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La negociación del malentendido

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El malentendido ha sido estudiado por la teoría de la conversación en su capítulo relativo a las negociaciones, que eran ya el objeto de preocupación de Naess y Williams, aunque la lingüística conversacional se acerca al tema desde una perspectiva descriptiva y no normativa, conforme a un esquema general: una negociación tiene al menos un inicio, un desarrollo conforme a la meta y un cierre; se da siempre que existe un diferendo y su resultado puede ser el éxito o el fracaso; si se tiene éxito puede ser que alguna de las partes se lleve el triunfo o que se establezca una situación de compromiso.

FIGURA 6. EL RESULTADO DE LA NEGOCIACIÓN CONVERSACIONAL


Uno de los casos de negociación es el malentendido, que puede tocar diferentes temas: malentendido de la relación entre los participantes, de la identidad de los mismos, de los procedimientos, de los signos empleados, etcétera. Este punto es central, no sólo se focaliza un aspecto del malentendido sino que se analizan diferentes características de funcionamiento según los temas, los puntos de discusión, la significación, etcétera.

Cuando se trata de una negociación de signos, si seguimos el triángulo peirceano de manera realista, el diferendo puede remitir a aclaraciones sobre el referente (a lo que remite lo dicho: v.gr. el mal de un paciente), el significado (el concepto: el «empacho» o la «infección gastrointestinal» del paciente) o el significante (la forma que soporta el contenido, las palabras o frases: supongamos, por ejemplo, que lo que el paciente tiene no puede ser definido como «infección gastrointestinal» sino como «úlcera»), apreciación que amplía el tema de la convención en Crawshay-Williams, que habla sólo en sentido general de la «aceptación de definiciones».

Nosotros diríamos que es importante además el uso del signo en un sentido amplio, más allá de lo verbal. La perspectiva semiótica de Peirce, también adoptada y modificada por Naess, permite una apertura hacia lo no verbal, que puede jugar un papel en el malentendido. En las películas cómicas, por ejemplo, se explota el malentendido por disparidad respecto a la posibilidad de comprobar una evidencia física que uno de los participantes no puede ver, estableciéndose un juego complejo entre emisor, destinatario en el campo de la pantalla y destinatario espectador fuera de campo.

Además de vincularse a distintos temas y a dimensiones no verbales, la negociación de signos puede llevarnos hacia malentendidos en torno al sobrentendido (un implícito que tiene que ver con el contexto y el uso que hacemos de las expresiones). Para su disolución han de expresarse necesariamente los implícitos, como en los casos de diferencias de interpretación en Naess, donde pueden asignarse distintas proposiciones a una misma formulación lingüística. Sólo que en el caso del sobrentendido la «explicitación» puede llegar a ser complicada y prolongada, porque no siempre sabemos de entrada en qué fundamos nuestra apreciación.

Por otra parte, la teoría de la negociación nos conduce al tratamiento de las escurridizas intenciones en el malentendido y la argumentación, ya que en una interacción se negocian las relaciones y el poder asociado a ellas. Así por ejemplo, el malentendido puede ser construido de modo artificial, como estrategia erística o de mala fe: construyo un malentendido para ganar posición. Cuando coloco al otro en situación de explicarse, está en una posición baja, de menor poder, se ve afectada su «cara», su territorialidad o la imagen de sí mismo.

En suma, el malentendido, de acuerdo con la teoría de la negociación conversacional, según la empleamos en análisis del discurso, puede vincularse a distintos tópicos, a dimensiones no verbales, a lo implícito y silenciado, así como al poder y la intencionalidad.

El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión

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