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II. FUNDAMENTOS ANTIGUOS DE LA CUESTIÓN. EN PARTICULAR SOBRE EL DERECHO ROMANO. PRIORIDAD HISTÓRICA DEL FENÓMENO DE LA PROSTITUCIÓN: ENTRE TOLERANCIA Y RECHAZO. LA GAZMOÑERÍA A. SEXUALIDAD Y TIEMPOS REMOTOS. PROSTITUCIÓN Y RELIGIÓN: PRIORIDAD HISTÓRICA DE LA PROSTITUCIÓN COMO MANIFESTACIÓN RELIGIOSA. HIPÓTESIS: EL RECHAZO SE ACOMPASA CON EL ÉNFASIS DEL DIOS MASCULINO Y DE LA PROGRESIVA DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER. DEL “PRECIO SACRIFICIAL” AL “PRECIO DE LA CARNE”

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A partir del año 1200 a.C. es posible afirmar que comienza el rechazo a la prostitución, aunque su ejercicio y la prestación del servicio nunca han cesado. La hipótesis originaria plantea que el rechazo se acompasa con el énfasis del Dios masculino y de la progresiva discriminación de la mujer. El paradigma es: del “salario sacrificial” al “precio de la carne”.

De acuerdo con Heródoto, todas las mujeres en Babilonia se tenían que prostituir por lo menos una vez en su vida, como una especie de voto o de sacrificio en honor de la diosa Ishtar. El historiador griego relata que las mujeres se encontraban en las afueras de los templos, esperando a los extranjeros para tener relaciones con ellas. Pero, ¿cuál sería la razón de la afirmación del historiador en este caso? González Torres plantea que quizás la impresión que se llevó Heródoto en relación con esto se debió a que había una gran cantidad de prostitutas en ciertos templos, puesto que estos, como los de la mayor parte del mundo, eran importantes centros de comercio. Posiblemente estas eran prostitutas comunes, ya que el mismo investigador menciona que estas mujeres provenían de los marginados de la sociedad12.

En el tercer milenio a. C., en Babilonia, toda mujer tenía la obligación, al menos una vez en su vida, de acudir al santuario de Militta para practicar sexo con un extranjero como muestra de hospitalidad, a cambio de un pago simbólico. Este rito tiene su origen en la diosa de la cultura sumeria Inanna, diosa de la belleza y la sensualidad. Es la diosa más importante en la antigua Mesopotamia. Sabemos que los acadios la llamaron Ishtar. Sus sacerdotisas, que se habían consagrado vírgenes al servicio del templo, tenían relaciones sexuales con aquellos que habían dejado en el templo una ofrenda económica a la diosa.

La indagación sobre la prostitución en la India es la más abundante, ya que existen numerosas fuentes que aportan datos desde la época antigua hasta hoy. González Torres señala que en la India antigua había varios tipos de prostitutas o veshya: rajaveshya, la del rey; nagari, la de la ciudad; guptaveshya, la que actuaba secretamente, que era una mujer de buena familia que llevaba a cabo su vocación en secreto; devadeshya, del dios (devadasi: servidora del dios) y brahmaveshya o tirthaga, las que se encontraban en los lugares de peregrinación (Sur: 142)13.

El mismo autor referido indica que según el Arthashashtra, existía un superintendente, responsable del cuidado y de la supervisión de las cortesanas de palacio, de la inspección de los prostíbulos y de la recolección mensual de dos días de ganancia de cada prostituta, como impuesto para los gobernantes. Había un estímulo del mismo estado para los maestros de las prostitutas. Y eran famosas las de la India que aun en Roma se las encontraba. Se habla también de muchas obras, como puentes y edificios públicos, pagadas por las prostitutas14.

La problemática está vinculada con la posición de la mujer en la sociedad, su posición en la familia, la actitud ante el sexo, los tabúes, la concepción de la virginidad, del aborto y de las relaciones de parentesco; etcétera. En la tradición de la India, pues, se considera a las prostitutas como mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, por lo cual reciben un pago ellas mismas o las personas que las administran. En otras palabras, señala González Torres que queda fuera de este concepto el adulterio, el concubinato, la promiscuidad sexual voluntaria y sin remuneración, y los préstamos de mujeres a los huéspedes como muestra de buena voluntad, como era el caso de los esquimales15.

González Torres concluye que es posible que las prostitutas sagradas hayan antecedido a las seculares, aunque también es posible que su aparición haya tenido orígenes funcionales diferentes. Las prostitutas sagradas formaban parte de los especialistas de los templos, y eran una especie de puente entre las sacerdotisas y las “brujas”, es decir, “aquellas mujeres con conocimientos y poderes más allá de lo normal, gran parte de los cuales se basaban en el sexo”16.

Por su parte, las auianime mexicas eran mujeres expertas amorosas, que vendían sus favores a cambio de regalos costosos, y que solían ir muy adornadas y maquilladas. Es así que “eran tan afectas al dispendio de lo que tenían, que se empeñaban y acababan sus días en la piedra de los sacrificios”17.

Valdría la pena reflexionar acerca de si las llamadas devadasis deberían realmente ser consideradas como hierodulas o como simples prostitutas. Es decir, posiblemente en un principio llevaban a cabo ritos a través de las relaciones sexuales, pero esto cambió, sus funciones en el templo se fueron reduciendo y casi se concretaban en bailar delante de la imagen del dios en las procesiones. Se convirtieron en una de tantas castas, cuyo oficio era ese: el de la danza y la prostitución, pero que también jugaban el papel de portadoras de buena fortuna. Las prostitutas en las sociedades antiguas parecen tener así un papel ambivalente, pues están fuera de las reglas normales de la sociedad que rigen el papel y la conducta de las mujeres, sobre todo en relación con su comportamiento18.

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