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UN POCO DE CARNE CRUDA NO CAE MAL

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1. Se es original, cuando se es, por el ímpetu narrativo (o ímpetu creativo), siempre ajeno al narrador. No por convicción.

2. La carne cruda semeja la pasta narrativa con la que el escritor trabaja. Antes de comerse, habrá de sazonarse y cocerse; tal como lo hace el escritor con las palabras que las deja al punto. Conforme se cuece, aquella carne desprende el olor que inevitablemente despierta el apetito; de algún modo, se está a punto de comerse algo que fue un ser vivo; exactamente igual, conforme el escritor avanza, su trabajo desprende el olor de lo prohibido, que inevitablemente invita a leerlo. Porque el escritor se devora a sí mismo cuando escribe.

3. El escritor que siente que finalmente ha escrito una línea que sobrevivirá se engaña. No estaría en su mano reconocerlo. Exactamente como el amor; quienes se sienten amados se engañan. Y Dios, que es magnánimo, les concederá vida para confirmarlo.

4. ¿Qué significa concentración en literatura? Significa un mínimo de acción, de desplazamiento innecesario; y significa un máximo de intensidad, que es avanzar hacia dentro, hacia lo más profundo.

5. La literatura te pone en contacto con lo peor de ti mismo; la religión, con lo mejor. Escribe.

6. Debe haber una jerarquía entre los acontecimientos que se narran en un cuento; de tal modo que el principal desparrame su pulso sobre los secundarios. Mejor entre menos acontecimientos existan. Cuando los acontecimientos son extraordinarios apabullan al escritor. Entonces (el escritor) se quiere poner a la altura de lo que narra. Y siempre la vida le quedará grande. Como una gabardina cinco tallas más grande.

7. El escritor debe sentir en carne propia el rechazo editorial. Debe ponerse a prueba a través de negativas constantes. Cuando los escritores se quejan de que no hay quien los publique o de que las editoriales les cierran las puertas, deberían dar gracias de rodillas de que esto acontezca. Porque saldrán robustecidos de la experiencia. Cuando son verdaderos. Pues escribir, el acto de escribir, nace en contra de algo, contra lo mejor que cada uno de quien escribe tiene dentro, que es quedarse callado.

8. El escritor debe carecer de propósitos, de cometidos, de ambiciones. No debe proponerse nada. Ni conmover, entusiasmar o producir belleza. No debe ser presa de ningún deseo porque a partir de ahí escribirá para satisfacer ese deseo. Ni siquiera escribir por escribir. Es el único modo de eludir las complacencias.

9. Los escritores que se toman en serio ven su nombre escrito en la historia de la literatura. A partir de ahí la literatura los estará educando. Ya no son como son. Sino como la leyenda que quieren ser.

10. El escritor se siente enormemente complacido cuando deja volar su imaginación. Nada más peligroso para un narrador. Cuando su imaginación vuela escribe los ejemplos más conmovedores de la estulticia.

11. En literatura, el triunfo es mero espejismo. De ahí que el mejor lector es aquel que desdeña a la literatura. Y el mejor escritor, el que escribe contra sí mismo.

12. Entre la literatura y la vida hay semejanzas felices. Se da un paso, y otro, y otro más, y así sucesivamente hasta darle la vuelta al mundo y regresar al punto de partida. Del mismo modo, se escribe una palabra, y otra, y otra más, y así sucesivamente hasta terminar un libro, que es quedarse exactamente en cero, es decir, en el mismo punto en el que ese libro se originó. Porque el escritor ignora lo que ha hecho, desconoce el secreto de lo que ha hecho. De ahí que en la vida, y en la escritura, lo importante, lo verdaderamente importante, sea el viaje.

El arte de mentir

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