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UN TEMA PASADO DE MODA

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1. En una carta fechada en Viena en 1812, Beethoven le dice a un amigo: “De no revelar su carta claramente la intención de hacer un bien a los pobres, habría considerado grave ofensa que viniese su petición acompañada de cifras. Nunca, desde mi niñez, pidió mi celo otra cosa que servir con mi arte al sufrimiento de los pobres; otra recompensa de la íntima satisfacción que acompaña al arte de la música”.

2. La vista de un individuo paupérrimo echa por tierra todas las buenas intenciones. La pobreza revela un estado de descomposición inocultable. Por más que la voz mediática hable de progreso, de igualdad, de compensación social, la pobreza pulveriza la demagogia. Porque delante del fenómeno de la pobreza las cosas parecen fracturarse. Todo lo que se conoce por confianza, las acciones legítimas que se emprenden en los campos de la educación, del suministro de empleos, se esfuman como por arte de magia.

3. Acaso Dostoievski ha sido el escritor que más trágicamente ha escrito sobre la pobreza. Sobre todo acerca de los sentimientos que genera. De cómo se constituye en una animadversión devastadora que a su paso –conforme va creciendo en el alma del pobre– se transforma en un manantial de resentimiento que genera primero envidia y luego venganza. ¿Venganza contra qué, contra quién? Por regla general venganza contra el adinerado. Aunque él no sea culpable de nada. ¿Cómo se articulan esos sentimientos demoledores? Dostoievski tiene la respuesta. Si algún estudioso quiere enterarse de cómo acontece esa escalada de dolor y confusión en la mente de ese hombre, que lea a Dostoievski. Nada importa que las condiciones sociales sean diferentes –por supuesto que ha habido cambios abismales de la Rusia del siglo XIX al México de nuestros días–, los sentimientos ruinosos son los mismos.

4. A nadie le gusta estar cerca de la pobreza. Porque un individuo –no estoy hablando de la sociedad sino del individuo– cuya indigencia es notable, provoca una suerte de repulsión en el otro hombre que lo contempla. Quien se preguntará: ¿cómo es posible haber tocado fondo de esa manera?, ¿qué rayos pasó para que se encuentre hundido en la miseria?, ¿qué estoy pagando, o por quién estoy pagando, la culpa de quién? Con esa serie de preguntas, aquel hombre está poniendo contra la pared el sistema de justicia y equidad que parece regir a la sociedad.

5. Hoy día, la pobreza está pasada de moda para los escritores. No se escribe más de la pobreza. Hay temas mucho más significativos –en el sentido de que venden más–, como el de los triunfadores, el de los exitosos, el de las mujeres que se desapegan de sus hijos y se convierten en mujeres emblemáticas por su poder de decisión, por su empuje en la empresa donde trabajan, por su capacidad para desplazar al varón en los puestos clave; el de los tipos que tratan de superar en todo a todos, y que se les hace poco; el de los que se lo pasan pregonando los valores de la ética y la moral y en casa maltratan psicológicamente a la esposa además de tener una amante para los fines de semana. Y cabría preguntarse por qué acontece esto: ¿de verdad ha disminuido dramáticamente, para bien, el número de pobres?, ¿o es que la literatura está sufriendo una especie de deshumanización?, ¿o es que las cosas están sufriendo una transformación radical?

6. La pobreza pende sobre los adinerados como la espada de Damocles. Hay que andarse con cuidado porque en cualquier momento se puede ser pobre. Qué ignominia.

El arte de mentir

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