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ОглавлениеCapítulo 13
Terceros en discordia
Ben
30 de octubre de 2009
Me apoyo en el marco de la puerta mientras analizo cómo varios de los alumnos llegan al salón más grande de la academia. Es el primer en ensayo, luego de aclarar la mayoría de las inquietudes de todos, para la muestra de tango y, a decir verdad, me hace mucha ilusión el hecho de que Stefano me haya invitado a presenciarlo.
Viernes por la tarde, tranquilamente podría estar organizando alguna salida con mis amigos, pero me decidí por venir aquí porque no voy a dejar los compromisos de lado. Aun así, tengo en cuenta que Gaia y Aitor saldrán a dar una vuelta.
—Muy bien jóvenes, vayan preparándose para los estiramientos —dice Stefano poniendo control en el lugar, puesto que todos están sumidos en sus charlas y no prestan atención.
Rápidamente se van acercando a quien serán sus respectivas parejas. Finalmente Stefano les comunicó que podrían elegir por sus propios medios y todas se vieron conformes con esto. En total son veinticinco parejas, todas bien conformadas, sin embargo no todas van a participar de los mismos números, sino que van a turnarse según las canciones.
He de admitir que me sorprendo cuando veo a Aline acercarse a Clément, quien me sigue demostrando que no le hago
una pizca de gracia. Me genera curiosidad ese vínculo, ya que se sabe que todas armaron su pareja con las personas que ya tenían relación previa.
¿Qué será que hay entre ellos? Digo, no es que sea entrometido, pero él es lo suficientemente grosero y osado como para poder caerle bien a ella. Bueno, no soy con completo conocedor de esa chica, solo aporto lo que observo a lo lejos, sin embargo no parece ser de las típicas jóvenes que se dejan atraer por un macarra. Trato de descartar esa idea, quizás solo sean conocidos o hayan bailado antes juntos, razón por la cual hayan decidido volver a coincidir.
Bueno, reconozco que sí me molesta un poco esa pareja. No es que yo pudiese ofrecerme como pareja de alguien para encajar con Aline, puesto que bailo horriblemente mal, pero nunca pensé que ellos podrían relacionarse.
Clément no será el único profesor que participe, el de afro y contemporánea también se unieron. De hecho, Sharik, el profesor de afro, será la pareja de Lana, quien se apareció esta semana. Me causa mucha curiosidad esa chica, ya que ha faltado durante semanas a la academia y no ha cumplido con sus clases, pero continúa pagando la mensualidad como si participase en todo.
En fin, cada uno hace con su dinero lo que quiere.
—Bien, Aline, bonita ¿Quieres mostrar cómo deben ir calentando los músculos? —pregunta el profesor. La mencionada sonríe sorprendida, sin embargo se aproxima a él y se aclara la garganta antes de pedir a los demás cómo deben posicionarse.
Entiendo que Stefano tiene un gran afecto hacia Aline, ya que la ha conocido cuando ella apenas tenía once años y ya bailaba de una manera espectacular. Según lo que me ha contado, lleva en la academia desde los seis y siempre ha sabido adaptarse a cada baile con gran categoría, por lo cual es de gran ayuda cuando debe explicar algo, pues es fácil de demostrar a su lado cómo deben ser las cosas.
Analizo a los jóvenes que están estirando, todos están concentrados en lo que Aline hace. Lana está entre ellos, pero no se muestra interesada, sino que posee un semblante sumamente
duro y observa con cierta molesta hacia el frente, lugar donde se encuentran las personas que están coordinando la clase. Me extraña, pero supongo que ha de tener problemas personales que la tienen así.
Guío mi mirada hacia la instructora y sonrío cuando bromea sobre algo con Stefano, me hice parte de ese chiste sin que se dieran cuenta. De pronto se tumba en el suelo, boca abajo con las piernas extendidas y los brazos rectos para mantener el tronco levantado, echa su cabeza hacia atrás y pide que se mantengan en la misma posición durante un minuto. En ese lapso de tiempo me permito apreciarla detenidamente, ella cierra los ojos y suspiro, su imagen me inspira a calentar los músculos de otra manera, sin embargo ese tipo de calentamiento no es apto para menores de edad y menos para que sea visible ante los ojos de otras personas.
