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Capítulo V

4 de octubre, 2012.

—Quiero vivir sola —digo, haciendo que Jane deje de comer para observarme con sorpresa—, bueno, no sola, solo quiero salir de casa de mis padres y conseguir un apartamento.

—¿Y llegaste a esa decisión por qué?

Miro distraídamente a Jane, una linda morena que ha sido mi amiga desde que empecé la universidad pero que no es tan increíblemente cercana como lo es Katherine, creo que Katherine llegó a mi vida como un golpe de suerte.

Aun así, tengo una amistad sólida y agradable con Jane, ella parece estar esperando mi respuesta.

—No quiero vivir con mis padres, digo, tengo muchas comodidades, pero quiero independizarme. Solo me faltan unos ocho meses quizás para graduarme, quiero tener más independencia.

—¿Y cómo vas a pagarlo? —cuestiona.

—Cuido a un niño que considero mi sobrino —hablo de Adam—, no es todo el tiempo, pero cuando lo hago obtengo buena paga, al igual que cuando cuido a mis sobrinos. Hago algunas esculturas y pinturas que ya sabes que vendo y recientemente me han ofrecido el puesto de asistente de la gerente de una galería, desde luego voy a aceptar, solo estoy haciéndome la difícil.

—¿Así que tendrás trabajo? —me pregunta Jane con una sonrisa.

—Sí, mañana iré para que me hagan una entrevista, mis padres están encantados.

—¿Y tus hermanos?

—Aún no se los comento, pero ya sabes, les encantará la idea.

—¿Qué idea? —pregunta Katherine tomando asiento, no puedo evitar reír señalando su barbilla—. ¿Qué?

—Tienes un poco de pintura en tu barbilla —le indica Jane terminando de comer y poniéndose en pie—, debo irme, me están esperando en el museo.

—De acuerdo —concedo.

Jane desde que la conozco siempre ha trabajado para un pequeño museo de arte, así que es bastante agradable saber que yo estoy a poco tiempo de ser la asistente de una muy buena y excelente galería.

—Entonces, ¿qué idea va a gustarle a tus hermanos? —cuestiona tomando una de mis tostadas y llevándolas a su boca, me doy cuenta de que sus dedos están de igual manera manchados de pintura.

—¿Educación Artística?

—Así es, hoy estábamos trabajando los colores primarios —ella suspira—, qué rápido pasa el tiempo, no puedo creer que voy a pasar al tercer semestre.

—Deja el melodrama —digo riendo y bebiendo de mi jugo—, y de lo que hablaba con Jane es del hecho de que voy a aceptar ser la asistente de Claudia.

—Sabía que aceptarías… —ella hace una mueca—, oh, por cierto, Bridget te mandó a decir si estás disponible para cuidar a Adam hoy…, ella y Keith tienen una importante reunión.

—¿Por qué no puedes tú?

—Porque quedé con Ashton.

—¿Vas a dejar el misterio de una vez y decirme en que quedaron tú y Ashton?

—No, aún no, quiero hacer las cosas bien, ya luego te diré absolutamente todo.

—Pues aquí va mi primera palabra sucia de la semana «maldita perra» —le digo entre dientes haciéndola reír. Soy consciente de que de hecho he dicho dos.

—Ahora solo te queda una palabra, así que guárdala muy bien. Aunque técnicamente dijiste dos, pero me haré la idea de que perra no cuenta.

—¡Hola por aquí! —me dice Frank al oído haciéndome dar un brinco que el jugo acabó derramado en mi pantalón.

—¡Mierda! —exclamo, llevando una mano a mi corazón.

—Olvídate de lo de la palabra libre para la semana, acabas de gastar tus dos palabras sucias hoy —se burla Katherine tomando otra de mis tostadas.

—¿Te he asustado? —cuestiona Frank sentándose a mi lado—. Hola Kathe.

—Hola Frank.

