Читать книгу Dignidad y equidad amenazadas en la sociedad contemporánea - Clara Martínez García - Страница 9

2. SANGRE Y MÁS PODER

Оглавление

El irracionalismo parece ser una antigualla, pero más bien es que se lo oculta vergonzantemente debajo de la alfombra. Es irracionalismo el fideísmo, gracias al cual uno adhiere a una iglesia, un partido o un lobby con perfecta carencia de pensamiento previo y quizá sobre todo porque lo que con el entendimiento se acepta es lo opuesto a la ideología de esa iglesia.

Una actitud así es nihilismo y pura contradicción. Ya no parece imposible que haya a estas alturas iglesias en las que en realidad nadie cree en nada, justo porque todos se han lanzado a acogerse en lo más contrario de aquello que en realidad entienden como lo verdadero, debido a que semejante verdad deja a la intemperie, no calienta el corazón y no funde a nadie en ninguna comunidad real con nadie. Grupos así no son minorías cognitivas sino refugio de desesperados y un club de nihilistas insinceros. Y, como es natural, este género de tristes no participa apenas ni de la benevolencia accidental y sobrevenida a la que alaba Hume.

Suele describirse la sociedad líquida empezando por su fragmentación insolidaria, pero la relación de las cosas es más bien la inversa: la llamada muerte de Dios y la subsiguiente muerte del ser humano, o sea, nihilismo y fideísmo, son la causa y no un efecto.

Cuando estos fenómenos culturales empezaron a llenar la escena política europea –en especial desde la mitad del siglo XIX–14, varias poderosas corrientes de pensamiento salieron a su paso como otras tantas superaciones del nihilismo. No hay aquí espacio para que me refiera al anarquismo revolucionario, pero hoy importa e influye más el vitalismo surgido de la cabeza de Nietzsche y traducido a un elitismo característico que está de moda, en mayor medida de lo que puede parecer, en capas “altas” de la sociedad opulenta. Repito que su presencia más bien se disimula que se reconoce, pero exige ser descubierta, comentada y criticada, porque en ella se alberga un riesgo que aflora en las tendencias de lo que hoy se llama la democracia iliberal.

No admito que la obra de Nietzsche se recoja en el capítulo de los irracionalismos (me pregunto si jamás ha existido una filosofía irracionalista). En realidad se trata de un intento de agudo psicoanálisis (Nietzsche prefería hablar de genealogía, de genealogía secreta y reprimida pero racionalmente rastreable) del nihilismo, aunque recogiendo en este las tendencias intelectuales y morales que lo han producido –y entre ellas destaca el judeocristianismo, aunque también cierto uso de la ciencia moderna como nueva teología y nueva iglesia, en sentido no demasiado lejano del que enseguida veremos desarrollar a Michel Henry–. Nietzsche ha practicado una versión de raciovitalismo, en la que, desde luego, una determinada captación –quizá una experiencia parcial– de la vida es la que porta a la razón genealógica, la que la orienta y le propone nada más y nada menos que la empresa de una genealogía de la moral (de la moral que termina revelando cómo su clave es el nihilismo).

Solo me concentraré en unos puntos especialmente cargados de consecuencias –algunas de las cuales hicieron acto turbulento de presencia en la historia del siglo XX–.

Es evidente que el proyecto antinihilista de Nietzsche solo puede desembocar en un derribo de los valores consagrados, en una “transvaloración” general. O lo que es lo mismo: la sospecha inicial consiste en que aquello a lo que normalmente se llama bueno sea en realidad malo, mientras que lo tenido por malo originariamente y de iure es en realidad lo mejor y germen de lo óptimo por venir. Suponiendo que la vida en crecida es la clave de la realidad, lo único absolutamente real, que tiene voluntad de poder siempre más, que no se pliega a nada en su evolución (claro que no se adapta a la supervivencia acomodándose a las circunstancias, sino que ataja por ellas, las destruye, las crea, las reforma…), la vida misma en su plenitud es el bien insuperable. Esta plenitud, cercana a la manifestada por Calicles, nunca ha sido suficientemente captada15.

