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PSICOANÁLISIS DEL DESARROLLO RELACIONAL

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Las investigaciones sobre el desarrollo infantil han apoyado en gran medida a las escuelas analíticas relacionales e intersubjetivistas de la psicología del self, pero todas las escuelas freudianas se han visto afectadas (al igual que las interpersonales, aunque en menor medida). Se han cuestionado las suposiciones psicoanalíticas clásicas fundamentales, especialmente las relativas a la imagen del bebé como solipsista y caótico, los instintos libidinosos y agresivos primitivos y endógenos y las analogías entre la infancia normal y la psicopatología grave. Paralelamente, la técnica clínica se ha ido flexibilizando hacia una visión de la situación analítica como un sistema interactivo cocreado por el paciente y el analista: al igual que el bebé y el progenitor, cada pareja de analista-paciente crea su propia relación única y mutuamente regulada, en la que la comprensión y el crecimiento pueden mantenerse como una empresa conjunta (la cual no siempre es armoniosa o ni siquiera progresa, por supuesto). En consonancia con estos elementos comunes entre el desarrollo del infante y el niño y el proceso psicodinámico, se considera que la acción terapéutica sigue diversas vías. Entre ellas figuran la reactivación de los potenciales de adaptación bloqueados, los efectos directos de las nuevas experiencias, la refutación de las hasta ahora rígidas expectativas sobre las relaciones, etc. Esto contrasta con la posición clásica de que es necesario comprender tras haber interpretado para que exista una verdadera acción terapéutica: la interpretación sigue siendo una táctica poderosa, pero no la única.

Tanto dentro como fuera de la escena psicoanalítica contemporánea han surgido otras perspectivas influyentes : el feminismo y la teoría queer, la entrada de mujeres en la profesión analítica, la teoría crítica, los estudios culturales, la neurociencia, la psicofarmacología, y una serie de factores históricos y político-económicos. (La evolución histórica de las teorías psicoanalíticas del desarrollo y su concepto de los infantes y niños se describe en la primera parte de este libro, en los capítulos del 1 al 5). Al igual que en el desarrollo psicológico, en el movimiento del propio campo analítico hay diferentes dimensiones y situaciones que están en movimiento dinámico. A lo largo de este libro, me baso en la proposición de que los efectos mutuos y entrelazados de los diversos dominios que dan forma a nuestra experiencia se deben considerar en todas sus complejas interacciones. Las facetas históricas, sociales, familiares y biológicas, así como las psicológicas individuales, se transforman entre sí a medida que cambian con el tiempo.

Todo esto se reúne en el término «psicoanálisis relacional-evolutivo».4 Esta frase supone un giro en la visión de que las relaciones son los motivadores y organizadores fundamentales del comportamiento y la experiencia humana, tanto influyendo como siendo influenciados por las experiencias sociales y corporales en sus muchas dimensiones; éstas van desde economía, cultura y vecindario, pasando por la sexualidad, la familia y las relaciones íntimas de todo tipo, hasta los factores orgánicos, incluyendo los celulares y genéticos. Las interrelaciones de todo ello evolucionan con el tiempo a lo largo de cada vida y cultura, en diversas transformaciones e integraciones, más o menos coordinadas y limitadas, tanto dentro de cada persona como entre las personas y sus variados entornos. Se presenta la interacción continua del pasado, el presente y el futuro con todas las diferentes posibilidades y combinaciones progresivas y regresivas imaginables. Con esto en mente, me he sentido atraído por los modelos de sistemas dinámicos no lineales que han surgido en las últimas décadas, y que se han aplicado más recientemente en la psicología y el psicoanálisis. (Estos modelos se elaboran en la última parte de este libro, capítulos del 18 al 20.)

Las relaciones en el desarrollo

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