No, no puedo contener el hambre animal que posee mi persona. No puedo hacerlo con ella.
Reconozco sin vergüenza que ella me interesa más de lo normal. Me he percatado de ello con el correr de estas dos semanas, en las cuales nos cruzamos un par de veces en la entrada, saludos cordiales intercambiados a pesar que, a veces, ella lucía un poco más agobiada. En algunas ocasiones hemos cruzados un par de palabras, algunas referidas a la academia, otras sobre algún contexto en el cual nos veíamos envueltos en el momento y puede que se haya dado ciertas situaciones graciosas, más cuando nos reíamos de Aitor, quien vino a visitarme en dos ocasiones, y se quedaba viendo embelesado a las chicas cuando salían de clase.
Puedo decir que, por partes, me doy cuenta que ha dejado su descontento conmigo de lado, pero es difícil decirlo con certeza. Aline está demostrando ser alguien indescifrable y yo siento la necesidad de acercarme, de que me considere como alguien con quien comenzar a forjar una buena relación.
Pocos minutos después, Stefano decide que es hora de comenzar con la práctica de los pasos básicos y ordena que todos se agrupen con sus respectivas parejas. Me fijo en el profesor mientras explica, habla sobre la pasión que debe sobresalir tras
cada paso, cómo deben posicionarse al principio y la postura que debe poseer cada uno. Aclara que infiere mucho la vestimenta, por lo que en los futuros ensayos procurará conseguir algunos zapatos para las chicas.
Cuando me remuevo en mi lugar para seguir cómodo en la observación, él pide que solo queden cinco parejas en el centro del salón y el resto que tomen asiento en suelo para que puedan ir ensayando lo básico. Elige estrictamente las parejas, una de ellas es la que Aline conforma con Clément.
La música comienza, me llama potencialmente lo imponente que es el sonido y me encanta ver cómo Stefano la siente. Muestra cómo deben ser algunos pasos, los alumnos lo imitan y él corrige a un par, sin embargo se va mostrando satisfecho conforme pasan los minutos. De un momento a otro Aline me observa, al parecer pensando que yo no estoy prestándoles atención, y se ve incomodada por el hecho de que nuestras miradas se conectan por unos largos segundos; sonrío ante el hecho de que poco después sus mejillas se van cambiando de color, desde un ligero rosa hasta un rojizo más notorio.
Es una hora más tarde que el primer ensayo llega a su fin. Ahora ya me encuentro sentado en el suelo junto a los demás alumnos que no estaban practicando. Stef está satisfecho con su trabajo y lo demuestra aplaudiendo de manera efusiva al terminar.
—Los espero el próximo viernes —le dice cuando cuatro jóvenes que, por alguna razón, comienzan a retirarse sin antes saludarlo.
Me pongo de pie para acercarme a Stefano y saludarlo. Algunos, en ese trayecto, se despiden de mí y respondo de manera cortés y siempre con una sonrisa. Se nota que comienzan a tenerme más agrado y me gusta sentirme bien, es decir, llevamos más de veinte días conviviendo en el estudio y es hora de que se den cuenta que no soy el joven desalineado y despreocupado que creyeron que sería en un principio.
El profesor toma sus cosas y me observa feliz.
—¿Te ha gustado el primer ensayo? —pregunta.
—Me ha parecido de diez. Creo que haces maravillas.
—Hago lo que puedo —responde con humildad—. Que tengas buena noche, Ben.
—Igualmente —palmea mi hombro y pronto se encamina hacia la salida.
Coloco mis manos en la cadera mientras visualizo cómo los demás alumnos continúan saliendo hasta que, de pronto, percibo de reojo que alguien se acerca a mí. Al mirar hacia mi derecha me doy cuenta que se trata de una sonrojada y sudada Lana, ha sido parte de las parejas que ensayaron últimas.
