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A. N. Seymour y el Advent Harbinger

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El primer escrito significativo opositor a Elena de White que publicaron los adventistas sabatarios disidentes se originó en Jackson, Michigan, en el seno del Grupo del Messenger. Justo antes del surgimiento de este movimiento de corta duración apareció, en el Advent Harbinger, un artículo que atacaba a Elena de White y se basaba en el folleto Experience and Views, de 1851. A. N. Seymour intentó ridiculizar a Elena de White al tomar la descripción que ella hacía del Padre y del Hijo pasando al Lugar Santísimo del Santuario celestial. Seymour argumentó que era inconsistente que Elena de White escribiera que ella no podía ver la perso­na del Padre, y después escribiera que lo vio levantarse del trono. Él también rehusó ver la naturaleza metafórica de Satanás tomando el lugar de Jesús después de que el trono fuera trasladado al Lugar Santísimo. Él escribió: “¡Oh, qué visión blasfema! ¡El diablo en la Nueva Jerusalén! ¡No es de extrañar que el Santuario ahí, como ellos enseñan, necesite purificación!” Basado en estas observaciones, él concluyó: “Esta visión es suficiente para tildar al resto de fabuloso”.331 Seymour continuó criticando, en su totalidad, la idea de que el “verdadero Clamor de Medianoche” había sido proclamado en 1844. Sin embargo, sí aceptó la idea de la puerta cerrada, pero en el futuro, cuando “Cristo venga y todas las vírgenes que estén listas entren”.332

Elena de White respondió a este desafío de Seymour. “Realmente pienso que el Sr. S. tiene la tendencia a tergiversar las palabras, y dejaré que otros juzguen si tal curso es propio de un ministro de Cristo”. Ella pasó a llamar la atención sobre lo que había escrito en realidad: “Satanás parecía estar junto al trono, tratando de continuar la obra de Dios”. Entonces, declaró que ella nunca había pensado que “realmente había personas en la Nueva Jerusalén” o que “Satán estaba realmente en la Nueva Jerusalén”. Por último, Elena de White observó que aun Juan el revelador vio un “gran dragón rojo en el cielo”.333 Así terminó este particular intercambio, pero no el antagonismo a Elena de White y a los adventistas sabatarios. En este tiempo, tanto Joseph Marsh como James White, editores del Advent Harbinger y de la Review and Herald respectivamente, trabajaban en sus publicaciones en Rochester, Nueva York.

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