Читать книгу A pesar de todo... ¡No nos falta nada! - Enrique Chaij - Страница 19
NO NOS FA LTARÁ SU COMPAÑÍA
ОглавлениеEn medio de los numerosos peligros y dificultades que David Livingstone debió enfrentar en el corazón del África, como incansable explorador y misionero cristiano, siempre recordaba la animadora promesa de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (S. Mateo 28:20). Y esta seguridad de la compañía divina lo sostuvo aun en las peores circunstancias.
Y hoy, sea que vivamos en la densa selva ciudadana –donde abunda la inseguridad–, o que habitemos en el tranquilo paraje rural, podemos recordar la misma promesa del Pastor: él estará cada día a nuestro lado, y ahuyentará de nosotros toda forma de soledad.
Cuando en 1915 Ernesto Shackleton y sus hombres realizaron su viaje a la Antártida, debieron padecer las peores contrariedades. Perdieron el “Endurance”, el barco en que viajaban. Quedaron sin provisiones. Sufrieron toda clase de dificultades. El hielo se les partía debajo de sus pies; y el frío tan intenso de aquellas soledades era una permanente amenaza de muerte.
Y al fin de ese viaje tan peligroso y agotador, Shackleton destacó la sensación de haber estado acompañados por Dios. En todo momento parecieron verlo junto a ellos. ¿No es éste otro ejemplo de la compañía alentadora del Pastor en medio de la soledad? Y en el viaje de nuestra vida, por accidentado que sea, tú y yo podemos tener igual compañía y bendición.
Existe lo que podríamos llamar “soledad social”, que consiste en no tener la compañía física de nadie. Y también existe la llamada “soledad emocional” o psicológica, que es la orfandad interior, con gente afuera y con soledad adentro. Pero además está la “soledad espiritual”, que básicamente consiste en la falta de compañerismo con Dios, y en la ausencia de diálogo con él. Ésta es la peor clase de soledad, porque a menudo es causa de las otras soledades. Allí está la raíz, y allí también está la solución: nuestra relación de fe con Dios.