—Sí, me has asustado —digo intentando limpiar mi pantalón con una servilleta.

—Tal vez te asusté porque has estado evitándome.

Me tenso un poco mientras finjo no haberlo escuchado, Katherine nos observa curiosa mientras siento la mirada de Frank.

Alguien debe escribir un manual sobre cómo rechazar a un amigo cuando quiere ser más que amigo, puedo patrocinarlo.

—Entonces, ¿has estado evitándome? —cuestiona Frank sin perder la sonrisa, eso sin duda me hace sentir culpable.

Lo he estado evitando porque no quiero escucharlo invitarme a salir, es mi amigo, y he tenido suficiente tiempo para saber que no me gusta de otra manera, no entiendo porque algunas personas se empeñan en hacer la línea de la amistad tan frágil, quiero gritarle «Frank retrocede, retrocede», pero soy alguien que sabe muy bien que los sentimientos no se controlan.

—No estoy evitándote, solo he estado un poco ocupada.

—Es cierto —concede Katherine, pero ella es tan mala mintiendo que prefiero que mejor no hable.

—Hasta te búscaste una abogada —bromea Frank y señala a Katherine quien se sonroja un poco.

—No seas tonto, solo estuve algo ocupada —digo.

—De acuerdo —Frank saca un CD de su mochila—, aquí está el cortometraje que te comenté que quería que vieras, solo que no apareciste.

Rayos, lo olvidé totalmente. Tanto esconderme me hizo olvidar que había quedado en ver su material justo antes de que me invitara a salir.

—Podrías venir a verlo a mi apartamento, ¿qué dices? —me pregunta con una bonita sonrisa.

Creo que me pongo nerviosa por razones muy distintas a la emoción. Katherine debe entender mal mis nervios porque ella me sentencia.

—Claro, como una cita… ¿Qué tal si la ven mañana? —propone.

—Me viene perfecto.

Voy-a-matarla.

—¿Qué me dices, Hil? —me pregunta Frank con una gran sonrisa.

Odio no ser capaz de decirle «no» a alguien que quiero, estoy detestando mi respuesta, incluso antes de decirla.

—Me parece estupendo —digo encogiéndome de hombros.

• • •

—Transporte Wood hace su primera parada —anuncia Andrew con las manos alrededor de su boca fingiendo ser un megáfono, no puedo evitar reír.

—Gracias por traerme, Andrew —digo bajando justo frente al edificio donde viven Bridget y Keith, a cuidar a Adam, luego miro a Katherine bajar para sentarse en el asiento delantero—, asegúrate de dejar a Katherine a unas cuadras de su residencia, por estúpida.

—¡Oye! —se queja Katherine—. Ya te dije que pensé que querías salir con Frank.

La ignoro deliberadamente mientras arrojo mi mochila al asiento trasero junto a otras de mis cosas, guardo mi celular y algo de dinero en el bolsillo trasero de mi pantalón.

—¿Puedes guardar mis cosas, Andrew? —pregunto pestañando continuamente haciéndolo reír.

—De acuerdo, pero prométeme que aprenderás a conducir.

—¡Lo haré algún día! En serio, solo denme tiempo —me quejo alejándome.

Toco el intercomunicador, me adentro al ascensor y en pocos minutos estoy frente al apartamento de Bridget y Keith. Ni siquiera me da tiempo de tocar la puerta cuando esta se abre y Keith me jala del brazo adentrándome.

Besa mi mejilla distraídamente mientras arregla su corbata. Hablando de hombres caliente, Keith es uno de ellos.

—Hola, Hilary, gracias por aceptar cuidar a Adam, no podemos faltar a esta reunión del bufete de abogados del padre de Bridget —dice rápidamente—. ¡Bridget! ¡Hilary, está aquí!

—¡No grites! Despertarás a Adam —dice Bridget envuelta en un fabuloso vestido color verde ajustado de mangas cortas y con su cabellera negra recogida, ella me sonríe—, gracias por venir Hilary.

