Читать книгу Ilíada - Homero - Страница 43

a) Las fuentes antiguas sobre la vida de Homero

Оглавление

La información que poseemos acerca de la biografía de Homero procedente de la Antigüedad (hay además biografías de época bizantina de Juan Tzetzes, Suidas y Eustacio, editadas por Allen en el tomo V de los Homeri opera) se halla, sobre todo, en ocho obras breves, de las que siete son biografías en sentido estricto (una procedente de la Crestomatía de Proclo, otra del autor que al comienzo de la biografía afirma ser Heródoto, otra atribuida a Plutarco, y anónimas las cuatro restantes) y la última expone el Certamen de Homero y Hesíodo. Todas estas obras fueron escritas después del comienzo de nuestra Era, pero citan a muchos autores anteriores, algunos de los cuales se remontan al siglo VI a. C., y relatan, en un tono novelado la mayoría de las veces, las discrepantes versiones de los autores cuya información transmiten sobre la cronología de Homero, su lugar de nacimiento y muerte, su nombre y las diferentes circunstancias y avatares de su vida. Además, en la Vida de Hesíodo y en otras muchas obras y autores de toda la Antigüedad, a partir de los fragmentos de Jenófanes (Vorsok. 21 frag. B 10, 11 y 12 Diels-Kranz) y Simónides (frag. 564 de Poetae Melici Graeci, ed. Page) aún en el siglo VI y de la Historia (cf. II 53 en particular) de Heródoto en pleno siglo V a. C. con seguridad (pues los versos atribuidos a Hesíodo de Certamen 213 s., ed. Allen, y del fragmento 357, ed. Merkelbach-West, que nombran a Homero, son de autenticidad hesiódica dudosa), hay múltiples referencias más o menos ocasionales a la vida, a la datación de Homero o a Homero como autor de distintos poemas épicos conservados o perdidos. Ni en la Ilíada ni en la Odisea hay la menor alusión al autor, aunque la idéntica actitud de silencio que ambos poemas mantienen acerca de este punto produjo pronto en la Antigüedad la impresión de que ambas son obras de un solo poeta.

Con distintas variaciones, estas biografías presentan los viajes y estancias en diferentes ciudades griegas, sobre todo de Jonia, de un poeta itinerante que canta ante amplios auditorios sus poemas. Estos poemas son la Ilíada y la Odisea, en particular, aunque también, según la Vita Herodotea, «la expulsión de Anfiarao a Tebas», Himnos a los dioses, la Pequeña Ilíada, la Focaida, Cércopes, la Batracomiomaquia y «los demás paegnia» (aún en la primera mitad del siglo VII, Calino, frag. 6 = Pausanias, IX 9, 5, atribuía a Homero los poemas épicos que trataban del ciclo tebano, pero ya Heródoto, IV 32, duda de que los Epígonos sea de Homero). Las demás fuentes varían en cuanto al número y título de las demás obras atribuidas a Homero, aparte de la Ilíada y de la Odisea. Acerca de su nombre real, de la identidad de sus padres y de su patria, sobre todo, las biografías informan sobre las numerosas hipótesis que los escritores anteriores a tales biografías habían emitido.

En la Vita Herodotea, la biografía más extensa, se dice que el nombre real de Homero era Melesígenes, por haber nacido junto al río Melete de Esmirna, y que el nombre posterior lo recibió al quedarse ciego, ya que ése es el significado de hómeros en el dialecto de Cume y Esmirna, pues los ciegos necesitan un rehén (sentido frecuente de hómeros) que los guíe como lazarillos. Otras biografías explican que fue capturado como rehén de los colofonios o de los lidios, y que esta circunstancia dio origen a su apodo, o que acompañó (otro significado del verbo homereîn, aparente derivado de hómeros) a los magistrados de Esmirna en su emigración fuera de la ciudad, dominada entonces por los lidios. El nombre de la madre era Creteide, y la patria Esmirna, aunque gran parte de su vida transcurre no sólo en Esmirna, sino también en Colofón, Cume, Focea y Quíos, localidades todas del sur de Eólide y norte de Jonia, y en la isla de Ítaca, antes de la muerte en la isla de Íos, detalle en el que coinciden todas las biografías y fuentes. La polémica acerca de la patria de Homero es el motivo de un nutrido grupo de epigramas de la Antología griega (cf. AP IV 296, que las Vidas que lo citan atribuyen a Antípatro, y AP XVI 294 ss., XI 102). La discusión acerca de la patria de Homero quizá remonta a fecha antigua (según la Vida atribuida a Plutarco, II 7, Píndaro, frag. 264, afirmaba que Homero era ya de Esmirna, ya de Quíos), a menos que no exista una contradicción real si se trata de un poeta que ha nacido en un sitio y ejercido su actividad en el otro. La Vita Herodotea data su vida ciento sesenta y ocho años después de la guerra de Troya y seiscientos veintidós antes de la expedición de Jerjes contra Grecia (480 a. C.).

