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EL INCONSCIENTE COMO MEMORIA
ОглавлениеLas dos primeras causalidades que les he planteado son causalidades ontogenéticas, es decir, del desarrollo propiamente del ser. La última es, en términos de Freud –a quien le faltaba el concepto de estructura–, filogenética. Por eso se introduce en el pensamiento de la causa sexual la cuestión de la memoria; hay un vínculo entre la causa sexual no actual, no presente, y la memoria. Es el propio inconsciente entendido como una memoria que conserva recuerdos aunque el propio sujeto no lo sabe, recuerdos que no están a su disposición.
Es importante no equivocarse en esto porque en psicología la memoria es una función de adaptación del ser humano. En la rata –que es el sujeto, no del inconsciente, sino de los experimentos–, se ve la memoria como una función de adaptación. Puede controlarse el tiempo que necesita una rata para encontrar el queso cuando está en un contexto que no conoce. Si el experimentador es lo bastante amable, si quiere a las ratas –generalmente los experimentadores con ratas no quieren a las ratas, o sea, que dicen ser neutrales pero en realidad tienen una relación muy peculiar con las ratas: se la puede llamar amor, ¿por qué no?, ¡hay tantas cosas en el amor!–. Si el experimentador es honesto, dejará el queso en su sitio y así, con un reloj, podrá verificarse que la rata encuentra el queso cada vez más rápido porque sabe dónde está. Primero le es necesario reconocer el pequeño mundo diseñado para ella y después, inmediatamente, va al queso, y por supuesto se lo come.
El problema con la memoria inconsciente es, precisamente, que tiene una función de desadaptación. Así es como Freud encuentra el inconsciente: el sujeto recuerda pero sin saberlo. Posiblemente la rata tampoco conozca sus recuerdos pero, aunque podamos decir que tiene un inconsciente, la rata no tiene un inconsciente freudiano. Porque en lo que se refiere al inconsciente freudiano, el sujeto recuerda exactamente dónde tiene que ir para no encontrar el queso, es decir, recuerda todo lo que tiene que hacer para no encontrar lo que le falta. Eso es lo llamamos deseo. Puede también encontrar el queso para no comerlo. Pero no voy a desarrollar todos los ejemplos que, en efecto, parecen lo bastante evidentes en la vida humana, especialmente en la vida amorosa, como para entender cómo puede traducirse ese no ir al queso que falta.