Читать книгу El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany - Страница 23

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Capítulo XVI

Vale, ahora que lo pienso quizás sí debo comenzar a conducir más rápido, no es normal que un viaje que debía tomarme quince minutos me tomará cuarenta. Apago el auto en el estacionamiento en el puesto que dice claramente «visitante» y respiro hondo.

Los seres humanos cuando tenemos un momento de valor actuamos por impulso, pero cuando se está cerca del objetivo que te planteas, el miedo se instala, lo cual es lo normal, pero esos miedos deben vencerse.

—Realmente he venido —murmuro sin dejar de respirar. Estoy nerviosa.

Tamborileo mis dedos sobre el volante mientras el auto se mantiene en silencio. Ya he venido. No puedo echarme para atrás, ni siquiera quiero arrepentirme de estar aquí.

«Hilary, ya estás aquí, baja del auto» me ordeno en voz baja.

Tomo la botella del asiento de atrás la abro y huelo un poco, arrugo mi rostro, el olor a licor es sumamente fuerte.

Empino la botella y doy un trago un poco largo que hace que mis ojos se humedezcan ante la quemazón que pasa desde mi garganta a mi estómago.

—¿Qué se supone que es esto? ¿Fuego? —cuestiono, viendo la botella antes de dar un segundo trago algo más corto; después de todo, no estoy pretendiendo embriagarme, solo necesito un poco de chispa.

Dejo la botella a un lado y suelto mi cabello, pasando los dedos a través de las pocas ondas que posee. Quito mi abrigo quedando en el vestido sencillo de botones y floreal que estoy usando desde la celebración del cumpleaños de Adam.

Rebusco entre el auto para dar con un brillo labial, ni siquiera necesito rubor. Mis mejillas están completamente sonrojadas.

Bajo del auto y corro rápidamente hacia la entrada del edificio, hace frío y ya que el abrigo no forma parte de mis planes es mejor darme prisa.

Extrañamente también siento frío en mis pies, bajo mi vista y quiero golpear mi frente.

—Mierda —digo, dándome cuenta de que llevo pantuflas, las sandalias las dejé en la habitación. Salí tan deprisa que no lo noté.

Bonitos zapatos los que llevo, ¿eh? Que se perciba fuertemente el sarcasmo con el que quiero manifestarlo.

La reja está cerrada pero un ángel que todo lo ve y todo lo sabe o mejor dicho, el vecino que al parecer tenía mucha hambre aparece con una caja de pizza y me cede el paso para entrar al edificio e igualmente antes de ingresar al ascensor.

No me pierdo el hecho de que dicho vecino algo mayor está evaluando mis piernas desnudas. Cuán incómodo resulta esto.

Me siento muy despierta debido a los dos tragos. Siento como un viaje de adrenalina por mi sangre y mucho más relajada sin estar ebria, eso está bien.

—Entonces, ¿qué haces a estas horas por aquí? —cuestiona el vecino.

Estoy segura que esa suena como la frase de una película de terror. Mi respuesta es encogerme de hombros sintiendo alivio cuando el ascensor abre sus puertas en el piso en el que quiero bajar.

—Ya sabes, siempre si quieres puedes venir a comer pizza conmigo —grita antes de que las puertas del ascensor se cierren. No puedo evitar reír.

Me tomo mi tiempo para caminar por el pasillo hasta llegar al apartamento que puede reducirse a mi destino final por el día de hoy. Aliso mi vestido, veo hacia atrás, bueno, quizás Dexter cuando dijo algo como «está jodidamente corto» tenía razón, es holgado, pero estoy segura que si me agacho a recoger algo, el comienzo de mi ropa interior quedará a la vista.

Pero me encanta este vestido, es lindo y nada vulgar.

Respiro hondo y toco el timbre.

No hay ningún sonido o respuesta tras algunos segundos, por lo cual lo toco una vez más.

Sería el colmo y tener muy mala suerte si Doug no está aquí.

¿Qué pasa si se fue con Milla? ¿Si decidió después de tanto tiempo volver a sus andanzas?

Me digo que tengo que tener confianza, no tengo por qué dudar cuando Doug dice que ahora no está interesado en eso y que en todo caso no debo juzgar porque es su vida y no me debe explicaciones, aun cuando quiera recibirlas.

Toco una vez más el timbre, si no contesta me iré.