—Hola —digo viéndola dirigirse a Keith y terminar de arreglar su corbata para luego sonreírle y besarlo.

Miro hacia otro lado porque me parece que es un momento muy privado e íntimo, los escucho reír y luego ella lo llama tonto.

—Adam se durmió hace una hora, seguramente dentro de poco despierta con hambre, en el microondas está una papilla y en la nevera jugo de manzana, también dejé unas pizzas que puedes calentar por si te da hambre. A las nueve de la noche ya debemos estar aquí.

—Sus galletas de animalitos están en la despensa —agrega Keith esperando que Bridget tomé su bolso—, cualquier cosa, tienes nuestro número y, bueno, el de cualquier persona que pueda ayudarte.

—Tranquilo, lo tengo bajo control, no es la primera vez que lo cuido.

—Vale, nos vamos, de nuevo gracias, Hil, eres un sol —asegura Bridget arrojando un beso y arrastrando a Keith, no puedo evitar sonreír.

Respiro hondo notando el silencio en el apartamento, un buen, costoso y amplio apartamento. Me siento en el sofá y saco mi celular para entretenerme un rato.

Por supuesto que en Twitter tengo una mención de Doug, aunque sea dos veces a la semana él me mencionará en algún comentario que no tenga sentido, esta no es la excepción.

«Las princesas no deben dejar que se les caiga la corona, agárrala bien» no puedo contener la risa, Doug es tan impredecible que nunca sé qué esperar.

Después de intercambiar mensajes con unos cuantos amigos comienzo a sentir mis ojos pesados mientras bostezo y en algún momento me quedo profundamente dormida.

Me despierto sobresaltada por un gritito seguido de un llanto. Veo mi reloj y me doy cuenta de que dormí por una hora. A paso apresurado voy a la habitación de Adam.

La habitación de Adam le hace la competencia a la de Harry Daniel, es la súper habitación. Me acerco hacia su cuna donde lo encuentro sentado en el medio llorando con su rostro fruncido y gruesas lágrimas cayendo por su rostro.

—Oh, nené, no llores —le hablo y mi voz capta su atención.

Adam es un niño que se va con facilidad a las personas, excepto cuando Keith está a su alrededor, cuando su papi está alrededor él no tiene ojos para más nadie.

Sus ojos grises y muy oscuros que parecen azules me observan mientras llora bajito y alza sus pequeños brazos hacia mí. Inmediatamente lo tomo y su primera acción es esconder su rostro en mi cuello.

Adam es tan hermoso, no sé qué tienen los Stuart que hacen bebés espectaculares.

Él se calma y en algún momento saca su rostro de mi cuello para observarme, le doy una gran sonrisa que él acaba por imitar aún con sus pestañas húmedas, esa sonrisa muestra cuatro dientes en la parte de abajo que lo hacen adorable.

Según Katherine, Adam tiene diez meses, aunque creo que mañana cumple los once. Parece que ha obtenido un corte de cabello porque este está sobre sus cejas lacio y oscuro como el de Bridget.

Él mete la mano en su boca y la succiona con fuerza, esa es mi señal de que tiene hambre. Me dirijo a la cocina y lo dejo en su silla de comer mientras le doy uno de sus juguetes para entretenerlo.

Son las siete y media y me encuentro viendo televisión, un canal infantil para bebés, Adam tiene su cabeza contra mi pecho, parece agotado luego de gatear tantas horas y jugar. Me gusta cuidar a Adam no da mucho trabajo, únicamente que es un bebé gateador que hay que perseguir por toda el apartamento, puedo imaginarlo caminando y veo que Bridget y Keith tendrán que ir tras de él continuamente.

Bostezo un poco porque me encuentro cansada, la noche anterior estudié hasta tarde, específicamente estuve redactando parte de mi trabajo de grado para graduarme. El sonido del intercomunicador nos sobresalta a ambos.