La Vida atribuida a Proclo, la atribuida a Plutarco y las que Allen numera con IV, V y VI informan en particular acerca de las hipótesis que sobre su patria y obras, sobre el nombre de sus padres, la causa del apodo y su datación habían formulado otros autores. Las noticias de Tzetzes, Eustacio y Suidas añaden otras referencias a las ofrecidas por los autores antiguos. Es evidente que al menos parte de los datos que facilitan las biografías deriva de atribuir al autor lo que la Ilíada y la Odisea narran sobre los personajes. La leyenda de la ceguera de Homero es incompatible con el contenido de algunas anécdotas narradas por las Vidas. Cabe, pues, la posibilidad de que haya sido atribuida a Homero a partir de Demódoco, el cantante ciego de la Odisea, o del cantante ciego de Quíos, mencionado en el Himno a Apolo.

La variedad de hipótesis contradictorias y el amplio número de personas que ha intervenido en la discusión permite suponer que hubo durante toda la Antigüedad una viva polémica, pero que poco o nada se conocía con seguridad. Muy ilustrativo es a este respecto que se haya supuesto una filiación o una descendencia divina ya en el siglo V a. C. (cf. Vorsok. 82 Gorgias B 25 Diels-Kranz = Proclo, Vida de Homero, p. 100, 5 Allen). En todo caso, para nosotros es imposible distinguir en estas noticias lo que hay de legendario y un hipotético núcleo histórico, si es que lo hay. Es de notar que Heródoto, el primer autor que nombra la Ilíada y la Odisea como obras de Homero (II 116, 2, 4; IV 29), hace constar que él es el único (cf. II 53, 3) responsable de la cronología que atribuye a Homero y a Hesíodo («me han precedido en cuatrocientos años y no en más», II 53, 2, afirmación que Tucídides, I 3, 3, no critica). Es interesante la noticia de Artemón de Clazómenas (en Suidas, s. u. Arctino, núm. 3960, p. 361 Adler; cf. Dionisio de Halicarnaso, Antigüedades romanas I 68, 2), que databa la madurez de Arctino de Mileto, el autor de la Etió-pida, que comenzaba donde acaba la Ilíada, en torno del 700 a. C. La narración de Heródoto (II 53) indica que tenía a Homero y a Hesíodo por contemporáneos, aunque ya Jenófanes (Vorsok. 21 frag. B 13 Diels-Kranz) deja ver que existían distintas opiniones.

Igualmente, la razón que Heródoto (II 116-7) expone para no atribuir los Cipria a Homero no es ningún testimonio, sino la observación de la discrepancia entre Ilíada VI 289 ss. y el contenido de los Cipria (cf. frag. 14 Bernabé). Es posible que la afirmación de Esquilo (en Ateneo, VIII 347 e) de que sus tragedias eran «tajadas de los grandes festines de Homero» indique de modo implícito que consideraba todos los poemas épicos como obras del propio Homero. Aún Píndaro (frag. 265 = Eliano, Varia historia IX 15) contaba la historia de que Homero había regalado los Cipria a su hija como dote. La impresión general, que confirma el testimonio de la Vida de Homero de Proclo (p. 102, 2 ss.), es que en una fase muy antigua toda la épica era atribuida a Homero y que poco a poco se ha rechazado la autoría de todas las epopeyas excepto la Ilíada y la Odisea. El contenido de la Poética de Aristóteles deja ver que ya sólo consideraba obras de Homero la Ilíada, la Odisea y el poema burlesco perdido, titulado Margites. Lo mismo consideró en adelante la filología de los alejandrinos. (El tratado Sobre lo sublime IX 11-13, es el primero, en la medida que sé, que atribuye la Ilíada a la madurez del poeta, y la Odisea a la vejez del mismo.) Incluso la Vida de Homero de Proclo (p. 102, 3) indica que Jenón (sólo conocido por otra mención en el schol. a Ilíada XII 435) y Helanico, discípulo de Agátocles, que, a su vez, lo había sido de Zenódoto, afirmaban que la Odisea no es de Homero. A pesar de todo (cf. R. Pfeiffer, History of classical scholarship. From the beginnings to the end of the hellenistic age, Oxford, 1968, 43 s.), es verosímil que este conjunto de biografías tardías, lo mismo que las referencias literales que nombran a Homero, hereden también una tradición que remonta al siglo VI a. C. (cf. Wilamowitz, Die Ilias und Homer, Berlín, 1916, 367, 439). Una prueba de que tal tradición remonta a esa época es la noticia de que Teágenes de Regio, hacia 520 (cf. Vorsok. frag. 8. 1 = Taciano, in Graecos 31; cf. frag. 8 A 2 = schol. B a Il. XX 67), fue el primero que «investigó sobre la poesía de Homero, su linaje y su datación».