Como si supiera mis intenciones de irme, la puerta de un momento a otro se abre y un Doug con el cabello despeinado, sin camisa y el pantalón con la cremallera y botón abiertos, dejando a la vista un bóxer color blanco, abre la puerta. Yo no puedo evitar recorrer con mi mirada semejante vista.

No es cuestión de los dos tragos comenzar a sentir calor, es cuestión de Doug.

Él me observa con evidente sorpresa mientras bosteza un poco, creo que estaba durmiendo o quizás estaba con alguien, ante ese pensamiento no puedo evitar alzarme sobre mis pies intentando ver detrás de él.

—¿Estás buscando a alguien? —pregunta al tiempo que rasca su barbilla. No se ha afeitado el suave rastro de barba rubia.

—¿Es este un mal momento?

—¿Me preguntas esto dándote cuenta de que van a dar las doce de la noche?

Me encojo de hombros, realmente no presté atención a la hora, él se estira haciendo que la cinturilla del bóxer sea más visible puesto que su pantalón cae más abajo, qué tentación.

Parece que se despereza y se da cuenta de que de verdad estoy afuera de su apartamento porque abre los ojos y me ve. Realmente me ve tomando el tiempo de evaluar con mayor interés ciertas áreas de mi cuerpo. Tengo tanto calor.

—Esos son unos zapatos muy cómodos, ¿cierto? —es lo que dice tras un silencio, pasa una mano por su cabello—. No hay nadie, Hilary, ninguna mujer. Estaba durmiendo.

—Vale.

—Estoy muy curioso de saber por qué estás aquí a estas horas haciéndome una visita con un vestido que no me inspira precisamente pensamientos angelicales.

Sonrío de costado, eso es algo bueno de escuchar. Después de todo, salir del auto con el frío y sin abrigo valió la pena.

—Lo mismo pensó tu vecino del piso de arriba, el que usa grandes gafas.

—Hijo de perra —murmura frunciendo el ceño.

No puedo evitar reír mientras lo veo a través de mis pestañas. Me gusta tanto, tanto, pero tanto, que estoy comenzando a tener malos pensamientos, sobre todo por la manera en la que está expuesto.

—¿No vas a invitarme a pasar?

—Quiero hacerlo, pero luego pienso en que no hay nadie adentro y cuán peligroso puede resultar eso.

—¿Andrew y Ethan?

—Están en alguna discoteca de fiesta junto a Dexter y otras personas.

—¿Y por qué no fuiste?

—No me apetecía.

Evalúo su respuesta y luego sonrío ampliamente; está siendo un hombre tranquilo, debería sentirme mal por haberlo despertado, pero no me importa mientras me abro paso dejándolo detrás de mí para entrar al apartamento.

—Bueno, en ese caso, yo sola me invito a entrar —es lo que digo caminando hacia la sala, hoy me siento valiente y arriesgada.

Escucho como cierra la puerta y me parece que masculla algo, como una plegaria lo cual me divierte.

Me doy la vuelta observándolo, estamos solos. Muy solos.

—No me mires de ese modo, Hilary.

—¿De qué modo?

—Como si me evaluaras y desearas algo de mí —dice, aclarando su garganta para que su voz no se perciba de la manera ronca en la que suena—. ¿Cómo has llegado hasta aquí?

—Conduciendo —respondo—, tardé más de lo debido, pero creo que cada vez lo hago mejor.

—Apuesto a que sí.

Siento calor y una especie de adrenalina con fuerzas, como si cada parte de mí me gritara «hazlo», nunca me he sentido tan decidida a tomar y hacer lo que quiero, es una sensación desconocida pero muy agradable.

Respiro muy hondo mientras me quito las pantuflas a pesar de que hay calefacción el suelo está un poco frío.

—Veo que estás poniéndote cómoda… ¿Quieres algo de tom…? —se calla abruptamente viendo mis dedos dirigirse al primer botón frontal de mi vestido—. ¿Qué estás haciendo?

—Nada —digo, desabotonándolo y continuando con el siguiente, sin dejar de verlo.

—Eso no luce como nada —carraspea su garganta—. Hilary, por qué mejor no dejas esos bonitos botones… ¡Mierda! Princesa, estás comenzando a mostrar tu sujetador.

