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ORGANIZADO PARA SOBREVIVIR

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La ilustración de la página 57 muestra la respuesta de todo el cuerpo a la amenaza.

Cuando el sistema de alarma del cerebro se dispara, automáticamente desencadena unos planes de huida física preprogramados en las partes más antiguas del cerebro. Como en otros animales, los nervios y las sustancias químicas que componen nuestra estructura cerebral básica están conectados directamente con nuestro cuerpo. Cuando el cerebro antiguo toma el mando, apaga parcialmente el cerebro superior, nuestra mente consciente, y prepara el cuerpo para correr, esconderse, luchar o, en ocasiones, quedarse paralizado. Para cuando somos totalmente conscientes de nuestra situación, nuestro cuerpo puede que ya esté en movimiento. Si la respuesta de lucha/huida/paralización sale bien y escapamos del peligro, recuperamos nuestro equilibrio interno y gradualmente «recuperamos los sentidos».

Si, por alguna razón, la respuesta normal se bloquea (por ejemplo, cuando la gente se encuentra retenida, atrapada o impedida para llevar a cabo una acción efectiva, ya sea en una zona de guerra, un accidente de tráfico, violencia doméstica o una violación), el cerebro sigue secretando sustancias las químicas del estrés y los circuitos eléctricos del cerebro siguen encendiéndose en vano.2 Mucho después de suceder el acontecimiento en cuestión, el cerebro puede seguir enviando señales al cuerpo para que escape de una amenaza que ya no existe. Desde al menos 1889, cuando el psicólogo francés Pierre Janet publicó el primer artículo científico sobre el estrés traumático,3 se ha reconocido que los supervivientes de traumas tienden a «continuar la acción, o intentan (inútilmente) realizar la acción que empezó cuando el acontecimiento se produjo». Ser capaz de moverse y de hacer algo para protegerse es un factor crítico a la hora de determinar si una experiencia horrible dejará o no cicatrices duraderas.


Acción efectiva frente a paralización. La acción efectiva (el resultado de luchar/huir) pone fin a la amenaza. La paralización mantiene el cuerpo en un estado de shock del que no se puede escapar y de impotencia aprendida. Al enfrentarse a un peligro, las personas secretan automáticamente hormonas para aumentar su resistencia y escapar. El cerebro y el cuerpo están programados para correr hacia casa, donde se puede restaurar la seguridad y las hormonas del estrés pueden descansar. En estos hombres atrapados que fueron evacuados lejos de casa después del huracán Katrina, los niveles de las hormonas del estrés permanecieron elevados y se volvieron en contra de los supervivientes, estimulando el miedo, la depresión, la rabia y la enfermedad física de forma continua.

En este capítulo voy a entrar más en los detalles de la respuesta del cerebro al trauma. Cuantas más cosas descubre la neurociencia sobre el cerebro, más conscientes somos de que es una enorme red de piezas interconectadas organizadas para ayudarnos a sobrevivir y progresar. Conocer cómo funcionan conjuntamente estas piezas es fundamental para comprender cómo afecta el trauma a cada parte del organismo humano, y puede servir como guía imprescindible para superar el estrés traumático.

El cuerpo lleva la cuenta

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