Читать книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. - Страница 62

¿EN QUÉ ASPECTOS ES DIFERENTE EL RAZONAMIENTO PRÁCTICO CRISTIANO INFUNDIDO?

Оглавление

La conciencia de la persona forma la base del juicio moral. La conciencia es una brújula moral (Francisco, 2013, §35). La conciencia de la persona, no obstante, debe ser conformada y ejercitada. Esta formación se produce, en parte, a través del crecimiento en la virtud de la sabiduría práctica o la prudencia, que constituyen guías inmediatas de la conciencia (CIC, 2000, §1806). La sabiduría práctica es, por entenderlo de forma simple, la «razón correcta» con respecto a los actos humanos a realizar (Aquino, 1272/1999b, a. 1 ad 3 y a. 2). Cualquier persona puede comenzar a adquirir sabiduría práctica a través de las experiencias de su vida (Aquino, 1273/1981, II-II, 47.14 ad 3). El ejercicio de esa prudencia adquirida involucra a la ley civil, y también a la ley moral natural (Aquino, 1273/1981, II-II, 48.1), estando esta última escrita en el corazón humano (Rom 2:14; Vaticano II, 1965b, §16).

A la vez, es necesario tener en cuenta que la capacidad humana para comprender la ley moral natural, así como para adquirir la virtud de la sabiduría práctica, ha quedado afectada negativamente por la caída humana (Aquino, 1273/1981, I-II, 85.3; CIC, 2000, §1811, §1960; Juan Pablo II, 1993, §36; capítulo 18, «Caída»). La gracia santificante de Cristo es necesaria para restaurar y justificar nuestra naturaleza humana caída, tras lo cual la persona puede beneficiarse de nuevo, disponiendo de la «razón correcta» (esto se puede observar, por ejemplo, en el efecto que la caridad teológica produce sobre el discernimiento racional de la justicia social) (CIC, 2000, §1889). La gracia santificante de Cristo también proporciona a la persona que responde la oferta de redención de Dios, una ley divina de amor, que dirige la vida humana hacia la bienaventuranza sobrenatural en Cristo (Mt 22:37-40; Aquino, 1273/1981, I-II, 91.4 ad 1). Asociada con la recepción de su ley divina (que involucra la gracia del Espíritu Santo dentro del corazón de la persona —Jer 31:33; Rom 5:5; Heb 10:16; CIC 2000, §1966), la persona recibe también la gracia de un tipo especial de virtud moral (Aquino, 1272/1999a, a. 10). Entre estas virtudes morales infusas se encuentra la sabiduría práctica cristiana única, que ayuda a la persona a ejercer su razonamiento moral con referencia a la ley divina y hacia el objetivo de la beatitud (Aquino, 1273/1981, I-II, 63.4; II-II, 47.14 ad 3). En este sentido, el razonamiento práctico cristiano es único, en el sentido de que está habilitado por la gracia de Dios, animado por la caridad teológica, y orientado a un fin espiritual último.

De este análisis se desprende que un buen razonamiento práctico depende de la consideración de numerosas fuentes diferentes (por ejemplo, la ley moral natural, la ley civil, la ley divina), así como del desarrollo de las fortalezas del carácter virtuoso, tal y como se sugiere en los escritos del movimiento de psicología positiva (Joseph y Linley, 2006; Peterson y Seligman, 2004). Un buen razonamiento moral requiere un buen carácter, así como un buen apoyo interpersonal. No se trata de un acto intelectual aislado, mediante el cual se pueda llegar automáticamente a conclusiones correctas. De la misma forma, el correcto razonamiento moral no es mecánico —como se produciría en una calculadora o utilizando un algoritmo—, sino que también se basa en compromisos interpersonales y llamadas personales, así como en emociones y experiencias.

Cualquiera que se haya enfrentado a un conflicto de intereses o a un caso difícil, puede ser testigo de que tales situaciones requieren que informemos a nuestras conciencias y recurramos a la competencia y sabiduría de los demás, y a la nuestra propia. Aunque los cristianos siempre permanecen imperfectos en muchos aspectos, buscan seguir a Cristo, sirviéndose de prácticas de origen cultural, filosófico y religioso que permitan desarrollar su carácter moral y espiritual. En la formación de la conciencia personal, los católicos cristianos recurren específicamente a los recursos de la tradición viva. También practican su fe a través de la oración, la liturgia, los sacramentos y los actos de misericordia y caridad. Asimismo, buscan el consejo de otras personas: a través de amigos sabios, directores espirituales, del estudio de la vida de los santos, y fundamentalmente, mediante la guía del Espíritu Santo (Jn 14:26; CIC, 2000, §1811; Cessario, 1996, pp. 162 y 169; Juan de Santo Tomás, 1644/2016; Pinckaers, 2005, pp. 385 a 395; véase también el capítulo 19, «Redimida»). El sermón de la montaña de Jesús (Mt 5-6), así como las exhortaciones morales de san Pablo nos aportan principios que nos permiten formarnos consciencias, reflexiones prácticas y actos morales. Por ejemplo, a través del servicio a los pobres y en la defensa de la vida (Juan Pablo II, 1995, §93; Pinckaers, 2005, pp. 321-341).

Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II

Подняться наверх