—¿De verdad? —pregunto, siguiendo con el cuarto botón, haciendo que mi vestido se abra un poco dejando una vista completa de mi sujetador clásico rosado y el comienzo de mi torso.

La manera en la que las pupilas de Doug comienzan a dilatarse mientras parece intentar no ver la piel que voy dejando expuesta, es sorprendente. Nunca me he sentido con más poder sobre una persona como lo hago justo ahora.

Tampoco había tenido alguna vez con tanta fuerza ese sentimiento de seguridad y confianza que estoy experimentando. No tengo miedo ni estoy teniendo pensamientos acerca de si esta puede resultar una mala decisión o una descabellada decisión.

No quiero pensarlo demasiado, quiero vivir el momento y obtener lo que quiero.

—Hilary, princesa… —jadea cuando la línea de botones abiertos se hace hasta debajo de mi ombligo y no pienso detenerme—. Joder, joder, joder, mil veces mierda… ¡Hilary para, para!

—Pero si no estoy haciendo nada.

—¡Desde luego que sí!

Termino con los últimos botones del vestido dejándolo abierto, mis bragas son negras, no es un conjunto, pero al menos creo que luce bien la combinación y creo que a Doug también le parece, puesto que relame sus labios antes de apartar la mirada.

—Solo tenía un poco de calor.

—Puedo apagar la calefacción, pero mierda, debes vestirte de nuevo… No, no, Hila… —arrojo el vestido a un lado, mientras me estiro—. ¡Joder! Me está doliendo, Hilary, está doliendo mucho mi pene, por favor…

—Oh, lo siento, Doug.

—¿Mujer qué estás haciendo?

Comienzo a caminar hacia la cocina, paseándome en ropa interior como si este fuese mi apartamento y como si el hecho de estar cubierta por pocas prendas de ropa fuese algo normal y cotidiano en mi vida.

Siento mis piernas un poco temblorosas, pero es normal; sin embargo, me proyecto como una mujer segura de lo que hace.

Abro el refrigerador y siento a Doug caminar hasta mí. Tomo un vaso de jugo y, al voltearme, lo encuentro con su vista muy baja, apuesto a que estaba en mi trasero.

Sostiene el vestido en su mano mientras su boca se abre y cierra continuamente, como si ni siquiera supiera qué decir. Bajo mi vista hacia su pantalón, cuando yo llegué definitivamente su parte delantera no lucía de ese modo. Doug ha crecido en un buen sentido.

Termino el jugo y camino hacia la sala para luego emprender hacia su habitación, creo que lo escucho maldecir, en algún momento, su fuerza de voluntad va a quebrarse, la mía desde luego se mantendrá en pie.

Quiero esto.

—Hilary, estoy disfrutando de toda la vista. De verdad pareces sacada de una fantasía… Mierda, tienes un jodido cuerpo pero… Princesa, será mejor que…

Se detiene abruptamente cuando entro a su habitación y cierro la puerta detrás de él. Nunca he visto los ojos de Doug tan abiertos como ahora ni mucho menos tan oscuros. Incluso, él tiene un rastro leve de sudor en su frente.

Tomo mi vestido de su mano y lo arrojo a algún lugar sin dejar de verlo, me acerco de tal manera a su cuerpo que su torso desnudo choca con el mío haciéndome sentir su piel. Hace un pequeño ruido mientras cierra sus ojos con fuerzas.

Está a instantes de quebrarse y dejar de luchar. Puedo verlo.

Me pongo de puntillas mientras presiono mis labios cerrados sobre los suyos, él aún mantiene los ojos cerrados. Creo que tiene una batalla interna, incluso sus manos están cerradas en puños.

Vamos Doug, solo cede.

Abre sus ojos muy lentamente mientras yo retiro mis labios de los suyos. Su pecho sube y baja en constantes respiraciones, me ve de manera muy fija, como si estuviera descubriendo algo en mí, luego sus dedos se deslizan por mi mejilla con delicadeza.

Estoy concentrada en su suave caricia, pero de un solo movimiento una de sus manos atrapa mi cintura pegándome a su cuerpo antes de presionar con intensidad sus labios sobre los míos.

Jadeo ante la sorpresa, lo cual le da la oportunidad idónea para que su lengua se adentre a mi boca comenzando un beso tan intenso y apasionado que amenaza con marearme. Me mantengo en las puntas de mis pies mientras enredo mis manos en su cuello deleitándome con el sabor de su boca y los roces de nuestras lenguas.

