Читать книгу Dignidad y equidad amenazadas en la sociedad contemporánea - Clara Martínez García - Страница 13

1. DEL ESTEREOTIPO AL PREJUICIO ESTIGMATIZANTE 1.1. ESTEREOTIPACIÓN

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El itinerario que va desde los estereotipos al prejuicio y la discriminación social siempre ha sido objeto de atención por parte de la psicología social. En 1922 Walter Lippmann toma prestada de la terminología propia de la imprenta la palabra estereotipo; lo hace porque entiende que es un proceso cognitivo fijo que se reproduce siempre del mismo modo y, sobre todo, da como resultado la misma imagen. Lippmann describe los estereotipos como “imágenes en nuestras cabezas” subrayando el hecho de que está basado no en un conocimiento directo sino en imágenes construidas por el sujeto o tomadas prestadas de otros1. En realidad, era una forma de entender el estereotipo muy consistente con las actuales teorías científicas; los estereotipos son las creencias y opiniones acerca de las características, comportamientos y atributos de los individuos pertenecientes a un grupo y sirven a propósitos adaptativos. En último término, se trata de una simplificación de estímulos complejos y ambiguos en orden a favorecer una interacción más ágil con la realidad; digamos que se dirige la atención exclusivamente hacia la información que es relevante para confirmar la identificación del estímulo e interaccionar adecuadamente con él. En general, ante la persona que se tiene delante, se tiende a captar los comportamientos que son esperables según la idea que se tiene en función de su raza, condición social, género, etc.; por el contrario, todo comportamiento que es inconsistente con la expectativa es vista como algo anecdótico o fruto del contexto2.

Estas estereotipias son individual y grupalmente subjetivas, pero, con mucha frecuencia, albergan un alto grado de conocimiento objetivo sobre la realidad social. Los investigadores siempre se han preguntado por el grado de adecuación a la realidad que un estereotipo tiene, es decir, por más que esté basado en un constructo apuradamente realizado, al final, ¿es capaz de describir con un cierto grado de fidelidad lo que considera cierto? Parece que sí, no parece adecuado asumir que todo estereotipo, por el mero hecho de serlo, deba de ser falso3. Aunque se trate de un conocimiento necesitado de más información, que sólo serían ciertas en un número limitado de individuos, parece que no deja de ser un buen instrumento al servicio de un primer momento adaptativo.

Los estereotipos no sólo obedecen a una finalidad descriptiva generalizante con finalidad adaptativa, además, lo más habitual es que sean también prescriptivos4: son la fuente que dicta cómo un determinado grupo debe de comportarse o no; imponen límites y marcan aspiraciones que son introyectadas por los propios individuos del grupo al que se refiere el estereotipo como si fuera una verdad no enunciada; de ello hablaremos más adelante.

No podemos dejar de señalar que los estereotipos no tienen por qué ser siempre negativos. Si miramos el criterio de las razas humanas no es infrecuente encontrar que se supone que los asiáticos tienden a ser muy trabajadores y motivados; los negros atléticos y/o con facilidad para la música; los hombres muy eficaces resolviendo problemas y razonamientos; las mujeres excelentes cuidadoras y con grandes cualidades en habilidades verbales, etc.5.

Dignidad y equidad amenazadas en la sociedad contemporánea

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