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J. H. Kellogg, Frank Belden, A. T. Jones y los hermanos Ballenger

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Otro oponente prominente de Elena de White de esta época fue J. H. Kellogg y aquellos asociados con él. Los años que Elena de White estuvo en el Pacífico Sur hicieron que le fuera imposible reunirse personalmente con muchos líderes eclesiásticos y médicos. Su activa correspondencia y sus consejos escritos se desconectaron de la comunicación directa en persona. Mientras se desvanecía el siglo XIX, Kellogg llegó a creer que Elena de White estaba más influenciada por lo que le decían otras personas que por sus visiones, en particular en los testimonios que le escribía a él. Su respuesta fue muy parecida a la de Uriah Smith, durante la década de 1880, sobre la crisis del Colegio de Battle Creek y el conflicto en el Congreso de la Asociación General de 1888. Al final, los desacuerdos de Kellogg sobre la naturaleza y la personalidad de Dios, y sus intentos de controlar las instituciones médicas adventistas dieron como resultado su expulsión como miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en 1907.

El conflicto se desarrolló alrededor del momento en que ocurrieron, en Battle Creek, los dos grandes incendios que destruyeron los edificios del Sanatorio de Battle Creek y de la Review and Herald. Los defensores de Kellogg y otros eran críticos de los líderes de la Review and Herald y de la Asociación General. Entre estos se encontraba Frank Belden, sobrino de Elena de White. Alrededor de 1903, el conflicto entre Belden y la Review and Herald aumentó a causa de varios asuntos pero, quizá, la mayor razón fue que la Review and Herald rechazó publicar el manuscrito de su libro “Conscience in Every Age” [La conciencia en cada era]. Belden había incurrido en gastos importantes al desarrollar ilustraciones y había recibido pagos a cuenta de futuras regalías del libro. Cuando la obra no se publicó, apeló a su tía Elena. Su correspondencia contiene palabras fuertes contra varios obreros de Review and Herald y el liderazgo de la Asociación General. Belden supuso que Elena de White lo apoyaría, ya que ella había escrito sobre algunos problemas en la Review and Herald y el peligro del “poder monárquico” en el liderazgo de la Iglesia Adventista.406 Él llegó a creer que Elena de White le había escrito, pero que W. C. White y otros habían retenido las cartas. Luego, cuando finalmente recibió un reproche de Elena de White, él supuso que su hijo y otros la habían influenciado.407 Esto desempeñó un papel importante en su rechazo del don profético de su tía y, hasta el fin de su vida, Belden fue un amargo antagonista de Elena y William C. White. Reeditó con comentarios algunos de los primeros periódicos de la Iglesia Adventista en un intento por demostrar la creencia de Elena de White en la puerta cerrada.408 También cooperó con otros antagonistas.

La controversia que rodeaba el conflicto con Kellogg provocó publicaciones colaterales antagónicas a Elena de White y su ministerio profético. En 1906, A. T. Jones puso en duda la representación de parte de Elena de White de los eventos que rodearon el conflicto en Battle Creek acerca de la organización eclesiástica y la obra médica.409 La comisión de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día dio una respuesta unos meses más tarde.410 En medio de este conflicto, Elena de White en visión, fue motivada a responder preguntas sinceras de obreros médicos acerca de sus testimonios.411 Pronto llegaron muchas preguntas, y ella o su personal dieron respuestas. El archivo del Patrimonio White tiene más de treinta cartas, escritas por Elena de White entre abril y octubre de 1906, que tratan con estas preguntas.412 La colección más extensa de preguntas fue publicada por C. E. Stewart en un folleto de 89 páginas que llegó a ser conocido como “El Libro Azul”.413 Este libro fue visto como un ataque a Elena de White expresado en forma de preguntas y no una obra cuyo objetivo era responder a malentendidos sinceros. Elena de White trató el libro de Stewart igual que a otras publicaciones opositoras de años anteriores, a las que había rehusado responder. Stewart y otros ganaron mucho crédito cuando ella se negó a responder esa publicación. Elena de White escribió que “apenas se aclara una [pregunta de oposición], se hace otra. Se me instruyó que diga: ‘El Señor no quiere que ocupe así mi mente’ ”.414 Más adelante, E. S. Ballenger reeditó el folleto de Stewart, con un índice.415

