra en problemas específicos. Una parte crucial del trabajo en la TCC es definir el problema, lo que hace que este sea más manejable. Definir objetivos claros que sean importantes para ti es un paso estrechamente relacionado con el tratamiento. Estos objetivos centrarán tu energía y estimularán tus esfuerzos a medida que trabajemos para lograrlos.

La TCC está enraizada en el aquí y el ahora. Mientras que algunas terapias se concentran sobre todo en los sucesos de la infancia, la TCC se centra en cómo los propios pensamientos y las propias acciones en el presente pueden ser parte de las luchas constantes y cómo cambiar esos patrones puede ser útil. Aunque la TCC considera importantes las experiencias de los primeros años de la vida, su énfasis en el presente la convierte en un tratamiento capaz de empoderarte, al centrarse en factores que puedes controlar.

La TCC pretende enseñarte cómo ser tu propio terapeuta. Con esta terapia aprenderás unas cuantas habilidades básicas que te ayudarán a manejar los asuntos que te llevaron a ella. Con la práctica, puedes aplicar estas técnicas por ti mismo, incluso cuando surjan dificultades nuevas. La TCC es un tipo de tratamiento al estilo «enseña a una persona a pescar» y sigue estando contigo una vez que la terapia ha terminado.

La TCC enfatiza la prevención de la recaída. Aprender cómo continuar estando bien forma parte integral de la TCC. Al comprender los factores que contribuyen a tu ansiedad, depresión u otros problemas, podemos estar atentos a los signos que indican una posible recaída. Por ejemplo, una mujer que se recupera de la depresión puede ser consciente de una tendencia a retirarse de las actividades que le hacen sentirse bien. Esto constituye la razón de que los índices de recaída en la depresión y la ansiedad sean menores con la TCC que con la medicación. Es fundamental que se sigan practicando los nuevos hábitos de la TCC, del mismo modo que alguien que ha aprendido a tocar un instrumento musical necesitará seguir practicando y tocando para mantenerse preparado.

La TCC es un proceso limitado en el tiempo. La TCC logra su objetivo de proporcionar alivio en un período de tiempo relativamente breve. Por ejemplo, un programa de tratamiento típico para la depresión consta de unas dieciséis sesiones; las fobias, como el miedo a los perros, pueden tratarse de manera efectiva en una única sesión de entre dos y cuatro horas. Los programas de tratamiento más breves pueden también ser motivadores, debido a la sensación de que los objetivos pueden alcanzarse a corto plazo.

La TCC es estructurada. Los elementos del tratamiento en la TCC se presentan en un orden predecible, de manera que las sesiones posteriores se basan en las anteriores. Cada sesión sigue una ­rutina coherente, comenzando con una revisión de cómo ha ido la práctica entre las sesiones para después cubrir el material del día y, finalmente, planificar cómo aplicar ese material en la propia vida durante los días siguientes. Este enfoque organizado constituye una buena parte de lo que hace que la TCC sea una forma de terapia eficiente.

La TCC te ayuda a hacer frente a los pensamientos automáticos negativos. En el corazón de la TCC se halla el reconocimiento de que nuestros pensamientos a menudo nos llevan por mal camino. Tendemos a los pensamientos automáticos negativos, que, como su nombre sugiere, se presentan espontáneamente. La TCC te ayuda a aprender a identificar estos pensamientos automáticos negativos y responder a ellos. Por ejemplo, la persona que deja pasar una promoción podría tener el pensamiento automático negativo «nunca aprovecho una oportunidad». En la TCC, lo primero que aprendemos es a reconocer lo que nuestras mentes nos están diciendo, ya que los pensamientos automáticos negativos pueden aparecer sin que nos percatemos de ello conscientemente. A continuación examinamos la exactitud de los pensamientos. Con la práctica, podemos desarrollar modos más útiles de pensamiento.

La TCC implica una variedad de técnicas. Un impresionante conjunto de técnicas entran en juego en la TCC, desde la relajación hasta la reestructuración cognitiva, pasando por la activación conductual, la exposición y la meditación. Parte del trabajo consiste en descubrir qué técnicas son más útiles para una persona concreta. Hallarás muchas de esas herramientas en los capítulos que siguen y descubrirás cuáles te proporcionan un mayor beneficio. Me gusta organizar las técnicas de la TCC bajo tres encabezamientos: «piensa» (cognitivo), «actúa» (conductual) y «sé» (mindfulness). En este libro, a menudo me refiero a estas tres etiquetas.

Terapia cognitivo conductual fácil

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