Читать книгу El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany - Страница 9
ОглавлениеCapítulo II
29 de agosto, 2012.
—Entonces, ¿el plan es ir a su concierto en dos semanas? —cuestiono dando un sorbo a mi jugo de fresa mientras estudio los dibujos de mi libro.
—Sí, es exactamente lo que he dicho.
—¿Quién te ha dado esa idea? Porque ciertamente es una buena idea y tus ideas suelen ser simples, sin ofenderte, Kathe.
—No me ofendes, Bridget, y Kae me la dio y creo que es una idea estupenda.
—Desde luego lo es, pero, ¿cómo conseguiremos las entradas? Por lo que leí están agotadas.
Alzo mi vista del libro para encontrarme con que Katherine está haciendo una mueca infantil con sus labios antes de morder una manzana, no puedo evitar enarcar mis cejas con un dejo de fastidio. Por supuesto que no notó ese pequeño detalle.
—Creo que el que dejes cabos sueltos es la razón por la que tus planes siempre resulten un asco —digo con una sonrisa atravesada en los labios.
Parece que ella va a replicar pero, entonces, su mirada se pierde detrás de mí mientras palidece un poco; curiosa me doy la vuelta para encontrarme con la causa de su silencio.
—Ya no mires hacia allá, estamos planeando cómo vas a recuperar a Ashton, no enfocándonos porque Ashton está cabreado y dolido.
—Es muy extraño escucharte cuando dices palabras sucias.
—Se me escapan al menos dos por semanas —es mi respuesta—, en cambio tú tienes una boca muy limpia.
—Puedo presumir de ella —sacude su cabeza—, pero tienes razón, no pensé en ese detalle de las entradas agotadas, sí que soy idiota a veces.
—Suerte para ti que puedo jugar la carta Jefferson y de no poder mover influencias por mis hermanos siempre queda la opción de hacer el sacrificio de comunicarme con Doug y conseguir las entradas.
—Eres genial, ya sabes que nunca te he utilizado por tus hermanos, pero justo ahora estoy amando que seas un Jefferson.
—No niego que me gusta mi apellido.
Katherine asiente de manera efusiva con su cabeza mientras saca un block de dibujo de su bolso, ese en el que suele hacer dibujos libres de las materias que cursa. Katherine es una persona dulce, tímida y angelical, pero cuando la conoces y la sacas del cascarón, te das cuenta de que habla mucho y tiene miles de pensamientos locos sobre el mundo.
—He escuchado que has sido una perra dejando a Josh en Liverpool —dice una voz que me hace voltear mis ojos hacia adentro.
No entiendo por qué existen personas a las que les gusta interpretar una mala adaptación de una serie dramática y adolescente americana, ¡es cansón! Hablo de la morena que desde que entré a la universidad quiere jugar el papel de perra conmigo, pero, como suelo ignorarla, logro sacudírmela con facilidad.
Katherine me mira con confusión, me encojo de hombros mientras sigo concentrada en mi libro, pero Seana se encarga de poner su mano sobre mi libro, no puedo evitar suspirar. No me gusta que me hagan molestar, cuando me molesto soy muy explosiva.
—Yo, en cambio, he escuchado que te encontraron con un pene que no era el de tu novio en la boca —digo y Katherine ríe.
—No te la des de listilla, crees que porque tus hermanos sean famosos puedes hacer lo que quieras.
—Seriamente estoy confundida, no sé si estoy actuando para una serie o estoy en una mala imitación de una película de chicas pesadas con mi propia Regina.
—Creo que es más la segunda opción —musita Katherine sin dejar de dibujar.
—No quieras parecer muy…
—Seana, cariño, estoy ocupada estudiando… ¿Qué tal si vuelves cuando esté menos ocupada para realizar tu imitación barata y vergonzosa hollywoodense?
Al menos ella se sonroja antes de retirarse, no sin antes darme lo que, supongo, debe ser una mirada atemorizante, ruedo mis ojos hacia Katherine quien me sonríe entretenida.
—¿Cómo está eso de que fuiste una perra con Josh? Estaba por preguntarte por qué no estaba merodeando a tu alrededor.
—Dejamos de salir, olvidé mencionarlo.
—Sí que olvidaste mencionarlo. ¿Lo dejaste varado en Liverpool?
