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XII

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8 de diciembre

Señor tío:

Ha ocurrido una cosa horrible e inesperada. Obdulia, la infeliz Obdulia, apareció en la mañana de ayer colgada por el cuello en la rama de un cerezo de los que forman soto donde los molinos del río Lucenza, o Das Gándaras, justo al pie del muro que hace contención al campo de la feria de Lobosandaus. El tiempo se apaciguó de pronto, igual que el día en el que se ahorcara el tío Nicasio Remuñán en aquel mismo lugar.

La Guardia Civil fue a prender a Turelo en Terrachán, donde se hallaba ocupado con sus asuntos del trato. Lo llevaron al cuartel de Lobios y allí lo apalearon durante dos días y dos noches.

Después lo dejó en libertad el señor Juez de Bande, sin cargo alguno. Era sospechoso, por lo que parece, de ser el asesino de su hermana Obdulia y también quisieron imputarle la muerte del capador. Parece que había llegado a los oídos de la autoridad el rumor generalizado por Lobosandaus, por Lucenza, por A Fraga de Mundil, por Riomau, por Santa María de Freixo, por Riquiás, o sea, por todas las parroquias del concejo de Nigueiroá y localidades próximas que ya caen en la porción portuguesa cercana a donde se encuentra el Couto Mixto, consistente en que Turelo había ahorcado a aquellos dos cristianos por celos de que, el uno y la otra, estuvieran en relaciones con Dorinda, su mujer luminosa y encantadora. Con la cara como una fresa salvaje y el costado negro y ensangrentado por los latigazos, Turelo regresó a su casa en Lobosandaus, pero no se detuvo allí y fue a la de sus padres, donde se metió en la cama, en la misma y en el mismo cuarto que durante tanto tiempo había ocupado su hermana Obdulia mientras fue la del cuerpo abierto.

Señor tío: por mucho que lo enoje a Ud. he de decirle lo que aquí todos pensamos, digo piensan todos los vecinos: que efectivamente Turelo mató a Nicasio Remuñán por celos de que estuviera cortejando a su mujer y que el espíritu del capador efectivamente entró en el cuerpo abierto de Obdulia para poder estrechar a su deseada Dorinda y que, por fin, efectivamente, Turelo se dispuso a matar de nuevo a tan persistente rival dándole muerte a su propia hermana. Naturalmente, el juzgado de Bande se inclinó por la hipótesis del suicidio y don Plácido Mazaira hizo el intento de no darle tierra sagrada a la difunta, pero desistió enseguida, encogiéndose de hombros, al parecer temeroso de la reacción de los populares de Lobosandaus.

Quiera recibir mi tío el más cariñoso saludo de su sobrino fidelísimo.

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