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EL ESQUEMA DEL TRAUMATISMO: HECHO, DICHO Y SENTIDO
ОглавлениеEn esos tres tiempos puede reconocerse lo que he presentado como la doble causa, dividida en fijación y represión, con el efecto de retorno de lo reprimido como sintomático. En la misma concepción de la represión se ve que lo importante es la lógica a la que responde. Al formular esto, Freud obedece a esa nueva lógica de la causalidad, la de la doble causa. Así puede entenderse que el concepto lacaniano de retroacción está fundado en Freud.
Supongamos una cronología: primero uno y después dos. La propia función de la represión implica un retorno del dos sobre el uno, es decir, que la fijación sola no es la causa de la neurosis, se requiere la intervención de la represión sobre esa causa. La función de la represión necesita lo que Freud llama nachdräng, un efecto de post-presión, after-pression en inglés. Ésa es la matriz de todos los esquemas de Lacan. Puede verse en el propio concepto de traumatismo, bastante familiar por otra parte; ¿qué significa ese concepto si no es que, en un primer momento, hay un hecho que no se integra, un hecho sin sentido, y que sólo en un segundo tiempo ese traumatismo podrá cobrar sentido?
De este modo podemos completar el esquema: en primer lugar el hecho del traumatismo; en segundo lugar el dicho que le da un sentido; y, en tercer lugar, el sentido. Hecho, dicho y sentido. Esa causalidad basta para entender que en el psicoanálisis no se trata de un esquema del desarrollo. Un esquema del desarrollo sería una flecha única, mientras que en la búsqueda freudiana la flecha va complicándose de modo que no se trata ya de un desarrollo sino de lo que Lacan llama propiamente una historia. Hay una dialéctica del hecho y el dicho. En castellano se dice, según creo, «Dicho y hecho», pero precisamente hay una distancia entre el hecho y el dicho, lo cual implica por ejemplo que el hecho de tener hambre impide pensar. Tener hambre es un hecho –en estos casos se oyen pequeños ruidos que indican que debemos ir a buscar nuestro queso–, aunque sólo podemos encontrar el queso que no nos interesa, el no esencial; el queso esencial siempre puede esperar un poco más, puede esperar mientras comemos. No es lo mismo el hecho de tener hambre cuando esta tiene el sentido de la bulimia –tener hambre tan a menudo, que se empieza a engordar– que en un tratamiento adelgazante. Tampoco es el mismo hecho cuando tener hambre parece una fatalidad social. El hecho mismo cambia según el dicho.
No es el mismo hecho cuando el hambre parece un castigo divino a una parte de la población o si, al contrario, se vincula a que a uno le hayan robado lo que le debían dar. Puede ser un motivo de rebeldía y también puede tener el sentido de rechazar la ley del Otro. En la histeria los síntomas de anorexia pueden aparecer con el sentido de vaciarse voluntariamente, mientras que en la anorexia propiamente dicha tener hambre –o al menos no comer– es un goce como tal, es decir, se rechaza lo que se impone desde el Otro. Hasta el punto de que en biología molecular se van a encontrar las sustancias producidas por el no comer, tomadas propiamente como una adicción. La anorexia es, en ese sentido, una toxicomanía. La dialéctica del hecho y el dicho implica esta complicación.