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Capítulo XII

Lo bueno de estar haciendo esta locura de unas horas con Doug de este modo, a la una de la madrugada es el hecho de que no hay ningún fotógrafo o periodista detrás de nosotros.

Durante el trayecto en auto todo fue cómodo, de hecho, él habló acerca de lo emocionado que estaba con este nuevo CD y yo le di mi opinión respecto a este, pues días antes Dexter me había dejado escucharlo y simplemente me enamoró desde la primera canción.

Ahora nos encontramos en una pizzería abierta las veinticuatro horas del día. Sonrío mientras lo veo acercarse con una bandeja con una mega pizza, papas y gaseosas.

—¡Compraste una enorme!

—Tengo bastante hambre y hasta dónde sé tú eres una gran amante de la comida —dice sentándose a mi lado.

—Tienes razón, luce delicioso —saboreo mis labios, o al menos lo hago antes de sentir sus dedos tomando mi barbilla para presionar su boca sobre la mía en un beso breve.

—Me alegra que no tengas ningún problema en comer todo esto a altas horas de la noche.

—Como que eso lo hace más delicioso —digo tomando una de las papas y comiéndola—, además compraste papas. Eres el mejor comprando comida.

—Gracias, calificaré eso como una de mis mejores cualidades —bromea, guiñándome un ojo.

Tomo un trozo de pizza y me deleito con su sabor, pero mi estómago está revuelto por lo que sucede, no me puedo creer que realmente pedí este momento a Doug y que de hecho él esté actuando como si entre nosotros hubiera algo más.

Me considero una mujer lista al saber que esto solo es cuestión de unas horas, yo misma lo establecí y pienso aprovechar.

—¿Qué sientes al tener a tu hermano de regreso?

—Genial, Jeremy ha estado un año y medio afuera, ya sabes que nos llevamos muy bien. Además, será bueno que mamá ahora también teja gorritos para él.

—¡Tú amas que tu mamá te teja gorritos! —lo acuso tomando otra papa que desaparece en su boca cuando la toma con sus dientes tomándome por sorpresa.

—Sí, pero no se lo digas, la razón por la que los teje, es porque cree que no me gustan.

Muerdo mi trozo de pizza mientras Doug da un sorbo a su bebida y come, nos mantenemos en silencio durante unos segundos antes de que él se gire.

—¿Te gusto? —pregunta y río divertida.

—No seas cortés, es muy evidente que me gustas, eso ha sido bastante… Bastante fácil de ver —tuerzo mis ojos—, aceptémoslo, cuando era adolescente incluso era muy obvio.

Él da una pequeña sonrisa antes de tomar una de las papas y guiarlas hacia su boca, parece que está pensando algo porque no deja de sonreír de esa manera tierna.

—Eras tierna a los 13 cuando me veías con ojos soñadores —comenta—, y luego eras caliente y me atormentaba que me dieras atención cuando tenías 15 años.

—¿Yo?

—Desde luego, eras muy caliente y hermosa, eras todas sonrisas a mi alrededor —niega con la cabeza riendo—, tenía miedo de caer bajo tus encantos y que tus hermanos me castraran, bueno, básicamente mi miedo no era lo que tus hermanos pudieran hacerme. Era la banda. La banda es parte de mi vida, amo cada segundo que toco, escribir canciones y todo lo que eso involucra, BG.5 es una excelente forma de describir mi pasión.

Lo observo con curiosidad, tal parece que siempre he tenido la idea equivocada de Doug. Él no está temiendo de mis hermanos cuando huye de mí, él teme causar disputas en la banda, lo cual es entendible, para ellos BG.5 es sumamente importante.

—¿Te gustaba? —me atrevo a preguntar aun cuando observo mi trozo de pizza.

Siento como se inclina mucho más hacia mí hasta que sus labios están a la altura de mi oído.