Rápidamente me dirijo hacia el aparato, obviamente Keith y Bridget tienen llaves, por lo que ni idea de quién pueda ser.

—¿Quién?

—Transporte McQueen buscando a Hilary —responde una voz que rápidamente hace sonreír mientras presiono el botón de abrir.

Espero pacientemente a que llegue al piso donde me encuentro, lo veo salir del ascensor caminando mientras silba. Va vestido de negro, lo cual hace muy pocas veces, pero el negro hace que sea vea increíblemente caliente.

—¿Te enviaron a buscarme? —preguntó, él asiente con la cabeza antes de besar mi mejilla de manera lenta y luego sonreírle a Adam, quien le devuelve la sonrisa—, pensé que Andrew vendría por mí.

—Andrew debió acompañar a Ethan a Bolton, se presentó una emergencia con April.

—Oh, espero que ella siga luchando —digo haciéndome a un lado para que él pueda pasar.

Después de todo Doug está en la lista de personas que puede entrar al apartamento aunque los dueños no estén.

—La mierda está en que Ethan realmente quiere apoyarla… ¿Sabes? Pero apenas pone un pie en Bolton su mamá comienza a recordarle cuán decepcionada está de sus elecciones, él dice que no le afecta, pero todos sabemos cuánto le duele, por ello Andrew decidió ir con él.

Adam se acurruca contra mí cuando me siento en el sofá, lo meso un poco para ayudarlo a dormir, él estira su pequeña mano hacia la boca de Doug, quien le da un pequeño beso.

—¿Crees que podrías ir a la nevera por su chupete azul? —pido e, inmediatamente, Doug va por él.

Cuando le doy el chupete a Adam, con gusto él lo succiona mientras sus ojos se hacen pequeños hasta dormirse. No puedo evitar besar su frente.

Recuesto mi mejilla de su cabello de manera que mi cabeza queda ladeada hacia Doug quien me observa con fijeza.

—¿Qué?

—Nada… Solo que parece que realmente te gustan los niños.

—¡Me encantan! —digo entusiasmada—, cuando era niña quería tener siete, pero un día en la escuela nos hicieron ver cómo nacen los bebés y decidí que con uno podría ser feliz, además, Harry está dándome sobrinos.

—Sí, pero…, supongo que no es lo mismo un sobrino que alguien que proviene de ti.

—Sí, por eso digo que tendré aunque sea uno —murmuro acariciando la espalda de Adam—, supongo que contigo tú te conformarás con los sobrinos que BG.5 te dé.

—No quiero envejecer solo, así que supongo que en algún momento de mi vida tendré un hijo —se encoge de hombros, como si hablara de comprar una camisa—, así que cuando tenga quizás 40 años me encargaré de hacer un bebé.

—¿Cómo que vas a encargarte? —lo miro incrédula, él no puede estar hablando en serio.

—Bueno, buscaré a la mujer adecuada para tener un hijo.

—¿Qué pasa con el amor? —pregunto—. ¿Puedes tener un hijo con alguien por el que no sientas nada?

—Bueno, puedo buscar una mujer sensual que…

—¡Detente! El que sea sensual no garantiza que algo no esté mal con su genética o que sea una perra que luego te quite el dinero y no te deje ver a tu hijo.

—Bueno, podemos tener una relación cordial y…

—¿Por qué mejor no donas tu esperma y que alguna desconocida la compre? ¿No te parece una mejor idea Doug? —señalo con sarcasmo, él alza sus manos en defensa.

—Calma, solo estoy dando mi opinión —dice con lentitud—, no entiendo de dónde viene tu molestia.

Aprieto mis labios porque él tiene razón, no hay razón para que me lo tome tan a pecho, pero me molesta que lo vea de esa forma.

—De acuerdo, lo siento —digo y al menos no me sonrojo.

—No te preocupes, ya veo que no puedo tocar un tema de bebés contigo.