Sus manos de mi cintura ascienden hasta el centro de mi espalda, presionando una de sus manos para tenerme más cerca. El que estemos tan cerca me permite sentir su entrepierna dura contra mi vientre, bueno, ahora puedo comenzar a ponerme nerviosa porque, desde luego, eso no se siente inofensivo.

Deja ir mis labios dándome la oportunidad de respirar, pero entonces sus labios comienzan a dejar suaves besos húmedos por mi barbilla hasta esparcirlos a lo largo de mi cuello.

En algún momento, entre tanta lectura de novelas y libros, llegué a pensar que los escritores exageraban este tipo de momentos, pintándolos como algo que te deja sin habla y corta la respiración, pero lo cierto es que no lo exageraban ni agrandaban, justo ahora se siente como que no tengo una palabra correcta para describir cómo me siento.

Sus manos comienzan a bajar hasta detenerse en mi trasero y sostenerlo, es la primera vez que me escucho gemir, los vellos de mi cuerpo se erizan mientras siento su lengua acariciar mi cuello antes de dejar un beso.

—Quería de verdad dejarte intacta —murmura contra mi piel en una fuerte respiración—, no quería arruinarlo, pero, mierda, simplemente no puedo detenerme ahora, no puedo.

Atrapa mis labios de nuevo entre los suyos haciéndome caminar de espalda, no tardo en toparme con la cama y caer sobre esta, él se inclina sobre mí observándome.

—No tienes ni idea de cómo se siente esto justo ahora, Hilary.

—Créeme, me hago a una idea.

Sus labios se presionan sobre los míos brevemente antes de comenzar a descender, dejando un rastro de besos que van desde mi cuello pasando por el centro de mis pechos hasta mi ombligo.

Vuelve a traer sus labios a mi barbilla antes de escabullir sus manos bajo mi cuerpo llegando a mi espalda y acariciando tentativamente el broche del sujetador. Se separa solo un poco para observarme.

—Princesa, si yo quito el broche entonces no podré detenerme, si quieres que me detenga, dímelo justo ahora, no voy a molestarme.

—¿Bromeas? —pregunto con mi respiración sofocada, es normal estar nerviosa ante lo desconocido—, acabo de seducirte… ¿Sabes cuán difícil ha sido eso?

—No creo que te llevara mucho —me da una sonrisa antes de bajar su rostro y comenzar a besarme mientras sus dedos deshacen el broche de mi sujetador.

Me hace removerme un poco para sacarlo de mi cuerpo y, mientras se mantiene besándome, su pecho desnudo roza con el mío haciendo que las cimas de mis pechos de frunzan y eleven.

Su lengua se enreda con la mía al tiempo que una de sus manos acaricia mi costado izquierdo y la otra se mantiene apoyada sobre la cama procurando no dejar caer todo su peso sobre mí, aun cuando eso a mí no me importaría.

Por un momento cuando deja de besarme y se aleja para observarme me aferro con fuerza a sus hombros, nunca he estado desnuda ante un hombre y por un momento siento la necesidad de proteger la desnudez de mis senos, pero recuerdo que solo se trata de Doug quien me da una sonrisa y relajo mi cuerpo bajo el suyo.

Su mirada va descendiendo poco a poco, desde mi rostro pasando por mi cuello, sé el momento en el que llega al área de mi cuerpo recientemente desnuda porque un respiro hondo escapa de sus labios.

Sus dedos acarician de manera muy leve los contornos de mis senos, una acaricia tan lenta y suave que me hace estremecer ante la sensación que envía directamente a mi vientre e, incluso, entrepierna.

Ahora sé que las novelas en algunas cosas no mienten. Estas sensaciones son muy reales.

No necesito que diga algo como «qué hermosa eres» porque la manera en la que me mira me hace sentir y darme cuenta de la forma en la que me está percibiendo, no necesito de sus palabras para saber lo que piensa ante mi desnudez.

Cuando una vez más comienza a dejar un rastro de besos por mi cuello sé dónde sus labios van a terminar, pero, aun así, ninguna preparación puede ser la adecuada para el momento en el que tengo sus labios sobre uno de mis pechos y posteriormente lo saborea a su antojo.