—Me hizo molestar, era preferible eso a golpearlo.
—No te veo como una persona violenta —me indica sin dejar de dibujar y sonriendo todavía—. Seana, realmente se cree en una película, en serio que ella parece un chiste.
—Totalmente, debería estar más interesada en aprobar sus materias y en no ser pillada dándole sexo oral a chicos que no son su novio.
—La boca de ella sí que es una boca sucia, la de Dexter solo es una boca llena de malas palabras.
—Lo sé, pero nunca le digas a Dexter que admití que su boca no es sucia.
—Secreto guardado —dice, guiñándome un ojo antes de mostrarme un dibujo rápido de Seana rodeada de cámaras y con una mueca graciosa que me hace reír.
—Como siempre, muy buen dibujo, Katherine.
—¿Qué puedo decirte? Ella me inspiró.
• • •
8 de septiembre, 2012.
Toco la puerta al menos tres veces antes de que Andrew sin camisa abra la puerta, no me acostumbro al hecho de que Andrew este viviendo temporalmente con Doug y Ethan.
—Es una agradable sorpresa Hil.
—Lo mismo digo Andrew, pero no es sano que abras la puerta sin camisa, siempre podría tratarse de una mujer hormonal que proceda a violarte.
—Tomaré nota de tu advertencia —me informa haciéndose a un lado dejándome pasar, por supuesto que al entrar Doug de igual forma se encuentra sin camisa en el sofá.
Siento mis mejillas un poco calientes pero lucho contra el sonrojo, por supuesto que pierdo la batalla pero me encargo de ocultarlo un poco con mi cabello.
—Princesa Jefferson, es bueno verla —anuncia Doug desde el sofá con una sonrisa.
Cierto, no suelo visitar a estos chicos, soy más de verlos cuando la ocasión lo amerita, tal como sucede ahora. Le devuelvo la sonrisa a Doug.
—Lo mismo digo, Doug. ¿Qué pasa con ustedes y las camisas?
—Sucede que este es un apartamento de hombres, agradece que no estamos desnudos —anuncia Ethan saliendo de una de las habitaciones y estoy muy segura que para molestarme se quita ropa uniéndose al club de «hombres sin camisa».
Finjo no sentirme incómoda ni tentada a echar grandes vistazos a los tres, después de todo no se me puede culpar por querer ver.
Lo cierto es que cuando solo hablo con Doug soy tímida o, al menos, no lo miro a los ojos, pero cuando hay más personas a nuestro alrededor puedo hablar con más confianza.
—Si Dexter y Harry vieran que están haciendo el show de «sin camisa para sonrojar a Hilary» los patearían.
—Cierto, es una suerte que ellos no estén —dice Ethan al tiempo que saca una cerveza de la nevera—. ¿A qué debemos tu grata sorpresa?
—Vine a pedirle un favor a Doug.
—¿A mí? —pregunta el aludido con sorpresa.
—Aparentemente eres el único que se llama Doug aquí —dice Andrew rodando sus ojos.
—Lo sé, solo estoy sorprendido, no seas una perra odiosa, Andrew.
—Soy tan perra como me plazca rubia —dice Andrew haciéndome reír.
—¿En qué podría ayudarte yo?
Respiro hondo antes de acercarme y sentarme a su lado, procurando estar lo más lejos que puedo, ver tanta piel desnuda de su cuerpo no es sano, más cuando Ethan y Andrew también están exponiéndose.
Debo pedir el favor y salir de esta casa llena de testosterona lo más pronto posible.
—Este es el primer y gran favor que te pido.
—De acuerdo, suéltalo, princesa Jefferson.
—Es algo vergonzoso pedirte un favor —digo, viendo momentáneamente mis manos. Creo escuchar a Ethan reír.
—¿Qué tan vergonzoso puede ser? —me cuestiona Doug con una sonrisa amigable—. ¿Vas a preguntarme si tu culo se ve gordo en pantalones ajustados? Porque seriamente creo que tu culo luce grandioso cuando usas pantalones como esos.
—¡Doug! —digo, cubriendo con mis manos las mejillas que en poco tiempo se sonrojaran. Ethan y Andrew estallan en carcajadas.
