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Prólogo
ОглавлениеPablo Wright
Conicet-UBA
Podríamos afirmar sin lugar a dudas que, en los mundos religiosos humanos, entre el Cielo y la Tierra, habitan los símbolos. Estos nos permiten dar forma a la experiencia, pero no son la experiencia misma, la posibilitan; ayudan a ir de lo conocido a lo desconocido, vislumbrar umbrales inefables de la vida, sea tanto la cotidiana rutinaria como la cósmica. Los símbolos religiosos son una creación social, colectiva, y nunca idénticos a sí mismos para siempre, maleables, sintéticos, polisémicos. Como especie, los humanos tenemos la capacidad de crear sistemas de signos que permiten esta objetivación de la realidad que llamamos cultura y sociedad. Dentro de la cultura y la sociedad, las religiones, las religiosidades y las espiritualidades, a la vez unas, múltiples, ortodoxas o eventualmente eclécticas, como los sociólogos Joaquín Algranti y Damián Setton nos cuentan en este libro, son expresiones existencialmente complejas de esas capacidades de simbolización en contexto. Y en la fábrica social de estos fenómenos están presentes ineludiblemente mecanismos de funcionamiento y organización más generales vinculados con poder, estatus, prestigio, identidad, competencia, subsistencia, cooperación, reciprocidad, conflicto, género y sexualidad.
El texto nos recuerda que somos seres semióticos, pero no como islas cognitivas aisladas, sino solo y siempre dentro de una malla de conceptos, valores y prácticas tejidos intersubjetivamente, inmersos en contingencias históricas no programadas de antemano. Si bien las tradiciones doctrinales e institucionales religiosas proveen marcos normativos preexistentes, la novedad incesante implícita en los procesos empíricos “realmente existentes” de producción y reproducción social de lo sagrado nos acerca, como prueban los autores, a situaciones concretas en donde los tipos ideales son insuficientes. Con coraje académico y energía exploratoria este libro va más allá de los lugares comunes conceptuales de la sociología de la religión y las teorías generales que enfatizan demasiado lo universal, lo abstracto, lo normativo, lo estable y lo deductivo, y a veces también la moda intelectual. En su lugar, proponen un viaje de síntesis por los límites de la producción de lo real sagrado, que se expresa por ejemplo en las clasificaciones, las inclasificaciones, las identificaciones, el carisma, el anticarisma, las materialidades cargadas de sacralidad y las formas en que todo esto puede llevar a formas de realización y/o desrealización de lo social. Este plan se fue dando gradualmente en los resquicios de sus investigaciones previas que llevaron a los autores a fusionar sus esfuerzos en pos de un nivel convergente de análisis; esto es, cómo son habitados los mundos sagrados. Una agenda común de investigación que combina con sutileza analítica y sin oposición tajante lo fenomenológico experiencial con lo estructural sociohistórico, logrando esbozar una visión totalizadora, aunque sin dejar de reconocer parcelas rebeldes de lo real que reniegan de lo estable. En síntesis, un esfuerzo cercano a una verdadera economía política de lo sagrado. Así, en un resumen de su perspectiva epistemológica sobre el nexo entre la simbólica social y el lenguaje, los autores expresan que “los diferentes mundos religiosos refractan con metáforas y elipsis los principios objetivos de su medio social”. El texto expande este tropo fundacional.