—Me encantabas —susurra, me giro y él me sonríe—, luego tuve un par de novias y tú ya no fuiste tan dulce conmigo.

—De igual forma estaba bien, no me gustaban las relaciones serias, tenía novias, pero era por acuerdos mutuos—se encoge de hombros—, ya sabes que mereces lo mejor, como un hombre dispuesto a todo y más.

—Y ese no eres tú.

—Lamentablemente —concede—, bueno, al menos lo seré por unas horas ¿no?

—En cierta forma.

• • •

Los dedos Doug juegan con mechones de mi cabello mientras nos mantenemos de pie frente al río Támesis, al cual le tengo un miedo absurdo. Pueden llamarme como quieran, pero he de ser la única persona en el mundo a la que no le gusta este río.

Me da miedo, la manera en la que el agua fluye con una fuerza y corriente que me hacen saber que si caigo no saldré, me asustan.

—Realmente me da miedo.

—¿De verdad? ¿No estás jodiendo?

—Ni un poco —me agarro de sus hombros cuando me da la vuelta para que quede frente a él pero de espalda al río.

—¿Sabes que no te dejaría caer, verdad?

—Supongo —murmuro sintiendo sus manos entrelazarse en mi espalda mientras me acerca a él.

—Supones muy bien.

—¿Y si nos vamos? —pregunto dando un vistazo hacia atrás y sintiendo vértigo nada más de ver la oscuridad en un caudal de agua.

—¿Y si te doy un beso y así olvidas tu miedo?

Lo miro con atención, esa suena como una propuesta muy interesante que ni siquiera necesita ser negociada, lo observo con los ojos entrecerrados, antes de que él se incline y presione su boca sobre la mía.

¿Cuántos besos he obtenido de Doug hoy? En las escaleras tuve un beso realmente dulce y largo, lo siguientes solo fueron presiones cortas.

Me doy cuenta de que aún sostengo sus hombros, por lo que enredo mis manos en su cuello mientras soy la primera en mover los labios, lo cual parece asombrarlo. Definitivamente hoy me estoy comportando como una mujer con iniciativas.

Adentro mi lengua en su boca y me pongo de puntillas para llegar mejor. Sus manos me acercan mucho más mientras ladea su cabeza permitiéndome tener más acceso. Subo una de mis manos para ubicarla en su mejilla donde parece que por el día de hoy no hay rastro de barba, como resultado, su piel se siente suave bajo mi mano.

Él retira su boca de la mía, abro los ojos y él me sonríe.

—¿Lo recuerdas?

—¿Qué? —pregunto desorientada aún con una mano en su mejilla y la otra en su cuello.

—Entonces lo he hecho bien —deja un beso en mi barbilla—, vamos, tienes los labios fríos al igual que tus manos. Por muy caliente que nos ponemos mutuamente, el frío está de mierda.

—Eres bueno arruinando momentos —digo sintiendo su mano tomar la mía guiándonos hacia donde dejó el auto.

—También soy bueno besando y haciendo que olvides que estabas frente a un río que al parecer te aterra —se gira para verme brevemente—, eres rara.

Cuando estamos dentro de su auto él solo enciende la estación de radio mientras, convenientemente, en el asiento trasero tiene cobijas que me extiende.

—¿Por qué tienes cobijas?

—Apuesto a que estás imaginando que las uso para atraer mujeres al auto —comenta, recargándose de su asiento y volteando a verme—, la reina solía decirme desde pequeño que siempre debía estar preparado porque nunca se sabe en qué momento puedes estar sin un lugar para dormir, lo hizo como un mantra. Al crecer me di cuenta de que siempre estaba llevando una cobija conmigo, incluso en mi primera gira con la banda.

»Cuando compré mi primer auto siempre he tenido unas cuantas cobijas en el asiento trasero, me alegra, porque mira, esas mismas cobijas son las que van a poner nuestros culos calientes justo ahora… Aunque, bueno —me da un repaso—, con verte ya yo estoy más que caliente… Entro en calor.

