Читать книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. - Страница 27

CONCLUSIÓN

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El punto de vista católico comprende la importancia de la razón, la voluntad, las relaciones interpersonales y la gracia divina en la vida de las emociones. Disponemos de una capacidad limitada para controlar nuestras emociones particulares. Pero las emociones sí participan en la razón, ya sea: a) cuando una persona desea seguir libremente el control de la razón y desarrolla las disposiciones morales emocionales para hacerlo, o b) cuando los movimientos prevoluntarios espontáneos —que surgen de las disposiciones emocionales adquiridas— empujan a la razón. Las emociones son moralmente buenas o malas, en función de cómo participan y son influenciadas por la razón y la voluntad. En los Evangelios, la propia expresión de las emociones de Jesús, como la ira (Jn 2:15) y la pena (Jn 11:35), nos ofrecen un modelo de integración de la emoción, la razón y la voluntad (Gondreau, 2007, 2009; Titus, 2009). Recurriendo a la sabiduría de la tradición católica cristiana, el Catecismo de la Iglesia Católica (2000) asocia las emociones con el crecimiento en «la perfección moral [que] consiste en que el hombre sea empujado al bien, no solo por su voluntad sino también por su apetito sensible [las emociones], como en las palabras del salmo: «Mi corazón y carne cantan de alegría al Dios vivo» (Ps. 84:2, §1770).

Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II

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