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DIOS O EL DIABLO pueden empujar el primer verso de un poema. Si se dice de Dios, entonces el poema es fundacional, creador de misterios. Si es el diablo el que asoma los cuernos, entonces el poema es ceniza, es llaga de muerte.

Ambos personajes podrían estar en el poema. Sólo que Dios elabora los versos y hace que el poeta asimile la armonía de su grandeza. El pobre diablo suele ser inteligente, pero se le conocen las trampas, las de la fe y las de la terredad, que son las materiales. El diablo sucumbe al final del poema. Dios exalta la eternidad del texto.

La sacralidad o la maldición de la poesía son trasladadas al orden del espíritu. He aquí que poema y poesía confirmen la justeza del estudio de Paz (El arco y la lira). Continente y contenido: ambos, poema y poesía, tocan con gracia las barbas de Dios, y con ira poco sosegada los cuernos de Satanás.

El nervio poético

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