¡Oh, mierda! Por esta noche dejaré escapar tantas malas palabras se necesiten para expresar estas sensaciones.

Una de su mano acaricia mi pecho libre, entreteniéndose particularmente con pulgar y dedo índice. Ruedo mis ojos mientras una de mis manos se presiona en la sábana y la otra en su cabello.

Creo que ciertos sonidos escapan de mis labios, incluso creo que murmuro palabras incoherentes que estoy segura ninguno de los dos llegamos a entender.

Mis bragas han de ser un desastre.

Se detiene en mis pechos por un buen rato, teniéndome bajo su cuerpo jadeando y pidiendo más de algo que mi mente conoce pero que mi cuerpo nunca ha explorado.

Quizás, solo quizás, yo podría mencionar justo ahora la inexistencia de una vida sexual antes de esto, pero ¿qué pasa si eso solo lo hace retroceder? Se siente como que esas palabras «soy virgen» justo ahora estarían sobrando.

Cuando creo que pasaré por la vergüenza de alcanzar un orgasmo, el primero, de hecho, con su boca y mano en mi pecho, él se detiene y asciende mirándome con una sonrisa a la vez que roza su nariz con la mía.

—Creo que gimes de una manera muy agradable de escuchar —murmura, acariciando con sus manos mis muslos, rozando tentativamente los bordes de mis bragas—, realmente un sonido muy lindo.

—¿Estás burlándote de mí en un momento como este? —susurro y su rostro está tan cerca que mis palabras muy bien pudieron perderse dentro de su boca.

—Hablo muy en serio, mira lo que causa tu cuerpo y los sonidos —no me da tiempo a procesar sus palabras cuando una de sus manos toma la mía y la lleva a su entrepierna. Abro mis ojos con sorpresa haciéndolo sonreír—. ¿Lo ves? Bueno, ¿lo sientes? No bromeo.

—Vaya… —es lo que digo, dando rienda suelta a una curiosidad, comienzo a tantear adentrando mi mano dentro del pantalón y explorándolo sobre el bóxer—, es bastante duro…

—Mierda, eso ha sido… —ríe de manera ronca mientras niega con su cabeza rozando mis labios en el proceso—, eso ha sido algo… Refrescante de escuchar.

—¡Te estás burlando!

—Ni un poco, princesa —dice y tira de los bordes de mis bragas, comenzando a bajarlas por mis piernas.

Muerdo mi labio inferior sintiendo los nervios a flor de piel. Es normal sentir miedo hacia lo desconocido, hacia lo no explorado, pero me siento segura, con él me siento de esa forma.

Cuando sostiene mis bragas en su dedo y las gira de manera divertida tuerzo mis ojos intentando arrebatárselas, porque incluso en un momento como este, él quiere fastidiarme.

—Es bastante sexy esta ropa interior —murmura, elevándola en su dedo—, incluso tiene un lazito por encima del borde de encaje, eso es caliente.

Logro arrebatarla de su dedo y la arrojo a algún lugar, bien, estoy desnuda y debajo de Doug, qué situación más provechosa.

La costura de su pantalón se presiona contra mi área más sensible y debería ser vergonzoso el hecho de que me remuevo un poco intentando crear fricción porque resulta que mi cuerpo parece saber más que yo que es lo que necesita.

Doug enarca una de sus cejas mientras me observa divertido ante la reacción de mi cuerpo, se remueve un poco para darme un poco más de fricción y gimo. Él sonríe ampliamente antes de besarme.

Mis labios palpitan y seguramente muy inflamados de tantos besos, pero no me importa.

Me estremezco cuando las yemas de los dedos de su mano izquierda comienzan a descender por el centro de mi cuerpo, acariciando levemente, con delicadeza, rodeando mi ombligo y llegando a mi vientre. Cuando creo que conozco sus intenciones tomo con fuerza su mano, no sé si estoy mentalmente preparada para ser explorada de esa forma.

—Tranquila, no voy a lastimarte o algo por el estilo.

—Lo sé, es solo que… —respiro muy hondo y poco a poco libero mis manos—, de acuerdo, muy bien.

—¿Es una especie de mantra?

—Realmente tienes tus momentos de imbécil —digo en alerta cuando sus dedos van bajando mucho más hasta llegar a su lugar deseado.