El libro es producto entonces de una sedimentación dinámica de ideas, propuestas y estudios sociológicos desarrollados por los autores durante quince años en forma individual, en coautoría y en colaboración con otros colegas, en el Área Metropolitana de Buenos Aires entre grupos del judaísmo ortodoxo de Jabad Luvavitch, neopentecostales de megaiglesias, grupos evangélicos en cárceles y formas de catolicismo popular junto con prácticas de la Nueva Era. Estos materiales de campo conforman la base del texto que representa una práctica de reanálisis, donde lo inductivo es reivindicado frente a lo deductivo, y la empiria muestra el poder etnográfico de su dialéctica impredecible. Las investigaciones se realizaron a través de un enfoque cualitativo etnográfico, constructivista e interpretativo, y los materiales de campo combinan entrevistas, observaciones de campo, materiales escritos, canciones, películas y datos cuantitativos. El texto presenta una estructura expositiva que despliega los dilemas conceptuales principales a lo largo de los capítulos, y en algunos de ellos hay partes protegidas por recuadros, lo que les otorga la visualidad perfecta para el tono intimista, exploratorio, casi ensayístico de las ideas allí desplegadas. Incluso hay ejemplos de la literatura que parecen explicar mejor que la academia la “potencialidad oculta de lo sagrado” sin olvidar el humor, la ironía y las paradojas como expresiones, a veces mejor dotadas que los conceptos, para ilustrar los dilemas de lo sacro en el mundo moderno.
A no dudar, se trata de un trabajo experimental que visita con valentía límites epistemológicos poco comunes en la academia de habla hispana. En términos geopolíticos, ejerce con libertad la soberanía de la creación dialéctica de ideas y conceptos, evitando caer en el culto mítico a la autoridad sociológica, aunque sin renegar de las tradiciones y sus influencias. Desde una perspectiva conceptual informada por una urdimbre compleja que se va hospedando con naturalidad a lo largo de los capítulos, se destacan la sociología durkheimiana y las perspectivas weberianas de la acción, el interaccionismo simbólico, la fenomenología social de Alfred Schutz, la dramaturgia performativa goffmaniana, la socioantropología de Pierre Bourdieu, la proxémica, la simbólica sociológica de Mary Douglas y extensas conversaciones con la fenomenología, los estudios culturales, la sociología de la cultura, diferentes enfoques sociológicos de la religión, la antropología y la lingüística. Estos cruces muestran una amplitud intelectual inédita para los estudios de ciencias sociales de la religión en nuestro país. Los análisis desarrollados aquí otorgan prioridad analítica a las relaciones sociales, a las experiencias y a la organización.
En este sentido, los autores nos revelan con pedagogía precisa que la estructura interna de los mundos religiosos produce identificaciones, cultura material (mercancías, artefactos y bienes simbólicos), genera construcciones carismáticas, y puede presentar zonas de fronteras donde se construyen umbrales adentro/afuera, o relaciones núcleo-periferia donde se dan escenarios dinámicos de interacción. Sostienen que estos representan procesos destacados que prefiguran a las creencias y sus usos estratégicos. Y que el papel de las mediaciones éticas (“lo verdadero”), técnicas (“lo útil”) y estéticas (“lo bello”) es fundamental en la modelación, y que ellas son características esenciales de los procesos de producción, consumo y circulación de las materialidades sagradas.
Esta guía conceptual y metodológica, con las prácticas de análisis empírico que incluye, nos lleva a sugerir que este texto podría hasta adquirir las dimensiones de una nueva variante heterodoxa, pero muy útil, de manual de sociología de la religión lato sensu. Un manual habitado por la gente y sus circunstancias, donde las categorías y los conceptos de la disciplina están vivos en los análisis cualitativos de prácticas sociales, materialidades e instituciones vinculados con los complejos fenómenos religiosos que se manifiestan en las urbes contemporáneas. En estas, modernidad, posmodernidad y capitalismo periférico globalizado conviven en expresiones y sistemas religiosos diversos, donde lo culto, lo popular, lo plebeyo y las apropiaciones “nuevaerizadas” de las religiones y de la ciencia pueden llegar a un “desborde barroco” –como expresara con sabiduría poética una interlocutora– propio del tiempo actual.
Para utilizar una imagen de la industria del dibujo animado, podría decirse que el libro nos lleva hacia lo que está “más allá de lo evidente”, como rezaba el personaje Lion-O de los famosos Thundercats. Los autores desarrollan exploraciones limítrofes para acercarse a las “estructuras no obvias de los mundos religiosos”, yendo más allá del poder “superficial” de lo instituido para acercarse al poder generador de lo instituyente. De lo clasificado a lo inclasificado, de la fuerza de las taxonomías a la resistencia y novedad descategorizante de sus rupturas y reconfiguraciones, el libro nos ofrece ejemplos etnográficos de estos tránsitos dinámicos por los mundos sagrados de Buenos Aires.