—Vale, de acuerdo, quizás entonces vas a preguntarme cuál es el área que más calienta a un hombre o quizás quieres preguntarme de qué tamaño la tengo.
Abro mi boca con sorpresa mientras Andrew y Ethan ríen con más fuerza, hago ademán de levantarme porque creo debo salir de este apartamento, pero Doug toma mi muñeca y me obliga a sentarme de nuevo mientras me da una sonrisa amable nuevamente.
—Estaba bromeando princesa, no huyas —dice riendo suavemente—, solo intentaba hacerte saber que lo que sea que vayas a pedir no puede ser tan vergonzoso.
—De acuerdo —digo no muy segura.
—Ahora dime en qué puedo ayudarte.
—De acuerdo, intenté que Dexter y Harry lo hicieran por mí, pero ellos están un poco ocupados, es por ello por lo que recurro a ti.
—No divagues —me recomienda Andrew.
—Necesito que, por favor, consigas entradas para mí del concierto de Ashton Bratter —suelto rápidamente. Doug me observa con incredulidad enarcando sus cejas.
—¿Ese es el favor que tanta vergüenza te daba preguntarme?
—No me gusta andar pidiendo —me defiendo, él niega con su cabeza y sonríe.
—No es la gran cosa Hilary… ¿Cuántas entradas necesitas?
—Dos, y si consigues que pueda entrar al camerino luego del concierto mucho mejor.
—¿Esto tiene que ver algo con Katherine? —me cuestiona, niego con mi cabeza con rapidez, soy malísima mintiendo—, de acuerdo, fingiré que te creo. Conseguiré el pase y entradas para ti.
—¿Lo harás?
—Lo haré, quizás en dos días ya pueda tenerlas… ¿Bien?
—Estupendamente bien —no puedo evitar brindarle una gran sonrisa que él me devuelve. Luego Andrew carraspea.
—Alguien debe mostrarte, Hil, lo que es realmente pedir un favor vergonzoso —dice Andrew con una sonrisa antes de guiñarme un ojo—, voy de salida… ¿Te esperas a que me ponga la camisa y te lleve o te quedarás?
—Sí, puedo esperar por ti, gracias —digo aceptando la oferta.
Doug tira de un mechón de mi cabello teniendo mi atención, él no debería tener el rostro de un niño bueno cuando tiene una mente tan perversa, pero cuando sonríe de esa forma te das cuenta de que él está lleno de picardía.
—Siempre que necesites un favor puedes acudir a mi Princesa Jefferson, soy un siervo a su merced.
—¡Que romántico, Doug! —exclama Ethan, pasando tras de él y revolviendo su rubio cabello.
—Jódete, perra.
—Jódete tú, rubia —es la respuesta de Ethan.
Doug ríe un poco antes de verme una vez más.
—No lo olvides, siempre que necesites un favor de mí, no dudes en pedirlo… ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
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17 de septiembre, 2012.
Camino de un lado a otro intentando calmar a Halle quien no para de llorar, obviamente mi sobrina tiene hambre y Kae aún no sale de bañarse.
—Ya, cielo, calma —murmuro palmeando su espalda, pero ella se remueve y llora con fuerza. La acuesto en el sofá e intento poner el chupete en su boca pero ella lo expulsa una y otra vez mientras arruga su rostro.
Me asusto cuando, además de lágrimas, su rostro está increíblemente carmesí, eso no luce bien. Mi sobrina realmente tiene hambre.
Ubico una mano en su estómago mientras se lo acaricio y ella llora un poco más bajo, la observo con curiosidad y se me hace que quizás el tener hambre le ha creado algunos gases que le causan malestar.
La cargo y procedo a palmear su pequeña espalda buscando esos gases que la tienen tan molesta y llorona. Tras dos minutos suspiro con alivio al sentirla liberar el primer gas, y aunque aún lloriquea un poco, está más calmada.
—Ah, pobrecita mi Halle, tenía unos malos gases —musito, caminando por la sala del apartamento de mi hermano y buscando todo esos molestos gases.
Es cuando ha liberado dos gases más que Kaethennis, con una toalla y su cabello, goteando aparece por el pasillo, parece frenética, supongo que el que Halle lleve minutos llorando sin parar la ha alarmado.