—Sé que debo tener un aspecto realmente espantoso, pero no podía irme sin saludarte —dice al momento que se posiciona a mi lado.
—Luces adorable —respondo y me reprendo rápidamente, no comprendo por qué dije eso.
¿Quién se ve adorable estando sudado? Realmente nadie, pero mi intento por ser buena persona me cegó. Una fina risa sale de sus labios y la acompaño sutilmente. Ciertamente fue algo muy estúpido para decir.
—Luzco adorable de distintas formas —sin vacilar se acerca a mí y trago en seco.
—Puedo creerlo.
Para restar un poco la tensión que es completamente palpable en este momento, vuelvo a mirar a la puerta que está frente a mí y frunzo el ceño al ver que Aline está saliendo junto al profesor de urbana. No hay nada malo en ello, son pareja de baile y están saliendo mientras hablan de lo que fue la clase, sin embargo la mano de Clément en la cintura baja de Aline me incomoda.
—¿Me oíste? —pregunta Lana alzando la voz, la observo rápidamente y salgo de mi trance.
—Lo siento, no te escuché ¿Qué decías?
—Que si quieres podemos ir a comer algo en el bar que está a dos cuadras de aquí, claro, si no te molesta acompañarme —alterno la mirada entre ella y las personas que salen por completo del salón. Resoplo, se han ido juntos.
Vuelvo a mirar a Lana, quien sonríe a la espera. No veo por
qué me negaría, al fin y al cabo siento que merezco distraerme y no quiero estar solo en casa.
—Claro. Tengo que acomodar algunas cosas en la oficina, si me esperas podemos ir.
Obtengo una respuesta afirmativa de su parte y la sonrisa que esboza me demuestra lo conforme que está.
*
—¿Por qué me miras así? —pregunta con las mejillas un poco regordetas por el pequeño trozo de hamburguesa que ingirió.
—Me llama la atención como comes, es decir, pensé que todas se cuidaban estrictamente — respondo antes de darle un trago a mi Coca-Cola.
—Hago dietas todo el año, estos gustos me doy en ocasiones especiales y creo que la primera salida contigo lo amerita ¿No?
—Claro, siempre es memorable salir a comer con el hijo de los dueños de la academia donde practicas —ironizo y ella ríe—. Pero bueno, sacando este tema de la ocasión especial… ¿Te dedicas a algo más aparte de la danza?
Deja la hamburguesa sobre el cartón que la cubría anteriormente y toma un sorbo de su gaseosa antes de limpiar, sutilmente, las comisuras de sus labios.
—La realidad es que no, solo me dedico a la danza y es porque me encantaría ser profesora de afro o contemporánea —corre el mechón que cayó por su frente—. Ya hablé con los profesores de contemporánea y dicen que tengo futuro, ojalá sea cierto.
—Yo creo que sí puede ser cierto, digo, vi cómo te movías mientras practicabas tango y lo hacías bien.
—¿En serio? Gracias, eres adorable.
—¿Estás burlándote de lo que te dije?
—No, para nada, solo recalco que también eres adorable, lo cual hace que seamos dos seres adorables con ojos enigmáticos —la visualizo fijamente y luego recuerdo que el tema de los ojos era algo que hablamos la primera vez que coincidimos fuera de
la academia.
—Bueno, enigmática —río—. Será mejor que nos apresuremos a comer antes de que nos echen de aquí.
Le señalo el lugar y ríe sutilmente cuando ve que son pocas las personas que quedan. Ya son las doce de la noche, nos hemos distraído mucho hablando de cosas de la academia, lo cual me hizo pensar que quiere sacarme información porque se ha dedicado a preguntarme todo tipo de cosas, y el tiempo pasó al nivel de que terminamos haciendo nuestros pedidos muy tarde. Ahora solo nos queda devorarnos la comida con rapidez, si es que no queremos que cierren el bar antes de que podamos irnos.
*
Estaciono el carro frente a una hermosa casa moderna de un solo piso. Me doy cuenta que se trata de un terreno amplio, puesto que es grande y tiene un jardín precioso. Puedo apreciar que está pintada con tonos grisáceos claros y los ventanales grandes hacen verla como las construcciones que se muestran en internet.