Ignoro mi leve rubor porque, de hecho, no me he sonrojado, creo que es la primera vez en toda la noche. Cuando estoy en confianza ese tipo de comentarios no me hacen ruborizar de manera vergonzosa, creo que el hecho de que mi rubor se note está en el hecho de tener una piel clara con un cabello oscuro.

—¿Por qué no has tenido una novia en tres años? —pregunto, comenzando a tejer una trenza en mi cabello.

Él ladea su cabeza de un lado a otro, como si procesara la pregunta, que complicada no es; pero sí es bastante personal, quiero preguntarle cosas que muchas veces por contenerme me avergonzó preguntarle.

—Mi última novia fue Danielle… Fue placentera y ambos estábamos bien con nuestro arreglo —dice—, pero ya sabes, no me gustan las rutinas y, al final del día, ella quería más como todas mis exnovias.

—¿Más?

—Más como apartamento, anillo, perros e hijos, aun cuando desde el principio manifesté que esos puntos estaban en un futuro lejano de lo que haré en vida —golpea sus dedos contra el volante al ritmo de la canción que se reproduce—, es lo que muchas de mis novias quisieron en su momento, pero desde un principio dejé en claro mi falta de interés en eso.

»Al final entendí que las cosas pasan, si no puedo evitar que ellas se ilusionen a pesar de mi advertencia, entonces es mejor no comenzar algo que no puedo terminar y heme aquí, un soltero que no ofrece relaciones.

—Un soltero en abstinencia.

—Sí… como que lo he estado durante meses —dice pensativo—. ¿Sabes qué es lo que pasa? Que desde Halle he pensado que de ninguna manera me gustaría que a ella le hicieran lo que muchos hombres hacen y lo que quizás yo he hecho en su momento.

»No quiero enrollarme con una mujer que dice «no importarle» y a la que al día siguiente solo diré adiós, si alguien le hiciera eso a Halle yo lo desmembraría…

—¿Entonces…?

—Entonces mientras descubro cómo darle solución a esta putada de problema, puedo mantener a rayo McQueen dentro del bóxer.

—¿Lo has llamado como el auto de Disney?

—Lo hago en broma —asegura riendo.

—Rayo McQueen —repito negando con mi cabeza—, te pasas…

—¿Qué tal va tu Trabajo de Grado? —lo veo con incredulidad—. ¿Qué? Ya que tú estás haciendo preguntas yo muy bien podría aprovechar.

—Mi Trabajo de Grado me sacará canas, pero va bien, solo seis meses para presentarlo, técnicamente me falta un año u ocho meses para graduarme.

—Lo cual es genial… —me mira con los ojos en rendijas—, entonces, tú ya me has preguntado por que no he tenido novia, aquí va esta ¿Por qué sales con idiotas?

Abro mi boca con sorpresa, esa es una pregunta muy directa y él pacientemente me está observando esperando una respuesta.

—No he salido con muchos chicos en mi vida realmente…

—Has salido con cuatro, dos de ellos fueron tus novios y el último fue el idiota que babeó sobre nuestros zapatos cuando aparecimos en casa de tus padres hace unas semanas.

—Bueno, no lucen como idiotas cuando los conozco —juego distraídamente con mi collar—, lo idiota se muestra después de un tiempo, es como ser estafada supongo, es una suerte saber que son idiotas antes de…

Me callo abruptamente sin creerme que estaba a instantes de decir algo como «antes de decidir perder mi virginidad», Doug me observa con curiosidad.

—¿Antes de qué?

—Antes de que todo se vuelva serio —digo carraspeando—, no es que yo los escoja idiotas.

—Te he visto salir con esos chicos y siempre me pregunté por qué alguien como tú estaba saliendo con idiotas, ya veo que tú no los escogías.

—Tampoco es que fueran muchos, solo dos novios y citas con dos más.