—¿Qué sucede? —pregunta, llegando hasta mí tomando a Halle de manera amable de mis brazos.
—Tenía gases y tiene mucha hambre.
—Oh, tranquila, cielo, mami está aquí —murmura contra su cabeza mientras se da la vuelta para sacar su pecho, supongo. Kae no es de esas mujeres exhibicionista, es reservada a la hora de alimentar a Halle, por lo que le extiendo la manta para que se cubra a gusto mientras se sienta en el sofá a amamantarla.
—¿Quieres que vaya por una toalla para secar tu cabello? Estás haciendo un desastre.
En respuesta, Kaethennis ríe mientras asiente con su cabeza, pero se concentra en susurrarle palabras a la bebé que la observa atenta mientras come.
Una vez tengo la toalla me dirijo hacia ella y comienzo a secar su cabello, no es difícil deducir porque Harry no mira a ninguna otra mujer, solo tiene ojos para ella. Uno de los rasgos particulares que me gusta de mi cuñada, es su cabello. Su cabello es increíble entre ese color caoba y rojo que resulta increíble con su color de piel, cabello que mi sobrina se encargó de heredar.
—Gracias, Hilary, creo que es la ducha más larga que he podido tener en algún tiempo, aunque Harry me ayuda con ella cuando me baño. Cuando estoy sola debo bañarme de manera veloz.
—Parece algo duro eso de ser madre.
—Créeme, lo es, pero es maravilloso, vale la pena. Te lo dice una mujer que lo máximo que imaginaba era tener un perro.
No puedo evitar reír mientras me siento a su lado y tomo la pequeña manito de Halle, quien se encarga de apretar mi dedo mientras se alimenta y mantiene la vista sobre Kae, mi cuñada me da una sonrisa.
—Escuché que estás en eso de ayudar a Katherine a recuperar a Ashton.
—Totalmente estoy en ello, soy creyente de que su relación tiene solución.
—También lo creo, solo que ella es muy terca —rueda sus ojos—, ella mencionó que conseguirías las entradas.
—Sí, de hecho Doug quedó en encontrarme para dármelas en un par de horas.
—¿Doug? —me pregunta con una pequeña sonrisa, rápidamente concentro mi mirada en mi sobrina, escucho a Kae reír—, entonces sí escuché bien y dijiste «Doug».
—Sí, Doug, tiene sentido, digo es el amigo de Ashton y…
—Oye, tranquila, lo sé, no dije nada —me asegura, pero su sonrisa divertida dice lo contrario, yo, de verdad, no puedo ser tan obvia o mis hermanos me hubiesen encerrado lejos de Doug—, tiene sentido que sea Doug.
—Es lo que he dicho —digo, pasando una mano por mi cabello.
Por unos largos segundos Kaethennis me mira fijamente, luego me regala otra sonrisa mientras ladea su cabeza a un lado.
—¿Eres consciente de que eres hermosa, verdad? Porque, déjame decirte, que eres una de las mujeres más hermosas que he conocido, creo que tu belleza puede resultar intimidante para cualquier chico —dice y no puedo evitar sonreír, puedo aceptar ese tipo de cumplidos de personas de confianza.
—Gracias, soy de ese porcentaje de personas que fueron producto de padres que supieron mezclar genes.
Kae ríe mientras se asegura de que Halle este comiendo, la puerta del apartamento se abre y ella se sobresalta como si intentara correr a su habitación puesto que aunque una manta cubre la cabeza de Halle comiendo, ella se encuentra cubierta por una toalla, pero solo se trata de Harry, quien le da una gran sonrisa y una mirada de apreciación que no se me escapa. Mi hermano realmente está loco por ella, es impresionante notar la manera en la que la mira.
—En dos horas paso por Dan al kínder, pero pensé en traerle comida a mis chicas, y sí, Hil, te estoy incluyendo —dice, besando mi frente antes de inclinarse hacia Kae y besarla—, luces caliente con solo una toalla.
—¡Por Dios, Harry!, te he escuchado —le indico rodando mis ojos—, puedes guardarte tus halagos para la intimidad.
Él me saca la lengua infantilmente antes de besar la cabeza de Halle quien se mantiene con la vista fija en su mami. Mi hermano camina hacia la cocina con las bolsas que parecen contener comida china, lo sigo.