Mientras Elena de White llegaba al fin de su vida, hubo quienes argumentaron que ella no tenía más el don profético debido a su ancianidad. Alrededor de 1910, E. T. Russell respondió en un folleto a las acusaciones de A. T. Jones de que otros habían manipulado los escritos de Elena de White o habían influido en ella, en particular a sus declaraciones respecto de si los adventistas del séptimo día debían abstenerse de trabajar en domingo para evitar un delito.416 Además de su larga respuesta a esta acusación, Russell también defendió de forma sucinta el don profético de Elena de White y dio algunos argumentos bíblicos nuevos en su defensa. Abordó específicamente tres cuestiones: (1) su ancianidad ¿la descalificaba como mensajera profética? (2) Ya que ella no había tenido visiones públicas por muchos años, ¿estaba recibiendo todavía revelación especial? (3) ¿Era manipulada por otros? Russell usó ejemplos como el de Jacob, el de Ahías y el del apóstol Juan para demostrar que Dios continuaba usando a algunos profetas hasta el final de su vida. Después, Russell dio ejemplos bíblicos de profetas que fueron guiados por sueños nocturnos, e ilustró que se mantenía el carácter sobrenatural de los mensajes que Elena de White recibía en sueños. Para presentar ejemplos, se concentró particularmente en Testimonios para la iglesia, tomo 9, y lo comparó con lo que ella había escrito en décadas previas.

En 1913, comenzó a publicarse Gathering Call en Alderson, Oklahoma, con Lee Eylar como editor. La energía detrás del movimiento que el periódico representaba venía de A. F. Ballenger, G. G. Rupert y A. T. Jones. El propósito del periódico era reunir a los que habían dejado la Iglesia Adventista del Séptimo Día o a los que habían sido expulsados. También se oponía a 1844, a la expiación de Jesús en el Lugar Santísimo del Santuario celestial en el tiempo del fin y a la inspiración de los escritos de Elena de White. A los dos años, la oficina editorial se mudó a Riverside, California, con Ballenger como editor, y Jones y Eylar como editores colaboradores.417

Ballenger definió su posición sobre Elena de White en una serie de artículos durante 1914.418 Estos fueron modificados levemente y compilados en un folleto titulado The Spirit of Prophecy and the Gift to Prophesy.419 Se lo publicitó primero en Gathering Call, en junio de 1916; y durante el siglo XX, por varias ediciones. Una premisa fundamental era que el “espíritu de profecía” equiparado con el “testimonio de Jesús” en Apocalipsis 19:10 no era lo mismo que el “don de profecía” como lo manifiesta la Biblia.420 Ballenger escribió que “hay dos clases de profetas y dos clases de profecía que se ven en las Escrituras. Una clase incluye a los profetas por medio de quienes Dios ha dado la profecía original, el testimonio de Jesús original que se encuentra en la Biblia. Esta clase de profecía está completa. No habrá más de esa clase de profecía. No habrá adiciones a la Biblia. [...] pero hay otra clase de profetas y otra clase de profecía que continuará hasta el fin. Estos son los que profetizan, o dan testimonio [de] las profecías originales de Jesús que están escritas en el libro, como ‘alimento a tiempo’ para el mundo”.421

En el mes en el que Elena de White murió, Ballenger escribió: “Creemos que ella era sincera, pero que estaba equivocada al creer que su obra era el cumplimiento de Apocalipsis 12:17 y 19:10, donde se representa a un remanente que guarda los Mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesús, que es el Espíritu de Profecía. El error se cometió en pensar que el Espíritu de Profecía es lo mismo que el don de profetizar. Con esta interpretación equivocada, es fácil caer en el error de que la obra de Sra. White era un cumplimiento de esa profecía”.422

Otros, como W. W. Fletcher y John I. Easterly, siguieron la interpretación de Ballenger de que el Espíritu de Profecía y el testimonio de Jesús se referían a lo que el Espíritu Santo hace en la vida de cada cristiano para dar testimonio de Jesús.423

Luego de la muerte de Elena de White, Ballenger y Jones enfatizaron que como ya no había un profeta vivo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, esta ya no podía reclamar que tenía el Espíritu de Profecía.424 Ballenger hizo énfasis en la obra del Espíritu Santo y en el poder de este para sanar y dar poder pentecostal. Después de la muerte de A. F. Ballenger en 1921, su hermano E. S. Ballenger se convirtió en el editor de Gathering Call,425 y continuó como editor hasta su fallecimiento en 1955.426 La oficina de Gathering Call publicó muchos folletos y cuadernillos en oposición a Elena de White y a la doctrina adventista del Santuario.427 También cooperó con otras denominaciones y grupos con los que tenía puntos de vista en común.

Durante unos pocos años, Donald E. Mote ayudó a John Easterly a seguir publicando Gathering Call y, en 1961, se convirtió en el editor. Bajo la dirección de Mote, el periódico continuó en la misma dirección que con Ballenger. Al final, el apoyo a la publicación comenzó a menguar y el último número salió en 1994. Mote vendió los archivos y la biblioteca de Gathering Call a la Universidad Andrews, donde forma parte del Centro para la Investigación Adventista.

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