—Sí, no es un buen tema que se nos dé… ¿Eh?

Él me regala otra sonrisa antes de recostarse del respaldo del sofá y estirar sus piernas, pasa las manos tras su cabeza.

—Mañana voy a tatuarme —dice de pronto, lo miro con interés.

Los tatuajes me parecen interesantes, siempre quise hacerme uno, pero ni loca me expondré a ese tipo de dolor, soy algo cobarde para eso, he visto como le hacían unos cuantos de Dexter, y aun cuando él me sonreía y decía algo como «estoy jodidamente bien» parecía adolorido.

En el caso de Harry solo lo acompañé una vez, y él fue directo y sincero al decirme «nunca va a gustarte este dolor de mierda».

—¿Qué vas a tatuarte? —pregunto intrigada. Doug tiene el tatuaje de un búho sobre un árbol en el lado izquierdo de su pecho que baja por su brazo derecho en un rastro de huellas de pájaros hasta llegar a una pequeña jaula que se encuentra abierta entre su antebrazo y la muñeca.

El otro tatuaje que tiene es una estrella con los picos desviados en el centro de su espalda, unas cuantas frases descansan en la parte baja de su nuca así como en uno de sus dedos, esa es toda la tinta que posee, no tanta como mis hermanos, pero sí una genialidad.

—Quiero tatuarme las teclas de un piano justo aquí —me señala la cara interna de su muñeca izquierda, donde se ven sus venas—, y que de ellas salgan notas musicales simbolizará el hecho de cómo la música me da vida y corre por mis venas cada vez que toco una tecla.

—Me gusta el significado que le das a tus tatuajes —confieso—, eso del búho dejando sus huellas atrás para ser libre y posarse en el lugar que siempre ha creído debe estar es ¡increíble! Tienes mucha creatividad, quizás hubieses sido bueno en eso de la publicidad o el diseño.

—Es la razón por la que patrocino varios negocios de tatuajes, me gusta que las personas se hagan marcas simbólicas, pero esa mierda sin sentido que muchos plasman en su piel a veces me molesta, porque tatuarse es algo serio.

—Tienes tus momentos serios.

—También me gusta que a las personas les guste el sexo…

—Y desde luego tus momentos idiotas abundan más que los momentos serios —pero aun cuando digo eso estoy sonriendo, él ríe antes de revisar algo en su celular.

No pretendo ser chismosa ni husmear, pero leo claramente «Milla» en el identificador. Desvío la mirada sin tener idea de quién rayos es, desde luego no es la modelo de la que hablaba Ethan, porque ese rumor se corrió muy rápido y ella se llama Megan, además Max se encargó de desmentir los rumores, pero eso no quita que quizás Doug se involucró con ella.

Pero no tengo ni la más remota idea de quién puede ser Milla, tal parece que últimamente a Doug le atraen las «m».

—Iré a acostar a Adam —le digo al verlo teclear su celular con esmero, él asiente con la cabeza.

Me encargo de dejar a Adam en su cuna y besar su frente, enciendo el monitor para bebés mientras tomo el otro de manera de saber si se despierta.

Cuando vuelvo a la sala, Doug ya no está tecleando en su celular y palmea el sitio a su lado, finjo rodar mis ojos mientras me siento y su brazo casualmente pasa por mis hombros.

—Entonces, ¿qué harás mañana?

—¿Para qué quieres saber? —cuestiono sorprendida y me giro para verlo…, error, estamos algo cerca.

—Solo pensé que te gustaría acompañarme a hacerme el tatuaje.

—¡Eso sería grandioso! —digo entusiasmada, pero luego resoplo. Quiero ahorcar a Katherine—, pero no puedo.

—¿Por qué?

—Tengo una cita al salir de la universidad. —Me encojo de hombros. Él entrecierra sus ojos y me parece que su sonrisa ya no es tan grande—, no puedo cancelarle.