—Pensé que tenías clase.
—No, mi profesor de hoy no fue y decidí venir a acompañar a Kae, como ella está entre la niña y movilizándose con lo de la editorial.
—Gracias entonces por eso —dice, movilizándose por la cocina.
—Pero en dos horas tengo que acudir a otro lugar.
—Yo pasaré por el pequeño Jefferson en dos horas. ¿Quieres que te acerque al lugar?
Tardo unos segundos en responder, mientras Harry me mira enarcando una de sus cejas como si sospechara algo, no tengo nada que esconder ciertamente. Solo voy por unas entradas que Doug consiguió para mí, pero por alguna razón no quiero decirle eso a mi hermano mayor.
—Uhm, no, no te queda cerca, prefiero tomar un taxi.
—¿Cuándo comenzarás a usar el auto que Dex y yo te regalamos?
—Cuando no me dé miedo conducir, Harry, me da pavor todos esos autos, se siente como mucha presión sobre mí y todos esos maleducados sacando su dedo cuando voy muy lento.
—Es que lo haces muy lento, Hil, pareces abuelita.
—¡Me da miedo! —exclamo frustrada.
—Vale —concede riendo y guiñándome un ojo—, pero debes prometerme que te pondrás en ello o gastarás todo tu dinero en taxis. Tienes un auto en casa que está deseando ser usado por ti y Dexter comienza a enloquecer ante el hecho de que no lo usas, él piensa que no te gustó nuestro regalo de cumpleaños.
—¡Por supuesto que me gustó!
—Sí, pero ya sabes que Dexter tiene una tuerca perdida —rueda sus ojos y me ofrece un plato lleno de comida china junto a palillos—. ¿Me lo prometes?
—De acuerdo, lo prometo.
• • •
Miro alrededor del parque esperando encontrar a Doug, pero no lo encuentro. Frunzo el ceño porque se supone él ya debería estar aquí con mis entradas.
«Ya estoy aquí, ¿En dónde estás?» escribo y envío rápidamente, muy pocas veces le envío mensajes, de acuerdo, nunca le envío mensajes quizás solo cuando es su cumpleaños, Navidad y Año Nuevo cuando no lo recibe junto a mis hermanos.
Es extraño que aun cuando me guste Doug, parece que siempre he estado evitando tener contacto con él.
—¿Lista para recibir su pedido, princesa Jefferson? —pregunta detrás de mí haciendo que inmediatamente de la vuelta.
Lleva un gorro de lana color verde muy claro y gafas de sol cubriendo sus ojos, supongo que está intentando ocultarse y no llamar la atención, lo cual agradezco, no quiero que luego Harry pregunte por qué mentí, porque ni yo misma conozco la respuesta a esa pregunta.
—Tengo la teoría de que cuando ustedes se esconden más rápido los descubren, pero ciertamente ahora puedes hacerte pasar por un chico normal.
—¿Es que yo no soy normal? —me pregunta con una media sonrisa, cruzo mis brazos y él niega con la cabeza—, si te cruzas de brazos haces que mi mirada inmediatamente viaje a tus pechos porque obtengo una buena vista.
Inmediatamente descruzo mis brazos mientras que, para mi sorpresa, le doy un suave golpe en el brazo. Él ríe mientras acomoda las gafas sobre su nariz.
—Te tengo una buena y mala noticia, ¿cuál quieres primero?
—Como gustes.
—De acuerdo, pero primero vayamos a aquel local, compramos un helado, nos sentamos y te doy las noticias… ¿O tienes alguna clase?
—Estoy libre.
Él toma esa respuesta como señal suficiente como para caminar hacia el local, me quedo ahí parada y admito que, por un momento, estoy evaluando su trasero, un buen trasero, sacudo mi cabeza y lo alcanzo con rapidez.
—¿Tú no tienes nada que hacer?
—No, todo lo que tengo que hacer es darte las entradas.
Una vez estamos en una mesa apartada, él con un gran helado de fresa y chocolate y yo con un brownie con helado, parece decidido a darme lo que hace un minuto él llamó «grandes noticias» no sé si creerle, a veces él puede ser muy bromista o tender a exagerar las cosas, simplemente con Doug McQueen nunca se sabe que puede pasar.
