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RECETARIO DOMÉSTICO
Оглавление1. Sé tolerante; lo que implica descubrir el lado noble que contiene aun el texto más deleznable. No hay que darle muchas vueltas para descubrir ese lado noble: el ejercicio de la escritura. Es el primer paso. Escribir. Se da ese paso y se da el siguiente, y así hasta darle la vuelta al mundo. Que se tenga talento o no es otra cosa. Pero el acontecimiento de aplicar la fantasía para conformar un texto ya implica cierto arrojo, cierta búsqueda. En un taller de creación literaria es lo que hay que imbuir. Nadie con la cabeza bien puesta exigiría obras maestras, ni siquiera medianamente pasables.
2. Comparte poemas, cuentos, fragmentos literarios que juzgues superiores y que a ti te hayan arrojado luz. Honrar es el único modo de sobrevivir. Cuánto placer implica poner en las manos de otro aquella novela, aquel cuento que desde tu óptica distingas ejemplar. No hay ninguna diferencia entre este acto y compartir un buen vino, un platillo soberbio. Cantidad de veces el camino ya está abierto. Los maestros se encargan precisamente de eso, de abrir brecha. Mostrar esos textos te ahorra palabras inútiles.
3. Sé sutilmente franco. Pero no bajes la guardia. Se puede ejercer ese doble filo: externar tu opinión con franqueza pero no de un modo brutal. La violencia innecesaria se castiga, aun en el futbol llanero.
4. Reprueba la crítica acerba. Porque el escritor bisoño que asiste a un taller lo hace con el ánimo de aprender, no de que lo apaleen. Poner los puntos sobre las íes en cuanto al modo de blandir la crítica le corresponde al coordinador. Cuando la crítica es demoledora el criticado no escucha. Se pasma. En el fondo es una crítica obscena.
5. Prohíbe los aplausos –no es un recital, es un taller de creación literaria. Si algo hay perfectamente kitsch en un taller es el aplauso. En primer término porque no hay texto que se lo merezca, y, en segundo, porque el aplauso es la hipérbole, el elogio desmesurado.
6. Haz de la incomplacencia tu chaleco antibalas. Descubre el error aun en el texto perfecto –porque no hay texto perfecto. Desde la primera palabra del texto que tengas ante tus ojos, destaca el error.
7. Empéñate en encontrar precedentes en los textos de los participantes. Uno de los cometidos de un taller literario –quizás el principal– es bajarle el volumen a la soberbia. De ahí la recomendación de que se deje la camisa de fuerza del amor propio en la entrada. Para nadie es novedad que el escritor se pasea en los hombros de la fatuidad. Señalar los precedentes literarios de cualquier texto contribuirá a que aquel vacuo pierda el equilibrio y caiga estrepitosamente.
8. Dispón lecturas neutras en voz alta –es taller de creación literaria, no de actuación. Las lecturas dramatizadas no son bienvenidas en un taller de esta naturaleza. Porque el que escucha se deja contaminar por el modo de leer del autor, y confunde una cosa con otra.
9. Sé puntual –es el único ejemplo que puedes dar.
10. Calla, si hay que callar; escucha, si hay que escuchar. Pero no escribas.
11. Regla de oro: no recomiendes tus propios libros ni leas en clase para demostrar, según tú, el buen empleo de tal o cual recurso.
12. Sé cauto con lo que digas, si te ves obligado a hablar. Porque aun las palabras más hueras, van a dar a oídos atentos. En un taller de creación literaria siempre hay alguien pendiente de tus palabras. Después de todo, eres el coordinador, y esa palabra equivale a general de división. Para algunos.