—Sí, bueno, en eso tienes razón.

—Es la primera vez en mucho tiempo que hablo contigo sin que estés en modo pervertido en todo.

—Sí, y también es la primera vez en muchísimo tiempo en la que me hablas sosteniéndome la mirada y sin sonrojarte. ¡Lo hemos logrado! —bromea.

—Otra pregunta.

—Adelante.

—¿Por qué siempre estás escribiéndome en Twitter?

—Es divertido, Hilary, a veces tú te estresas porque no entiendes lo que digo o porque lo hacen tendencia —él incluso ríe—, creo que el treinta por ciento de mi Twitter tiene menciones tuyas.

—No me siento para nada halagada.

—Deberías —señala—. ¿Por qué no puedes rechazar a tu amigo el que nunca se calla?

—¿Qué te hace pensar que no lo he rechazado?

—Que los vi hoy en el estacionamiento, y me pareció verlo sumamente cerca de tu rostro, así de cerca —se inclina hacia mí con su rostro increíblemente cerca de mi rostro, luego me da un beso de pico—, claro, que él no pudo hacer eso —vuelve a su posición.

—No estuvo así de cerca, exagerado, no creo que él tuviera intención de besarme.

—¿Vas a decirme que no te ha pasado por la cabeza que en algún momento él ha querido besarte?

—Puede ser… —suspiro—, mira, no es fácil estar en la situación de rechazar a un amigo al que quieres mucho. Nunca me imaginé que él me viera con distintos ojos al de una amistad. Sé que debo decirle para que no se ilusione, quizás pensarás que estoy siendo cruel al ser dulce con él, pero siempre he sido de ese modo con él.

—No creo que seas cruel, solo creo que es un error el que intentes hacer feliz a todo el mundo a tu costa, Hilary —niega con su cabeza—, es preocupante la idea de que algún día puedas sacrificarte por una persona que no sea correcta.

—Trataré de no hacerlo…

—¡Oye! No te molestes, solo olvídalo, no quiero hacerte cabrear ahora —hace un gesto con la mano—. ¿Hermano favorito?

—Esa es una pregunta tramposa, Doug, no puedo simplemente decidirme por uno.

—Sí… Como que estás loca por ambos —dice riendo—, ya sé. ¿Integrante favorito de la banda?

—El miembro BG.6, Harry Daniel.

—Listilla, a ver… ¿Color de ropa interior que estás usando?

—¡Doug! Ya me había asustado de que no fueras tú, hace minutos que no decías un comentario como ese… —él ríe por lo bajo—, y negra.

—¿Negra? —pregunta con sorpresa de haber obtenido una respuesta. Gracias al divino destino que me ha permitido afrontar esta noche sin ningún sonrojo.

—Negra y encaje.

—¡Joder! ¡Has puesto pensamientos calientes en mi mente! —exclama, muerde su labio inferior antes de cerrar sus ojos con fuerza. Cuando los vuelve a abrir, respira con fuerza—, bueno, la ronda de preguntas ha terminado, hora de poner el auto en marcha.

No digo nada, oficialmente las horas están por acabar. Lo escucho murmurar «negro y encaje, joder» y no puedo dejar de sonreír.

• • •

Por quinta vez el celular de Katherine me envía al buzón de voz, tuerzo mis ojos, espero que la razón por la que no contesta el teléfono sea una muy buena.

—No tengo ningún problema en esperar —anuncia Doug apagando el auto y poniéndose cómodo en su asiento—, son las cinco y media de la mañana, en algún momento llegará…

—Supongo.

Permanecemos en silencio y siento su mano tomando la mía mientras su pulgar acaricia el dorso de mi mano.

—¿Cuáles son tus planes después de graduarte?

—Trabajar en galerías o museos de arte, ir ascendiendo y en cualquier momento de un futuro poder abrir mi propio negocio.

—Tienes una gran visión del futuro, eso es bueno —me sonríe—, eres una mujer con muchas virtudes.

