Читать книгу Vagos y maleantes - Ismael Lozano Latorre - Страница 15

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NUEVE

Silencio.

A veces los silencios pueden son más dolorosos que cualquier sonido o reproche.

El silencio es el ruido que produce la soledad, mudo, cortante.

Cuando llevas demasiado tiempo sin oír nada, la congoja te anuda el pecho y te impide respirar.

No hay nadie.

Nada.

Estás solo.

La luz de la habitación apagada y la luna enganchada en las cortinas. Don Manuel miraba al techo en silencio y las sombras huían de su mirada.

Solo.

Él era el único usuario de la residencia que no recibía visitas ni cartas ni llamadas.

Nada.

El trato con los gerocultores era lo más parecido que tenía a un amigo o al encuentro con un familiar.

Solo.

«Monstruo, enfermo, desviado. ¡Arderás en el infierno!».

Voces del pasado que regresaban a su mente y lo hacían estremecer. Insultos que creía olvidados se adherían a su cuerpo y recorrían su piel.

«Invertido, violeta, sarasa...».El viento entrando por la ventana, paredes sucias, techo mugriento, el barracón cochambroso olía a sudor y sufrimiento, petates tirados en el suelo, cuerpos anémicos con casacas grises que se quejaban al menor movimiento.

«No llores, mi niño, no llores», le pedía una voz amiga. «No les des el gusto de verte llorar».

Miedo. ¡Vergüenza!

Polvo, montañas rojizas y ansiedad.

Las aspas del molino girando.

Golpes, insultos, latigazos.

Langostas, langostas voraces destruyéndolo todo.

«Intenta no destacar, ser invisible, transparente».

Silencio.

A don Manuel le daba miedo el silencio porque le hacía regresar a lugares en los que tenía prohibido pensar.

Pánico, rabia, desesperación… Aunque habían pasado muchos años, esos sentimientos que albergaba su alma todavía lo atormentaban y lo hacían tiritar.

«Cuando la herida es muy profunda no cura del todo», le había dicho un compañero. «Puede cicatrizar, pero no sana… El veneno se queda dentro de la piel para siempre».

Solo.

Don Manuel se encogía y tapaba su cabeza con las sábanas.

«¡Coge el mazo, maricón! ¡Levántate del suelo y empieza a picar! ¡Ponte a trabajar si no quieres que te rompa el culo ahora mismo!».

Miedo.

Terror.

El silencio era el sonido mudo que producía su soledad.

Vagos y maleantes

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