—Es una muy bonita casa —digo sorprendido.
—Lo es, la compró el ex marido de mamá para ella y bueno… las cosas no resultaron como esperaban, pero está a su nombre, ya no pudo hacer nada —río sin gracia a lo último.
De repente las luces del frente se encienden, haciendo que el jardín resplandezca aún más.
—Muchas gracias por haberme traído. Mamá me hubiese matado si llegaba a esta hora y en transporte público.
Cuando termina de hablar dirijo mi vista hacia ella. No se puede negar, Lana es muy hermosa. Su tez blanquecina parece resplandecer con las luces que ingresan por la ventanilla del carro y sus gruesos labios resaltan de una manera que te dan curiosidad. Fuera de ello, posee un brillo natural en sus mejillas que la hacen deslumbrar a la hora de sonreír y sus ojos, claramente, no se quedan atrás, ella tiene razón al decir que sus ojos azul bebé
son enigmáticos.
—No habría permitido de ninguna manera que vengas sola, es pasada la noche y cualquier cosa puede ocurrir. Fue divertida nuestra cena ¿No crees?
—Sí —responde arrastrando un poco la “i”. Relame sus labios y sonríe ladeado—. Pero creo que nuestra noche merece un cierre de oro ¿Qué piensas?
—¿Cuál sería el cierre de oro? —pregunto incrédulo. No pasan tantos segundos hasta que se despega de su asiento para aproximarse a mí.
Cuando quiero darme cuenta Lana está casi encima de mí, posando sus manos detrás de mi nuca, presionando su boca sobre la mía y desplazando su lengua sobre mi labio inferior. Le doy paso a ésta y cuesta poco para que nos fundamos en un beso bastante acalorado. Mis manos se cuelan de manera involuntaria debajo de su blusa violeta, solo tenía intención de tomarla por la cintura, pero al ser corta la prenda puedo comprobar qué tan tersa es la piel de su espalda. Estamos bastante coordinados, los jadeos lo comprueban, y más aún nos damos cuenta cuando al separarnos sus labios están hinchados y sonrosados.
Me es inevitable sonreír, esta chica va a por todo.
—Espero que ese cierre de oro se repita —musita al desenlazar sus manos, que estaban detrás de mi cuello, y volviendo a su asiento para tomar su bolso—. Nos vemos, Ben.
—Nos vemos, Lana —esbozo una sutil sonrisa y me guiña un ojo antes de salir del vehículo.
Veo cómo se aleja de mi sitio a pasos lentos, el contoneo de su cadera amenaza con hacer explotar a cualquiera y ni hablar cuando se da la vuelta para tirarme un beso.
No voy a hacerme el tonto, sé que ella tiene bien en claro las cosas que hace, sin embargo yo no estoy seguro de ser tan audaz como para poder meterme de lleno en una relación que solo pretende ser de juegos, coqueteos y provocaciones.
Soy hombre, pero por alguna razón sigo prefiriendo lo común. Los relacionamientos a base de sentimientos, de acercamientos y detalles constantes. No estoy hecho para el modernis
mo y el goce momentáneo, lastimosamente.
Al ver que termina de ingresar a la casa, suspiro y vuelvo a poner en marcha el coche. No voy a ir a casa, no estoy apto para hacerlo porque necesito hablar con alguien.
Tomo mi celular y marco el número que sé de memoria.
—Mira quien habla, el señor ocupado —dice la voz de Aitor tras la línea y ruedo los ojos.
—Cállate, insensato ¿Sigues con Gaia?
—Sí, estamos en su departamento ¿Por?
—Voy para allá.
No permito que diga algo más, puesto que sé que de su boca solo salen burlas en el estado que creo que está. Necesito charlar con ambos y que me den su punto de vista ante esta situación.
Aunque pueda disfrutar un simple beso o una salida, no creo poder soportar citaciones nocturnas y búsquedas fuera de lo tradicional. Es un poco mucho para mí.