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Estoy conduciendo, no sé a dónde voy. Estoy en un coche, con un volante delante de mí y nada más.

En este coche no hay asientos para los pasajeros y alrededor solo hay oscuridad.

No he comprendido el motivo, pero estoy seguro de que aquí al lado hay alguien que tiene malas intenciones hacia mí.

Y sobre todo, no sé porque estoy en este lugar totalmente desconocido para mí. Parece que he llegado por casualidad, como catapultado, casi contra mi voluntad.

Me está volviendo el dolor de cabeza, cada vez más fuerte y persistente. ¿Qué hacer?

¿Dónde estáis? Por favor, necesito algo para que me pase esta migraña.

Nadie me responde, todos han escapado, ¿quizás por miedo a algo?

¡Venga, salid de ahí detrás!

Nada que hacer, no cambia nada.

Intento mirar a derecha y a izquierda, mirar detrás de mí, en el caso de que consiga percibir algún movimiento, pero no veo nada.

Esta situación está comenzando a ponerme de los nervios, no soporto bien la oscuridad porque sé que puede esconder alguna trampa, no soporto que me tomen el pelo, sea un conocido o no, ahora ya no soporto más todo esto. Durante un momento veo...

Una sombra, esa que he visto la otra vez, está volviendo a mi lado.

Está a mi lado, noto que se para, me giro hacia la izquierda y me la encuentro delante de mí, inconsistente, sin los rasgos de la cara.

Un analgésico. ¿Tiene un analgésico para mí?, pregunto una vez más, dándome cuenta de nuevo, sólo después de haber hecho la pregunta, de no poder esperar una respuesta. No de una sombra.

Si tuviese ojos, me miraría.

¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

Sé que estas preguntas, como tantas otras que se me podrían ocurrir, no recibirán respuesta, pero si las hago es porque de esta manera podré encontrar una cierta seguridad dentro de mí.

La sombra vuelve enseguida sobre sus pasos, dejándome solo con muchos interrogantes no resueltos, luego vuelve a aparecer.

¿Puedo saber quién eres?, digo, casi gritando. Siento que estoy al límite de la histeria: debo calmarme, tranquilizarme, de lo contrario no resolveré nada, no saldré jamás de aquí.

Permanezco durante unos minutos en compañía de esta figura inconsistente, que luego se va enseguida; intento seguirla con la mirada para ver a dónde va, pero ya no la veo, es como si se hubiese desmaterializado en un momento.

Quizás todo está en mi cabeza, es fruto de mi fantasía, nada es real y auténtico.

Sin embargo, si es así, la mente gasta bromas pesadas. Y entonces: ¿realidad o ficción? ¿Sueño o estoy despierto?

Intento dejar de pensar: quizás me ayudará a calmarme y a recobrar la razón.

Cierro los ojos y espero.

Coma

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