Читать книгу A pesar de todo... ¡No nos falta nada! - Enrique Chaij - Страница 8

Capítulo 1 Sentido de pertenencia

Оглавление

“El Señor es mi Pastor”

Viajábamos por la dilatada Patagonia argentina, donde las poblaciones eran muy pocas y pequeñas. El terreno, una interminable meseta de vegetación desértica, salpicada por las manchas blanquecinas tan típicas de la región.

¿Qué “manchas” eran ésas? Eran la gran riqueza que, junto con el petróleo allí existente, hacen tan atractivo y codiciable a ese extremo final del continente. Eran las ove­jas que abundan tanto en la zona: miles y millones de ellas, en lento movimiento pastando sin cesar.

Lo que recuerdo de manera especial es el trayecto que hicimos por tierra entre las ciudades de Río Gallegos, ca­pital de Santa Cruz, y Río Turbio, la pequeña ciudad mi­nera recostada en la cordillera austral. Una distancia de unos 300 kilómetros sobre camino pedregoso. Y durante las horas de ida y vuelta del viaje, tuvimos de nuevo como compañeras a las infaltables ovejas. Pero esta vez estaban bien cerca del camino, casi al alcance de la mano.

Y a medida que avanzábamos, íbamos espantando a los rebaños junto a la ruta. ¡Cómo huían despavoridas esas ovejas al escuchar la bocina del auto! Corrían todas jun­tas, unas detrás de las otras, aun bastante después de ha­berlas pasado. Los corderitos, más asustadizos y temero­sos, seguían a sus mayores tan rápidamente como podían.

Al observar repetidamente ese mismo cuadro, vino a mi pensamiento el brillante Salmo 23 del rey David, que destaca la obra del divino Pastor en favor de sus ovejas. Y como resultado, nacieron allí las primeras ideas que dieron ori­gen a esta obra.

A pesar de todo... ¡No nos falta nada!

Подняться наверх