Читать книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. - Страница 35
¿EL CONOCIMIENTO HUMANO ES SIMPLEMENTE UNA CUESTIÓN NEUROLÓGICA?
ОглавлениеLas neurociencias cognitivas han hecho recientemente importantes descubrimientos acerca de la correlación entre la actividad de las regiones cerebrales y la experiencia humana, incluida la acción moral. Uno de los descubrimientos más significativos ha sido que los diferentes circuitos del cerebro apoyan una intuición rápida (percepción, intuición y emoción) en oposición a la cognición reflexiva (discursiva racional) más lenta (Kahneman, 2011). Así, las neurociencias han identificado cómo la emoción se entrelaza con la cognición, y la cognición con la emoción. Por ejemplo, durante el desarrollo en la infancia y la edad adulta, recientes estudios muestran que los circuitos neuronales particulares y globales subyacentes para la agencia moral incluyen no solo cogniciones de orden superior, sino también empatía y emociones (Decety y Howard, 2013). Existen estudios particularmente significativos sobre el desarrollo, en la infancia, tanto de la cognición moral como de la emoción. Por ejemplo, es fácil observar que incluso los niños pequeños tienen nociones de justicia y compromiso en sus juegos e interacciones interpersonales (Hamlin, 2013). Las neurociencias continuarán inevitablemente identificando conexiones: la forma en que nuestro sistema neurológico se integra en todo el cerebro y cuerpo (Siegel, 2012); las regiones del cerebro que soportan la expresión de la intuición intelectual, la cognición moral y la emoción moralmente relevante (Siegel, 2012); e incluso, las neuronas que se correlacionan con la oración y las creencias infusas (Beauregard, 2012).
Aunque es útil de diversas maneras, la correlación de las regiones neuronales y el conocimiento se ha expresado a veces de manera latentemente reduccionista (Damasio, 2010). Esta tendencia sostiene que un modelo cerebral explica la totalidad de la persona y sus experiencias de percepción, emoción, pensamiento y voluntad (Churchland, 2001). Esta tendencia atribuye erróneamente a una parte del organismo (el cerebro) lo que propiamente solo puede atribuirse al todo (la persona). Este error lógico ha sido llamado la falacia mereológica (Bennett y Hacker, 2003, p. 73). ¿Cuáles son algunos de los indicios de que existe algo más en los humanos que la mera función biológica y neurológica? Algunos neurocientíficos reconocen que el cerebro no explica completamente el comportamiento o inteligencia de la humanidad. Por ejemplo, Gazzaniga (2006) dice: «La neurociencia nunca encontrará el cerebro al que corresponde la responsabilidad, debido a que eso es algo que atribuimos a los humanos —a las personas— no a los cerebros» (p. 101). Además de no poder explicar la autocomprensión y la libertad de la persona, las actividades neuronales por sí solas no pueden explicar la influencia de la gracia divina en estas actividades (Beauregard y O’Leary, 2008; Egnor, 2017). Asimismo, se observa el fracaso del naturalismo y del determinismo mecanicista (Życiński, 2006) para explicar la autoconsciencia humana, así como la inteligencia racional, el libre albedrío y la intencionalidad moral, el valor y el significado, y la mente misma. Ese fracaso ha llevado a algunos filósofos a buscar principios de orden en el cosmos, que son teológicos en la forma más que mecanicistas (Nagel, 2012). Admitir que el conocimiento humano no es simplemente una cuestión de neurociencia, no desacredita las ciencias biológicas y neurológicas. Más bien, establece un principio que abre un diálogo, a la luz de la comprensión de la totalidad de la persona, así como de sus capacidades racionales humanas.