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c) La difusión del texto escrito en la Antigüedad

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Desde mediados del siglo V a. C., el libro fue desplazando poco a poco a la difusión oral como medio de comunicación entre el autor literario y el público. Según el cómico Éupolis (frag. 327 Kassel-Austin), había un área del mercado de Atenas dedicada al comercio de libros, y Platón presenta a Sócrates en la Apología (26 d) diciendo ante el jurado que las obras de Anaxágoras podían ser compradas por el módico precio de una dracma. A este cambio progresivo de hábitos contribuyó la organización del comercio del libro a partir de esta misma época. Hemos de suponer que las necesidades de este mercado librero impulsaron la aparición de las ediciones de Homero hechas por personas de relieve, como las de Antímaco de Colofón, que los escolios citan a veces, y la de un Eurípides (cf. Suidas s.v. Eurípides trágico), que parece haber sido sobrino del trágico, o las que los escolios atribuyen a diferentes ciudades griegas. El uso personal de un texto escrito concedió nuevas posibilidades de examinar con detenimiento los poemas épicos y, por tanto, de hallar con más facilidad las contradicciones que la pura audición apenas haría perceptibles. En el hallazgo de estas inconsistencias existentes en el relato se significó sobre todo Zoilo de Anfípolis, que en el siglo I a. C. escribió nueve libros Contra la poesía de Homero (cf. FGH) y mereció el sobrenombre de «azote de Homero», según indica Suidas (s. v. Zoilo). A él y a Platón, que había excluido a los poetas de su ciudad ideal (cf. República 377 e − 378 e, 598 d − 601 a, 605 c − e, 607 a), pretendieron sin duda, rebatir Aristóteles, en sus Problemas homéricos, y Heraclides Póntico, otro discípulo de la Academia y luego del Liceo, en sus Soluciones homéricas. Obras de esta naturaleza continuaron escribiéndose durante toda la Antigüedad.

El tono de crítica contra Homero también es visible en algunos pasajes de los historiadores, Heródoto en particular. Así, en II 116-120 justifica la versión homérica del rapto de Helena como un intento de presentar una leyenda apta al género épico, aunque indica que el propio Homero conocía la realidad del rapto de Helena y sus viajes. El mismo tono polémico contra Homero, aunque de hecho no se le menciona, se observa en los primeros cinco capítulos de su Historia, que dan una versión muy diferente de los orígenes de la rivalidad entre Grecia y Asia. Las críticas de naturaleza histórica contra Homero también aparecen en Tucídides, II 41, 4.

En esta polémica entre los detractores del texto homérico por sus amoralidades, inconsistencias o contradicciones y los defensores de Homero, que utilizaban la alegoría como justificación, la existencia de un ejemplar oficial ateniense hizo que algunos ataques fueran dirigidos contra éste. Algunos restos de esta actividad quedan en ciertas fuentes. Según Diógenes Laercio, I 57, el historiador de la historia local de Mégara, Diéuquidas (FGH 485 frag. 6), al que se suele datar en el siglo IV a. C., aunque quizá es algo posterior, acusaba a Pisístrato de haber introducido dos versos en el Catálogo de las naves (II 546 s.) para elogiar a los atenienses. También Aristóteles, Retórica I 15, 1375 b 30, señala que, en el curso de las disputas por la posesión de Salamina en el siglo VI a. C., los megarenses acusaban a los atenienses de haber incorporado al Catálogo unos versos (probablemente II 557 s., según Estrabón, IX 1, 10 1394]) como apoyo en favor de las reivindicaciones de Atenas sobre Salamina en contra de los derechos de los de Mégara, que proponían una versión distinta. Según Estrabón, la interpolación era atribuida a Solón (lo mismo en Plutarco, Vida de Solón X 1; Diógenes Laercio, I 48; schol. B a II 557) o a Pisístrato. Las ediciones alejandrinas de Zenódoto y Aristarco, en particular, lo mismo que las monografías que surgían como productos complementarios de la edición, contenían, a juzgar por las noticias que dan los escolios, numerosas discusiones de la misma naturaleza, aunque casi nunca podemos juzgar si sus conclusiones estaban basadas en argumentos sólidos y en datos procedentes de recensiones anteriores, y no en meras especulaciones. En todo caso, las marcas críticas con las que señalaban las dificultades del texto que editaban o las atétesis que consideraban necesarias, actividad de la que los escolios conservan cierto recuerdo, procedían en parte de consideraciones acerca de lo que estimaban incongruencias en la narración, en la lengua, en el metro o en el mundo real homérico.

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