Doy un respingo ante la sensación, porque a primera instancia no resulta cómodo o normal, resulta extraño e incómodo tener dedos ajenos explorando un lugar tan íntimo de mi cuerpo que nunca ha sido tocado

de esa forma, pero pasados los segundos me relajo y me doy cuenta de que se siente bien, de hecho se siente increíblemente bien y prueba de ello es que estoy soltando eso que Doug llamó «lindos gemidos».

Sus ojos están viéndome directamente mientras con destreza su mano se mantiene acariciándome, enredo mis manos en su cabello obligándolo a bajar su cabeza para que me bese.

Es algo bueno que esté besándome mientras alcanzo mi cumbre de placer, me estremezco mientras un gran jadeo proveniente de mí se pierde en su boca y mis ojos se hacen pequeña rendijas.

Se siente increíble, tener un orgasmo es definitivamente algo grandioso. Me gusta.

Respiro de una manera perezosa y escucho a Doug reír, me da un suave beso antes de intentar levantarse, pero rápidamente lo retengo con mis brazos aferrados a su cuello.

—¿A dónde vas?

—Se supone que…

—Hay más, no vas a detenerte justo ahora —indico sintiendo alarmas sonar ante la idea de él retrocediendo cuando hemos llegado tan lejos.

Me observa antes de elevar una de las comisura de su boca, retira cabello disperso de mi rostro y besa mi barbilla.

—Solo iba a ponerme en pie para desvestirme y tomar un preservativo, no voy a dejarte justo ahora, lo prometo —luego me ve—, y yo no rompo mis promesas.

Aliviada y bastante derretida por sus palabras, me siento en la cama y lo observo desvestirse después de tomar un paquete pequeño y cuadrado de aluminio, el cual arroja a la cama.

Disfruto de la vista, principalmente porque el cuerpo de Doug tiene la musculatura idónea, lo suficiente para hacerme ver que se ejercita pero que realmente no está buscando ser un hombre súper musculoso. Es perfecto de alguna manera para mis ideales de lo que quiero, tiene sus oblicuos y un abdomen duro que, a pesar de no ser explícitamente marcado, se percibe de una manera increíble, además, la mayor parte de su tatuaje está en su brazo y hombro, hay mucha piel a la vista.

Cuando su bóxer blanco cae solo me quedo viéndolo. Nadie me preparó para esto.

Los libros de anatomía, las novelas, entrar accidentalmente al baño de hombres verlos orinar y huir, tener que pintar a un hombre desnudo en clases de arte, nada de eso me preparó para ver a Doug desnudo, o en todo caso para ver el miembro de Doug.

Siento mis mejillas calentarse ante el hecho de que no puedo apartar la mirada y ante la idea de que él va introducir eso en mí. No soy muy buena en matemáticas y estadísticas, pero los cálculos arrojan que eso no va a ser tan «entró y solo sentí un pellizco de dolor», eso se ve que tomará su tiempo.

Mi curiosidad va más allá cuando ante mi mirada se alza incluso más. Qué sorpresa es verlo.

—Hilary, pareces entretenida con la vista —dice subiendo hasta la cama y arrodillándose frente a mí, me obligo a llevar mis ojos a los suyos—, luces realmente sorprendida… ¿Algo mal en mi pene?

No me extraña que haga una pregunta tan directa como esa, después de todo se trata de Doug.

—Solo… Uhm…

Él ríe mientras rasga con sus dientes el envoltorio del preservativo, observo todos sus movimientos, nuevamente enarca las cejas hacia mí.

—¿Quieres ponerlo tú?

Abro mucho mis ojos, de querer tengo mucha curiosidad, pero según mi recuerdo en la escuela en clases de Anatomía, no fui muy buena en educación sexual cuando tuve que cubrir una banana.

—Mejor hazlo tú —digo haciéndolo reír.

Tengo que trabajar en mejorar eso de no dejar de ver como se cubre, estoy demasiado curiosa. Él me da un suave empujón que hace que caiga de espaldas sobre la cama.

Cubre con su cuerpo el mío y se ubica entre mis piernas, por acto reflejo las abro y lo siento presionar de una manera que me hace desear más pero que a la vez me tiene nerviosa.

Él besa mis labios y cierro mis ojos concentrándome en esa sensación y no en la manera en la que se roza contra mí.

—Princesa… ¿Estás temblando? —abro mis ojos y él me ve buscando leer en mi expresión.