Así, puedo señalar a modo de viñetas el análisis de la construcción social de los luvavitchers y en qué consiste la “lubavitcheidad” en la comunidad judía ortodoxa porteña, sus taxonomías centrales, perfiles espirituales y sociológicos. Dentro de ella se ilustra la trayectoria paradójica musical-espiritual del grupo rockero Atzmus (cuarteto donde dos de los músicos son miembros de la comunidad jabadiana y dos cristianos evangélicos) con su nombre derivado de la Cábala, y sus dilemas tanto internos como dentro de la industria del rock a secas. También se pueden conocer desde dentro los detalles de creación y elecciones temáticas de guion, estética, producción y marketing del film Francisco en Buenos Aires y cómo la industria cultural de bienes “espiritualmente marcados” recrea estratégicamente la mito-historia del cardenal Jorge Bergoglio. Por otra parte, lo sagrado urbano-popular aparece en el culto a San Expedito, objeto-persona numinosa: allí la administración del culto, las actividades y materialidades sagradas recorren clivajes varios desde los esfuerzos eclesiásticos por controlar credos, cuerpos y espíritus hasta las intersubjetividades plebeyas que siguen sus intereses y nociones más allá de la lógica institucional. En cuanto al carisma, se llama la atención sobre el curioso “carisma de sustancia”, según el cual en la fiesta jabadiana llamada farbrenguen la ingesta de alcohol puede ser vista como el consumo de una sustancia sagrada que facilita la “conexión con lo divino”. Finalmente, las prácticas anticarismáticas de las reuniones de Meditación Masiva Argentina, ejemplo de prácticas de espiritualidad alternativa en Buenos Aires, muestran la búsqueda de lo sagrado interior tratando de abolir la exaltación de dones o carismas, sintetizado en un ethos que sanciona las manifestaciones excesivas del ego y la espiritualización pública exagerada.
Este libro logra el efecto de cambiar nuestro imaginario conceptual para aproximarnos a los fenómenos de la religión, la religiosidad y la espiritualidad contemporáneos al modo de la arquetípica sugerencia que don Juan Matus, indio yaqui creado por el controvertido antropólogo Carlos Castaneda, le diera al autor: para percibir diferente la realidad, debía hacer los ejercicios necesarios –definitivamente iniciáticos– para cambiar su “punto de encaje”. Este era el lugar desde donde en la tradición yaqui, tanto fuera inventada por el autor como etnográficamente comprobada (aquí no interesa tanto la autenticidad sino simplemente su potencia filosófica), se arman las certezas que cruzan la ontología, o sea las definiciones de lo que es el mundo, con la epistemología, es decir, cómo es posible conocerlo. Después de leer el trabajo de Joaquín y Damián queda esa sensación de que algo se ha modificado en nuestros puntos de encaje para comprender las peripecias actuales del creer, y la alquimia semiótica, simbólica y sociológica que posibilita esas tramas existenciales, ese habitar en lo sagrado. Las travesías por estos mundos religiosos nos dejan herramientas recargadas para dejar de concebir lo incompleto, lo inestable, lo ambiguo, lo imperfecto, lo anómalo taxonómico como aberraciones conceptuales a ser corregidas, sino para integrarlas como parte del mundo social y sus dinámicas. Estas liminalidades no crean más angustia y desazón conceptual, ya que, desde ahora, para explorar las múltiples bifurcaciones de los jardines de lo sagrado, siguiendo los consejos borgeanos, tenemos brújulas con nuevos ajustes para orientarnos en el mundo. Este texto nos introduce eficazmente para comprender mejor esas cardinalidades de la sociedad y la cultura por donde transita lo social numinoso.