La vitalidad inmediata es puro gozo de sí y no se para a valorar. Pero no solo es esta ingenuidad salvaje e inocente. Quizá la descripción más concentrada de la esencia de la vida tal como Nietzsche la descubre es la que se encuentra en el final de la sección 11 del tratado segundo de La genealogía de la moral: “Hablar en sí de lo justo y lo injusto es algo que carece de todo sentido; en sí, ofender, violentar, despojar, aniquilar no puede ser naturalmente ‘injusto’ desde el momento en que la vida actúa esencialmente, es decir, en sus funciones básicas, ofendiendo, violando, despojando, aniquilando, y no se la puede pensar en absoluto sin este carácter. Hay que admitir incluso algo todavía más grave: que, desde el supremo punto de vista biológico, a las situaciones de derecho no les es lícito ser nunca más que situaciones de excepción, que constituyen restricciones parciales de la auténtica voluntad de vida, la cual tiende hacia el poder, y que están subordinadas a la finalidad global de aquella voluntad como medios particulares, es decir, como medios para crear unidades mayores de poder. Un orden de derecho pensado como algo soberano y general…, como medio contra toda lucha en general, de acuerdo, por ejemplo, con el patrón comunista de Düring, sería un principio hostil a la vida, un orden destructor y disgregador del hombre, un atentado al porvenir del hombre, un signo de cansancio, un camino tortuoso hacia la nada”16. Como el poder siempre mayor solo florece a costa del sometimiento de otros poderes previos menores, “la grandeza de un progreso se mide por la masa de todo lo que hubo que sacrificarle”. La terrible consecuencia se desprende por sí sola: “La humanidad en cuanto masa, sacrificada al florecimiento de una única y más fuerte especie hombre: ¡eso sería un progreso!”17 La democracia es tan solo mis-arquismo, odio de la auténtica jerarquía, que pende de la vida.

El estremecimiento que suscitan en cualquier ser humano sensato estas frases espantosamente proféticas está sin duda relacionado con que su contenido profético aún nadie debe pensar que se agotó con los crímenes incontables del último siglo. Alegría, fiesta y crueldad se dan la mano. Lo malo (schlecht) fue en origen lo sencillo y bajo, lo simple (schlicht); quizá la palabra malum tenga que ver con el griego melas (o sea, negro). Que lo alto, fuerte y jovial pase a ser calificado, justo al revés de como empezó la historia, de malo solo puede deberse a la miserable pasión del resentimiento, nacida en los débiles biológicamente pero que pertenecían a la clase dominante. Estos débiles crean la fuerza de la inteligencia, que hace interesante la existencia por sus rodeos, sus tretas, sus trampas, la complicación en la que enreda incluso a los óptimos. Los inteligentes débiles desgajan de los cazadores y los guerreros la clase de los sacerdotes, que se apodera con la estrategia de la religión de la guía del grupo entero. Y hay pueblos que son sacerdotales íntegramente porque rinden su función respecto la elite humana en todo el mundo. La síntesis de la moral resentida de los esclavos en rebelión es la lista infame de las bienaventuranzas proclamadas por Jesús en el sermón del monte. Esta lista es una blasfemia contra la santidad de la vida, una retahíla insufrible de paradojas que solo gente enferma y deprimida puede creer, siempre a la medida de su resentimiento inconfesado, ideologizado, consagrado por la hipocresía de la moral en línea recta al nihilismo. La vida sería Dios si no fuera porque es el Anticristo.

Esta andanada de tesis admite un sutil velamiento por cuya virtud llegan a aparecer como justificaciones y exhortaciones de la vida esforzada que rompe moldes, que deshace prejuicios, que sabe que no se debe doblegar ante nada –aunque quizá actúe con la prudencia que impida que los débiles la perjudiquen antes de llegar a su meta–. Para gentes que han nacido con la ambición de un Raskólnikov o con los recursos de Gatsby o con la inteligencia del barón Von Braun, ¿qué son las viejas usureras, los mendigos, las chicas despistadas, los estudiantes sin experiencia o las masas de soldados del ejército adversario?18

La conciencia de superioridad, cuando está basada en lo biológico, según la expresión cara a Nietzsche, lanza un gran sí a la realidad, a la vida misma, pero solo cuando a la vez hace mucho, muchísimo no. Y esto no quiere decir solo “filosofar con el martillo”…19.

Dignidad y equidad amenazadas en la sociedad contemporánea

Подняться наверх