Teágenes de Regio inició las defensas de Homero contra los ataques dirigidos por Jenófanes (cf. Vorsok. 2 frag. B 11 Diels-Kranz) y otros, que culpaban a Homero y a Hesíodo de haber presentado a los dioses como autores de todas las fechorías entre los hombres. Jenófanes de Colofón y Teágenes de Regio inauguran una tradición de críticas y exculpaciones de Homero, respectivamente, que continuará a lo largo de toda la filosofía griega (cf., por ejemplo, Diógenes Laercio, VIII 21, acerca de Pitágoras; Heráclito, frag. 42 Diels-Kranz; etc.). Es probable (cf. R. Pfeiffer, History of classical scholarship. From the beginnings to the end of the hellenistic age, Oxford, 1968, 9 s.) que Teágenes usara la explicación alegórica como defensa de Homero contra los ataques de Jenófanes. En todo caso, este género de explicaciones ya era familiar a Platón, según indican Rep. 378 d y el comienzo de Ión. Diversos ecos de este género de explicaciones se hallan en las Alegorías homéricas del Pseudo-Heráclito y las Cuestiones homéricas de Porfirio. No podemos saber con seguridad en qué medida esta tradición puede haber conservado algún elemento histórico que remonte a la propia vida del poeta Homero.

Hay aún otras probables referencias a Homero más antiguas que las señaladas hasta el momento, pertenecientes al siglo VI, como la relativa a la defensa de Helena contra el mito homérico que había en la Palinodia de Estesícoro (192 Page = Pl., Phaedr. 243 a), tema que luego utilizaron Gorgias y Eurípides, y la noticia atribuida a Arquíloco (frag. 153 Bergk Eustacio, Com. a Aristóteles, Ética a Nicómaco 6, 7, 1141 a 12, aunque la validez de esta cita es dudosa) de que Homero compuso el Margites. Las alusiones, imitaciones o adaptaciones que hacen los líricos desde Arquíloco, Alceo, 44, Alcmán y Tirteo de pasajes homéricos ofrecen un margen de inseguridad mayor. Finalmente, hay que mencionar algunas referencias muy antiguas al hombre de Quíos, que es posible que nuestras fuentes identifiquen con Homero y que, en todo caso, ya Tucídides (III 104, 5) identificaba. El poeta del Himno a Apolo 169 ss., tras preguntar a las muchachas quién es el aedo más grato y el que más les deleita, las invita a que respondan que es el ciego de Quíos. La datación del Himno a Apolo no es segura, aunque debe de pertenecer al siglo VII (a mediados, según R. Janko, Homer, Hesiod and the Hymns, Oxford, 1982, 99 ss., 200). Por otro lado, Estobeo (IV 24, 38) cita un poema en el que menciona Ilíada VI 146, que atribuye al hombre de Quíos. Si la atribución de este poema a Semónides es cierta, habría que datar en la segunda mitad del siglo VII la atribución del verso documentado en la Ilíada al hombre de Quíos. Sea o no cierto que Homero debe ser identificado con el hombre de Quíos, el caso es que ya Acusilao (2 F 2 de Fragmente der griechischen Historiker, ed. Jacoby), antes de las guerras contra los persas, y, poco después, Píndaro (Nem. II 1 s.) hablaban de los homéridas de Quíos, pretendidos descendientes de Homero que cantaban sus poemas en sucesión. No podemos saber si la designación de homéridas hace referencia estrictamente a un grupo de rapsodos que se presentaban como descendientes de un poeta concreto cuyo nombre era Homero, o si el nombre se refería simplemente, conforme a un sentido más laxo, pero bien documentado, del morfema de patronímico, a todos los profesionales de la recitación épica.

Ilíada

Подняться наверх