Читать книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. - Страница 59
VIRTUDES Y VICIOS RACIONALES
ОглавлениеNuestras inclinaciones naturales hacia conocer y amar constituyen un semillero no solo de nuestras virtudes intelectuales y morales, sino también de sus vicios relacionados. Al no estar especificadas en sí mismas, las inclinaciones naturales deben cultivarse a través de la experiencia, el estudio, y la práctica, para conseguir que la persona pueda desarrollar sus creencias, junto con esas fuerzas resistentes de la mente y el corazón, denominadas virtudes intelectuales y morales (Aristóteles, ca. 350 a. C./1941b; DePaul y Zagzebski, 2003; Pakaluk, 2005). El desarrollo de las virtudes puede ser identificado a través de lo que la terapia cognitiva denomina esquemas cognitivos saludables, pensamientos automáticos y conductas de adaptación, incluyendo la autoayuda (Dobson, 2012, pp. 78-83; Beck, 1979, pp. 31 a 33; Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979, pp. 12 y 13; Young, Klosko y Weishaar, 2006). La psicología positiva denomina a tales esquemas y patrones de comportamiento «fortalezas de carácter» y «virtudes» (Peterson y Seligman, 2004). Debido a la naturaleza de nuestras disposiciones intelectuales y disposiciones morales nos convertimos en lo que pensamos, queremos y sentimos, para bien y para mal. Llegar a ser virtuoso es un desafío para cada persona, tanto para el profesional clínico como para el cliente. Cuando los enfoques psicoterapéuticos y de asesoría destacan la potenciación de las fortalezas o virtudes de carácter del cliente, la psicología puede tener un impacto directo en el cliente (Harris, Thoresen y López, 2007).
Los profesionales de la salud mental se enfrentan a un reto especial cuando están expuestos a sufrimientos psicológicos personales (por ejemplo, depresión, narcisismo, o abuso de sustancias). Asimismo, se produce un desafío especial en la respuesta al sufrimiento, al desorden y a la debilidad moral y espiritual del cliente, a través de los vicios relacionados (por ejemplo, el odio a sí mismo y a los demás) (Langberg, 2006). La vinculación empática con tales clientes puede ser a veces intelectual y emocionalmente agotadora, así como moral y espiritualmente tóxica. Se trata de una situación difícil, en la que algunos terapeutas pueden identificarse y adoptar algunos de los atributos negativos de sus clientes. Los terapeutas deben esforzarse por resistir el efecto que estos atributos negativos puedan tener sobre ellos, y desarrollar virtudes en sus propias vidas que les permitan desarrollar correctamente su trabajo clínico profesional (Meara, Schmidt y Day, 1996).