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Life of Mrs. E. G. White de Canright

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La publicación más importante de Canright fue su libro de 291 páginas, Life of Mrs. E. G. White, Seventh-Day Adventist Prophet: Her False Claims Refuted, publicado en 1919.396 La mayoría de los argumentos en contra de las visiones y el don profético de Elena de White publicados desde entonces tienen como punto de referencia este libro, que sigue siendo la respuesta negativa más extensa al don profético de Elena de White.

Canright admitió que había recibido ayuda de otros expastores adventistas. “Varios ministros adventistas han provisto ayuda valiosa en la preparación de estas páginas. Una vez fueron creyentes en la inspiración divina de la Sra. White, pero los simples hechos, finalmente, los obligaron a renunciar a la fe en los sueños de ella”.397 Uno de estos pastores fue William Allen Colcord, que quedó amargado tras un conflicto con A. G. Daniells, en 1913, por un problema de regalías con la Review and Herald. Su confesión de 1934 incluía “ayudar a D. M. Canright a escribir su libro Life of Mrs. E. G. White”.398

La influencia duradera de la obra de Canright exige que se dé un breve resumen. La introducción del libro compara a Elena de White con otros aspirantes a profeta: Emanuel Swedenborg, Ann Lee, Joanna Southcott, Joseph Smith, Mary Baker Eddy, Charles Russell y Alexander Dowie. En el primer capítulo, el autor argumenta que a los escritos de Elena de White se los coloca “al mismo nivel que la Biblia” y que son aceptados por los adventistas del séptimo día como “la palabra de Dios”.399 El segundo capítulo continúa con el tema y concluye que, si los escritos de Elena de White son igual de inspirados que la Biblia, entonces deben ser una parte de la “Biblia” adventista. Además, afirma que los adventistas, engañosamente, ocultan este hecho en sus publicaciones.400 Canright, que había sido un líder de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, eligió exponer una postura que, como adventista, había sabido que era falsa. Rehusó reconocer que los adventistas del séptimo día, y la misma Elena de White, consideraban que sus escritos estaban sujetos a la Biblia y tenían el propósito de dirigir a la gente a la Biblia. Aunque los adventistas del séptimo día siempre creyeron que los escritos de Elena de White están inspirados proféticamente, nunca los consideraron canónicos. La Biblia sigue siendo la base de la fe y de la práctica, y define la doctrina adventista. Otro de los capítulos de Life of Mrs. E. G. White es un esbozo de la vida de Elena de White. En su descripción de ella, Canright la presenta intencionalmente con un sesgo peyorativo. Al hablar de su niñez, utiliza adjetivos como “débil, enfermiza, sin estudios, influenciable, y anormalmente religiosa y excitable”. Su conclusión es que las visiones de Elena de White eran meras influencias religiosas y que, si no hubiera sido por el ánimo y el apoyo de su esposo, James White, y de otros líderes, probablemente ella habría renunciado a sus visiones considerándolas un error.401 Esto llevó a Canright a afirmar que otros influían en sus escritos.402 Él sugiere que Elena de White tuvo una mayor influencia después de la muerte de su esposo, pero que todavía dependía de otros para preparar sus mensajes. Asevera que ella, durante los últimos años de su vida, “a menudo no conocía a sus amigos más cercanos, ni siquiera a sus ayudantes a quienes veía casi diariamente”. Cuestiona la “supervisión” de sus libros y argumenta que, en realidad, eran sus ayudantes quienes escribían.403 El capítulo termina declarando que Elena de White era “egoísta, y en ocasiones jactanciosa”, “fanática por naturaleza” e “inclinada a tener puntos de vista extremos”; que “nunca toleraba ningún cuestionamiento a su autoridad” (lo cual causaba en ella “la mayor ira”), y que “[manipulaba] los mensajes que dice que Dios le dio” y que nunca los “[escribió] bien”; y por último, afirma que ella tenía la “tendencia a ser hiriente y severa”. Para Canright, el “efecto general de los ‘testimonios’ ” era crear, entre sus “seguidores, un espíritu de espionaje, de buscar faltas, de crítica y de juzgar a los demás”, lo que conducía a una actitud “cerrada, intolerante, hostil” hacia los que no eran adventistas del séptimo día.404 Para otros que conocían bien a Elena de White y para quienes habían examinado de cerca su vida, estas descripciones eran extrañas y esas características no eran para nada típicas de su vida, su experiencia y su ministerio. En el resto del libro de Canright, hay capítulos temáticos que hablan de cuestiones como la puerta cerrada, escritos suprimidos, visiones causadas por ataques de epilepsia, plagio, enriquecimiento por medio de las visiones, inexactitudes históricas y la simpleza mental de ella. En general, el autor usa ilustraciones incompletas, insinuaciones, generalizaciones y afirmaciones, a la vez que no aborda con claridad cuestiones teológicas fundamentales como la revelación y la inspiración, la humanidad del profeta en el proceso de la inspiración, y la hermenéutica. La única cuestión teológica que sí aborda superficialmente –Elena de White y la Escritura– es representada incorrectamente. Él veía los escritos de ella como escrituras adicionales para los adventistas del séptimo día.

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