—Solo estoy algo nerviosa…

—Puedo detenerme si…

—No, no, solo… Solo estoy nerviosa, va a pasar.

No parece muy convencido, pero con mis manos en su cuello atraigo su rostro al mío para perdernos en un beso apasionado en donde rozamos nuestras lenguas. Mi cuerpo se tensa un poco sintiendo sus caderas ir hacia las mías creando una presión en mí que hace que poco a poco me vaya expandiendo mientras lo voy recibiendo.

Es sumamente incómodo, pero cuando llega a esa obstrucción que define mi virginidad, rasgándola, duele. Maldita sea si no duele, duele como un escozor, como si ardiera de alguna forma que no pensé que pudiera suceder.

Aprieto mis uñas en su cuello cerrando con fuerza mis ojos intentando concentrarme en su beso, pero, mierda, cuando va más allá, retrocede y entra incluso más, jadeo y aprieto aún más mis dedos en su piel.

—Hilary —gime, recargando su frente de la mía, moviéndose una vez más—, por alguna razón estás muy estrecha…

Creo que murmuro algo, pero solo quiero que se mueva, porque de alguna manera leer y hablar con amigas me ha hecho saber que si se mueve pronto se calmará.

Cuando comienza a moverse de nuevo me besa y lo agradezco, porque quiero esa distracción. No mentiré, los primeros minutos se mantiene doliendo, de hecho no deja de doler, queda como un eco de un escozor por cada vaivén de sus caderas, pero pasa a sentirse más como una incomodidad, un invasión a un espacio que nunca había sido llenado.

Pero en algún punto, comienzo a sentir cosquilleos en mi vientre, de una manera agradable, no de la manera en la que con intensidad se precipitó mi orgasmo anteriormente, pero sí resulta placentero y me distrae de la molestia.

Esta es la mierda en la que los libros han estado mintiendo, puede que a algunas no les duela en exceso o puede que deje de doler, pero definitivamente la cosa de «después de tres minutos sentía placer y alcancé el orgasmo con fuerza» no es cierta, o al menos no para mí.

Pero no es eso lo que hace que de alguna manera me sienta llena de placer, lo que hace que se sienta de esta forma, es el hecho de estar compartiendo este momento, esta sensación, esta primera vez con Doug, un hombre con el que comparto una confianza, atracción, cariño y deseo.

De alguna manera el dolor es soportable, no es algo que va a matarme o a traumatizarme. Me entretengo disfrutando de sus besos, acariciando su cabello y viendo la expresión de su rostro ante cada movimiento que lo sume en una nube de placer.

En algún momento, con mis manos presionadas en su cuello y mis labios besándolo, lo siento temblar, alcanzando su orgasmo y aunque al ser mi primera vez no he obtenido uno de esta manera, también lo he disfrutado.

Incluso ,perder mi virginidad ha sido mejor de lo que esperaba.

Él se deja caer sobre mi pecho mientras respira profundamente, sonrío un poco acariciando su espalda. Bueno, no voy a morir virgen y lo he hecho con Doug, esa es una buena manera de sentirme feliz.

—No me siento un caballero —lo escucho murmurar.

—¿Por qué?

Se hace un lado mientras se retira el preservativo, es una buena cosa que no lo vea porque seguramente algún rastro de mi virginidad perdida se debe apreciar ahí. Lo arroja a la cesta de la basura al lado de la mesita de noche.

—Porque llegué al orgasmo sin hacerte llegar a ti.

—Antes lo hiciste —digo sonriendo, tomo su barbilla con mi mano—, fue genial, realmente, tener sexo…

—No fue tener sexo, no sé qué fue, pero no fue solo eso —me interrumpe dejando un beso suave en mi mejilla—. No lo llames de esa forma.

Siento mis mejillas sonrojarse mientras él se acuesta y me observa fijamente, como si me viera con nuevos ojos.

—Uhmm… Necesito ir al baño.

Me pongo de pie e intento llevarme las sábanas conmigo pero él las retiene con una gran sonrisa. Respiro hondo y literalmente corro hacia el baño de la habitación escuchándolo reír.

Cierro la puerta del baño y me observo en el gran espejo, mis labios lucen el doble de su tamaño, inflamados y carmesís. Mi cabello es un desorden y, al ver mi pierna, descubro apenas lo que parece un pequeño hilo de sangre seca.