—¿Es con ese chico de nuevo?

—No, es Frank.

—¿Frank tu amigo que habla un montón y nunca se calla?

—Él es agradable —lo defiendo.

—Y él no te gusta ni un poco, no te veo entusiasmada realmente —me escruta con la mirada—, adivino, te sentiste presionada y aceptaste, tienes una debilidad por ser buena, Hilary, que no comprendo.

—Existimos personas a las que no nos gusta ser malas, Doug.

—No me van las personas altruista, porque resulta que cuando una persona es altruista es porque a la larga se verá beneficiado. ¿En qué vas a beneficiarte tú? Porque llevo años observándote y no eres una niña buena-tonta, eres inteligente y astuta. Algo me dice que encontrarás la manera de sacudir a Frank sin que parezca que lo rechazas, te conozco.

No digo absolutamente nada porque tiene razón y porque repentinamente se ha inclinado mucho hacia mí, tanto que debo inclinarme hacia atrás para que su rostro no colisione con el mío.

Escuchamos el sonido de llaves y sé que se trata de Bridget y Keith, Doug me sonríe una vez más antes de volver a su posición.

Me encargo de informar que tal estuvo la tarde de Adam mientras Doug mantiene una conversación divertida con Keith y le dice una y otra vez a Bridget lo caliente que se ve, ella ríe con todos sus halagos. Solo tiene ojos para Keith, y se mantiene atado a su cintura y besa de manera distraída su cabello en varias ocasiones.

—Bueno, ya me voy —digo, besando la mejilla de Bridget y luego la de Keith.

—Gracias, Hilary, haré la transferencia de tu pago hoy mismo.

Camino con Doug hacia el ascensor. Ambos estamos en silencio. Siento mis ojos un poco pesados, me siento agotada, he tenido muy pocas horas de sueño últimamente.

Cuando subo al auto de Doug me causa gracia que él sea quien abroche mi cinturón de seguridad. Cuando pone el auto en marcha no puedo evitar observarlo y parece que lo nota porque repentinamente sonríe.

—¿Sabías que mañana tengo una entrevista de trabajo para ser asistente de una gerente de una importante galería?

—¡Eso es genial, Hilary! —me ve brevemente antes de volver su mirada a la vía—. Seguro que lo conseguirás.

—Sí, estoy segura que lo haré.

—¿Ves? Eres más hermosa cuando no intentas ser modesta y admites tener ciertas habilidades.

—¿Andrew dejó mi mochila?

—Está justo en el asiento de atrás —responde—, sabes que todos nosotros estamos apostando cuando vas a conducir el auto que tus hermanos te regalaron… ¿Verdad?

—Todos ustedes se están volviendo unos pesados.

Él ríe mientras nos mantenemos en silencio, bostezo y cierro los ojos para relajarme un poco, al menos esa es mi intención, pero parece que me quedo dormida, porque lo próximo es escuchar la voz de Doug llamarme.

—Hemos llegado, princesa Jefferson.

Me estiro un poco y efectivamente estamos frente a la casa de mis padres. Realmente quiero mudarme para independizarme.

—Gracias por traerme, Doug.

—No hay de qué, no me la paso tan mal contigo —bromea.

Me estiro hacia la parte trasera apoyándome en mis rodillas y escucho un silbido por parte de Doug.

—Me estás dando una excelente vista de tu culo en ese pantalón ajustado —dice y totalmente le creo que está viendo mi trasero, razón por la que tomo rápidamente mi mochila para volver a una posición normal—, siempre eres bastante buena de ver Hilary.

Lo miro fijamente antes de reír e inclinarme hacia él y besar su mejilla.

—Quiero ver luego ese tatuaje.

—Me aseguraré de que lo veas —dice, guiñándome un ojo y siguiéndome con la mirada hasta estar dentro de mi casa.

Doug es simplemente Doug.

El deseo prohibido de Doug

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