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6.2. La motivación dentro del juego

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Las características del juego que contribuyen a la motivación de niños y niñas son:

1 El juego es una actividad libre, espontánea, en la que no intervienen refuerzos.

2 Es un medio para que los niños y niñas expresen sus intereses, motivaciones, y actitudes.

3 Es una conducta que produce placer, donde los medios tienen más importancia que los fines.

4 Es una actividad en la que el niño interviene íntegramente. Este aspecto es quizás uno de los más importantes desde una perspectiva educativa.

5 Necesita de determinadas actitudes y escenarios. De hecho, puede observarse cómo los niños se adecuan rápidamente a los distintos escenarios en los que se encuentran y adoptan roles con una asombrosa facilidad.

Cabe ahora plantearnos las diferentes dimensiones en las que el juego interviene en el desarrollo de los chicos y chicas en esta etapa.

En primer lugar, el juego es un factor clave para la maduración motriz. En este sentido, Ovide Declory, quien apostó por crear un ambiente motivador con grupos muy homogéneos basados en la globalización, la escuela activa y la observación de la naturaleza, integró las dinámicas de juego en su propuesta de globalización como medio de evolución en el desarrollo y de aprendizaje.

Casi desde el nacimiento, los bebés consiguen un placer debido al juego por la mera extensión de sus extremidades, la agitación de brazos y pies. Así, poco a poco, estos movimientos se irán ampliando, transformándose en juegos que aumentan su habilidad motriz.


Una de las frases más célebres de Albert Bandura es: “el niño aprende modelando”.

Es estos primeros juegos, es el movimiento el que predomina. Sin embargo, como consecuencia del desarrollo evolutivo, esta situación irá cambiando. La mente, poco a poco, va pasando a tener un papel primordial, denotándose esta transición en la realización de juegos de equilibrio y de aquellos en los que se expone la actividad corporal.

Un estadio importante de la maduración motriz es el desarrollo de la psicomotricidad fina. El juego contribuye de manera directa al desarrollo de esta: juegos de encaje de piezas, uso de elementos de corte como tijeras, etc.

En segundo lugar, el juego es un potenciador de la actividad cognitiva. De hecho, la relación existente entre la estructura mental y la actividad basada en el juego fue ya puesta de manifiesto por Piaget. Esta relación se confirma en la evolución del juego, que va desde juegos elementales fundamentalmente sensoriales a complejos juegos con gran cantidad de reglas que contienen gran variedad de normas que rigen nuestra sociedad. A través del juego surgen nuevos retos, y al solucionarlos el niño va encontrando un equilibrio entre su persona y el mundo físico.

En la pedagogía lúdica, la figura del docente es clave como creadora de ambientes de enseñanza-aprendizaje. Esto lleva consigo una buena organización espacial del aula y del centro escolar, así como una selección y distribución de los medios en esos espacios.


Los juegos son una parte esencial en la infancia de los niños y niñas. El juego motiva.

Es contraproducente un centro con una normativa muy estática sobre el uso espacio-temporal para la actividad lúdica, limitándose la posibilidad de que surja el juego de una forma natural.

Un centro en el que el juego tenga un papel a la vez formativo y motivador debe contar con:

1 Espacios estimulantes en fondo y forma en dos sentidos: un escenario psicológico donde el niño se sienta con seguridad y libertad para actuar; y un escenario con ambientes y objetos que estimulen el juego.

2 Tiempo para desarrollar la actividad de juego.

3 Una colección de juguetes y materiales que den respuesta a las necesidades, intereses, destrezas y ritmos de aprendizaje de los niños y niñas.

4 Un educador que garantice situaciones para que el juego se realice.

En tercer lugar, el juego es un facilitador del desarrollo afectivo. Y es que, en los primeros momentos, todo juego se realiza bajo la supervisión de una persona adulta, creándose un vínculo con esta que conlleva la creación de una relación de afecto. Por tanto, de aquí la significación social que alcanza la actividad del juego.

Se nos plantea el juego como un lenguaje privilegiado del niño, un medio que usará para proyectar sus sentimientos, sus deseos, etc.

De hecho, en psicoterapia son muy usadas las terapias con juegos, ya que los impulsos han sido oprimidos, los deseos reprimidos y las emociones más recónditas se exteriorizan a través de estos. Así, los juegos simbólicos son los más apropiados para ellas, aunque también los de construcción representan en otras ocasiones impresiones psíquicas.

En cuarto lugar, el juego es social en su medio, en su forma de desarrollarse y en sus afectos. Es esta quizás la principal característica que lo define (los juegos tradicionales pasan de generación a generación siempre en situaciones de socialización).

Los pequeños se reagrupan en parejas, tríos, etc., para jugar en situaciones caracterizadas por una armonía casi perfecta. Exploran el medio e imitan la actividad de uno de ellos, que puede por cualquier motivo interesarles más.

Cabe destacar que son muchos psicólogos y pedagogos los que señalan que los juegos de grupo suelen utilizarse para promover el desarrollo cognitivo y moral en los niños.

Habilidades sociales y dinamización de grupos. SSC322_3

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