Aseo mi cuerpo y respiro hondo.

Lo he hecho y no me arrepiento.

Vuelvo a la habitación y las luces están apagadas, no sé cuál es el procedimiento, si debo vestirme y marcharme o dormir en una habitación de invitados, no lo sé.

—Hilary, acuestate, vamos a dormir…

Sonrío porque ha dado respuesta a mi duda sin planteárselo. Me acuesto y lo siento acurrucarse hacia mí.

Es real.

• • •

Me despierto ante lo que parece el sonido de la lluvia golpeando la ventana, bostezo y me estiro, cuando me doy la vuelta me encuentro con el rostro de Doug y por un momento casi grito desorientada, pero entonces recuerdo lo que sucedió y me tranquilizo.

Me tomo el tiempo de detallarlo, es absolutamente atractivo y ahora que duerme se ve como un ángel.

Mi cuerpo está tenso, definitivamente tengo incomodidad y un poco de dolor en mi entrepierna, no quiero pasar por la vergüenza de cuando diga que debo marcharme, prefiero hacerlo sola y hacerle saber que estoy muy bien con nosotros compartiendo ese momento y dejándolo en un recuerdo, aun cuando quiero más.

Ya he presionado lo suficiente sus límites, es hora de dejarlo estar y no intentar de sacarlo de su comodidad.

¡Cristo! Casi suena como si yo lo hubiese utilizado, aun cuando no es el caso.

Con cuidado me pongo de pie y comienzo a buscar mi ropa, todo está regado y disperso. Me toma una gran cantidad de minutos terminar de vestirme, lavo mi rostro en el baño y trato de peinar mi cabello.

Cuando salgo del baño doy un último vistazo a Doug durmiendo, este será un espléndido recuerdo para tener. Suspiro y salgo de la habitación cerrando con mucho cuidado la puerta.

Camino viendo mis pies, pensando en todo y en nada, llego hasta la sala y tropiezo con el estuche de una guitarra, sonrío, no es nada raro.

—¡Mierda! —escucho la voz de Andrew decir, alzo la vista y me topo con una mirada de sorpresa y su boca abierta con el café a mitad de camino.

Andrew está observándome como si no diera crédito de lo que ve; luego su mirada va hacia el pasillo que lleva a las habitaciones, vuelve a verme y baja su tasa sin cerrar su boca, sentado en el mesón. Siento mi mejilla ruborizarme.

—Mierda, mierda, realmente lo hizo… Van a matarlo —murmura parpadeando de manera continua.

Andrew luce como si tuviera una resaca pero está muy concentrado en mi mientras no deja de murmurar la palabra «mierda». Me acerco a él con rapidez, no necesito que despierte a Doug para que luego este me indique que debo irme, no necesito pasar por eso.

Ubico mi mano en la boca de Andrew quien aún no sale de su sorpresa.

—Tú no has visto nada, no digas nada, nadie tiene porque enterarse, hagamos como que no pasó —murmuro en voz baja.

Andrew retira mi mano de su boca y respira muy hondo.

—Sí pasó algo, Hilary, van a matarlo —murmura.

—Andrew, por favor, es mi vida —suplico, viéndolo pasar una mano por su cabello mientras resopla.

—Tus hermanos son como mis hermanos, son más que mis mejores amigos y Doug también, mierda —se queja—, no me siento bien mintiéndoles de esta forma, pero tienes razón, es tu vida.

—¿Y?

—Y yo no he visto nada —añade—, yo solo estaba tomando café tranquilamente mientras Doug dormía en su habitación después de quedarse a dormir en el apartamento.

—Gracias.

—¿Por qué estás huyendo como una criminal? ¿Él te ha echado? Porque si es así iré a golpearlo.

—No, no… Solo debo irme, debo trabajar.

—De acuerdo —dice no muy convencido—. ¿Necesitas que te lleve?

—Vine en auto, gracias, Andrew.

Prácticamente corro hacia la puerta, pero Andrew me llama antes de que pueda salir.

—¿No vas a dejar ningún recado para Doug?

—Solo dile que… No, no, nada.

Cierro la puerta.

Ni pensar que entré virgen a este apartamento y al salir no lo soy.

Quién lo diría.

El deseo prohibido de Doug

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