—Bueno, la gran noticia es que conseguí las entradas para ti —anuncia y no puedo evitar darle una gran sonrisa—, vaya, realmente tienes una bella sonrisa.
—La noticia Doug…
—Veo que cambias de tema —dice, escrutándome una vez se quita las gafas de sol, me remuevo incómoda—. ¿No te gusta recibir cumplidos?
En respuesta, me encojo de hombros, sé aceptar cumplidos, principalmente porque soy consciente de mi apariencia física, pero es demasiado disparador de nervios cuando los cumplidos vienen de alguien que consideras platónico y del que huyes.
—Pues, debes acostumbrarte, apuesto a que los chicos te lo dicen con frecuencia —me informa—, bueno, la mala noticia es que no pude conseguirlos para este fin de semana.
—Pero dijiste que…
—Déjame terminar, no seas maleducada —bromea—, los conseguí para la función de la semana de arriba… ¿Te sirve de ese modo?
—Sí, sí, me sirve, infinitas gracias y…
—Espera —me interrumpe llevando una cucharada de helado a sus labios—, hay otra noticia.
—Pensé que únicamente tenías dos noticias que darme.
—Pues, esta es una noticia genial —anuncia, dando falsos aplausos que me hacen reír—, no conseguí dos entradas, en realidad conseguí tres.
Lo miro confundida y eso parece divertirlo más, claro que Doug es un experto en confundir a las personas y resultar exasperante.
—¿Y qué voy a hacer yo con tres entradas?
—Esa es la noticia genial, una entrada para ti, una para Katherine y otra para mí. ¿No es genial? Juntos en un concierto.
—Oh…
—Diría que es una cita, pero yo no tengo citas.
Yo me limito a observarlo, no era precisamente lo acordado en el plan; pero, entonces, él muy bien siempre se sale con la suya.
—¿Por qué irías con nosotras?
—Porque voy a asegurarme de que no te metas en problemas, Hilary, es mi deber como amigo de tus hermanos.
—No necesito niñera, tengo 20 años y puedo cuidarme muy bien.
—Tómalo como una medida de seguridad extra.
—No quiero que vayas —digo con firmeza lo cual le sorprende.
—Pues esta es la cosa Hilary, no son dos entradas, son tres. O van conmigo o tan sencillo como que no van.
Y para recalcar su punto saca las tres entradas frente a mí, lo miro de mala gana, debería entender que no me gusta estar a su alrededor porque me hace ser una tortuga que se esconde en su caparazón y no me gusta parecer una gelatina ni sentir que mi corazón saldrá en algún momento de mi pecho.
Él debería entender que los platónicos no deben interactuar con la persona que los tienen de ese modo, digo, ahí es donde está la ciencia de ser un platónico, pero, por supuesto, que él no hará mi vida más sencilla.
Katherine me deberá una grande.
De mala gana estiro la mano para tomar los boletos, pero Doug niega con su cabeza mientras la aleja, resoplo.
—No las obtendrás así de sencillo, yo pasaré por ustedes…
—No necesito que pases por nosotras.
—Veo que la princesa Jefferson por primera vez parece sacar las garras —dice para fastidiarme lo cual consigue—, está bien, no pasaré por ustedes, pero evidentemente debemos encontrarnos allá, le diré a tus hermanos…
—No, de ninguna manera vas a decirle.
—¿Por qué?
—Porque es mi vida y mis decisiones, no veo que Dexter me esté diciendo cuándo se arrima a una fulana o que Harry me esté diciendo qué va a hacer a cada hora del día, son mis hermanos, no mis guardianes.
—¿Por qué estás tan molesta sobre lo que pueda decirles?
No le respondo. Me limito a dar un bocado a mi brownie, sabiamente interpreta mi silencio como la señal de que desde luego no voy a decirle.
—Vale, no le diré; pero, entonces, no debes hacer ninguna mierda loca o jodida que pueda meterme en problemas con ellos, Hilary.
—Bueno, lo primero es recordarte que yo no te invité a venir, asume tus consecuencias.
—Oh bueno, ahora resulta que eres capaz de amenazarme.
—Soy capaz de muchas cosas Doug.
—Estoy dándome cuenta de eso, créeme.