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LA IMPOSIBLE COALICIÓN ANTISOBERANISTA

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La propuesta del PP es impracticable y tan solo busca robar espacio y protagonismo a Ciutadans

María Dolores de Cospedal ha propuesto en Badalona un gran frente antiindependentista en Cataluña, formado por el Partido Popular, el PSC, Unió Democràtica de Cataluña, Ciutadans y Unión para el Progreso y la Democracia. Un frente de rechazo que intente sumar 68 diputados, la mayoría absoluta en el Parlament de Catalunya, formar gobierno y ocupar el espacio de centro que puede dejar libre el posible colapso de la coalición CiU.

El llamamiento no parece haber tenido un éxito inmediato, puesto que ayer mismo PSC, Unió y Ciutadans rechazaban la propuesta. Incluso algunos dirigentes del PP acogieron con incredulidad y sorpresa el llamamiento de su secretaria general, avanzado unas horas antes por Alicia Sánchez-Camacho en unas declaraciones a TV3. La inmediata formulación de esta propuesta no habría sido discutida por la dirección del PP. Estaríamos ante una iniciativa acordada por Cospedal y Camacho para dar brío a la convención de Badalona. Hay que salir en el telediario.

Solo UPyD ha mostrado cierto interés en la oferta, lo cual no deja de tener sentido, por dos motivos: el partido magenta es totalmente irrelevante en Cataluña —en las últimas elecciones al Parlament, en noviembre del año 2012, obtuvo el 0,40% de los votos, por detrás del Partido Animalista y otras organizaciones menores—, y Rosa Díez acaba de iniciar una cierta maniobra de aproximación al PP para intentar frenar la presión, externa e interna, que en Madrid aboga por un pacto o fusión de UPyD con Ciudadanos, tal como veíamos en el anterior código 11-9-11.

Me imagino la reunión de los spin doctors del PP: «¿Qué decimos mañana en Badalona?». «Lancemos la idea de un frente antiindependentista, aunque no nos siga nadie. Se hablará de nosotros. Colocaremos a los demás partidos a remolque y le disputaremos terreno a Ciutadans, principal recolector del voto antisoberanista».

Desde este punto de vista, podríamos considerar que la iniciativa del PP ha sido eficaz: una pastilla efervescente en un vaso de agua. Un partido de gobierno, sin embargo, hace un triste papel cuando sus ofertas caen en saco roto en menos de veinticuatro horas. Y la oferta de formar una amplia coalición para gobernar Cataluña no es un movimiento táctico menor. Reducir este planteamiento, de indudable calado, a un movimiento de volante hacia el carril de Ciutadans demuestra hasta qué punto preocupa a la dirección del PP la actual posición marginal de su partido en Cataluña. Les preocupa Ciutadans y les preocupa una posible fusión o alianza de este grupo con UPyD, como hemos visto en el «gesto» de apoyo de Rajoy a Rosa Díez, gallardamente opuesta a la citada fusión. El PP sufre en Cataluña un estancamiento crónico, con tendencia a una mayor disminución.

Las encuestas de las que se comienza a tener noticia en Cataluña después del caso Pujol hablan de un tremendo desfondamiento de CiU, una persistente caída del PP, una cierta recuperación del PSC, un afianzamiento de Ciutadans, mientras que Unió se halla en incógnita, puesto que no se ha presentado jamás a unas elecciones en solitario. Ganaría ERC, con una fuerte irrupción de Podemos en el Parlament, que aún sería mayor si se formase una coalición de toda la izquierda no socialista bajo el título Guanyem Cataluña, por ejemplo. Hoy por hoy, ERC y esa hipotética Guanyem Cataluña conformarían una mayoría clara en el Parlament, empujada por la movilización social soberanista, de la que tendremos noticia el próximo Onze de Setembre, y el enorme malestar e irritación que está generando el caso Pujol. Personalmente tengo dudas de que CDC logre arrastrar a ERC a una candidatura unitaria y dudo también de que ambos partidos soberanistas —CDC y ERC— sumasen en estos momentos más de 68 diputados (mayoría absoluta). La marca Podemos está sajando todo el mapa electoral español y Cataluña no va a ser una excepción. Al contrario. Podemos es hoy el vector político más dinámico; el gran recolector del voto de protesta.

Cataluña se desplaza en estos momentos hacia la izquierda: hacia la izquierda soberanista, hacia la izquierda antiausteridad y hacia la izquierda que propone cambios radicales en la relación entre la sociedad y las instituciones. La «zona de ruptura» que desde hace meses viene anunciando el politólogo valenciano Jaime Miquel, al cual me he referido en varios artículos, alcanza hoy su máxima expresión en Cataluña. Ninguna coalición de centro o de signo antisoberanista puede frenar en el corto plazo esa tendencia. Si las próximas encuestas confirman este cuadro, veremos si Artur Mas convoca elecciones anticipadas. Tengo mis dudas. El presidente Mas se halla en una posición complicadísima, que podríamos comparar con la del rey ahogado en el juego del ajedrez. El rey no está en jaque, pero no se puede mover, porque todas las casillas a su alcance están amenazadas de jaque u ocupadas por otras piezas. En tal situación, la partida acaba en tablas. Tablas por rey ahogado. En política, sin embargo, no existen las tablas. O se gana o se pierde.

El presidente de la Generalitat puede quedar ahogado y ningún partido quiere hacer frente común con el PP, formación política que gobierna España con mayoría absoluta en las Cortes. El PP catalán es también un partido ahogado. Es difícil prever lo que ocurrirá en Cataluña en los próximos meses, en el plano político. Hay escenarios posibles, hay escenarios poco probables y hay escenarios imposibles. Entre los escenarios imposibles está la reconstrucción del espacio de centro con Alicia Sánchez-Camacho en un papel protagonista. Explicaré por qué en el siguiente código 11-9-11.

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