—Gracias.

—Oh, no puedo creer que después de tantas horas, sea justo ahora cuando te sonrojas ante un cumplido.

—Déjame —digo riendo.

—¿Sabes que patrocino muchos locales de tatuajes? —asiento—. Quiero abrir uno, uno donde pueda asegurarme de que todo se trate de arte y lleve mi sello. Lo he estado pensando por mucho tiempo y realmente quiero hacerlo.

—Eso es grandioso, como un negocio paralelo y suena muy como tú —él me sonríe un poco.

—Aparte de mamá y Jeremy eres la primera persona a la que se lo digo, bueno, además de Max que me está ayudando con los trámites legales.

Lo miro sorprendida, es como si esta noche Doug me hubiese dicho todo lo que no me ha dicho en siete años y medio. Noto que de alguna manera él tiene mucha confianza en mí.

—Pareces sorprendida.

—Es porque esta noche tú has sido muy dulce.

—Te dije que te daría una noche inolvidable.

—¿No estás fingiendo, verdad? —digo con una duda repentina.

—No, Hilary, he sido yo mismo… Puedo ser dulce cuando alguien me importa… Tengo mis buenos momentos, pero sigo siendo yo. Sigo siendo el hombre que disfruta de ver tu culo en pantalones ajustados y que hoy ha estado bastante entretenido mirando tus piernas… Y en la última hora he estado pensando en las palabras «negra y encaje».

—Sí, definitivamente sigues siendo tú.

—Mira quién está llegando —dice divertido mientras vemos a Katherine bajar del auto de Ashton, ella se inclina, dice algo, ríe y sigue su camino.

Bajo la ventanilla para hablarle.

—¡Katherine! —ella se detiene y se voltea sorprendida—, me he dejado las llaves, ya subo, deja la puerta del edificio abierta.

Ella alza su pulgar en señal de entendido pero sigue observándome con sorpresa antes de adentrarse al edificio. Me giro hacia Doug.

—Bueno, ya ha llegado… Gracias…

—Espera, deja que te acompañe a la entrada del edificio.

Bajo del auto al mismo tiempo que él y lo escucho bufar, volteo y él niega con la cabeza con las manos en sus caderas.

—En serio que matas el momento princesa, se suponía tendrías que haber esperado que yo abriera tu puerta —sacude su cabeza—, pero por supuesto que pensarías que yo no lo haría por ti.

—Oh… Ni siquiera me pasó por la cabeza.

Él ríe y camina a mi lado hacia la entrada del edificio, este día siempre lo recordaré, tal como él se lo propuso, me dio unas horas que serán bonitas de recordar.

Me detengo frente a la reja en la entrada del edificio, bueno, por primera vez en mi vida estoy teniendo ese momento en el que no sé qué decir frente a una entrada, qué clisé, pero es así. Sus manos toman las mías y no puedo evitar verlas, ha sido bueno mientras ha durado.

Alzo mi mirada hacia él que me sonríe. Doug es muy atractivo, realmente lo es. Lo veo inclinarse hacia mí antes de presionar suavemente su boca en la mía en un beso breve pero húmedo.

—Fueron unas grandiosas horas —murmura contra mis labios antes de alejarse—, gracias princesa.

—Que tengas buena noche, Doug.

—Querrás decir buen despertar —ve su reloj sin soltar mi mano—, son las seis y media de la mañana.

—Bueno, eso mismo.

Él ríe, sacude su cabeza y libera mis manos asintiendo hacia el edificio. Le doy otra sonrisa antes de entrar al edificio.

Oficialmente nuestras horas en la que nada importaba han terminado, no han pasado ni dos minutos y ya las estoy extrañando.

¿Puedo siquiera yo fingir que la noche, madrugada y mañana no han sucedido?

Creo que todos conocemos la respuesta, un gran y absoluto no.

El deseo prohibido de Doug

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