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Macroescala: la creencia en números

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Ahora bien, ¿cuáles son las características de la situación religiosa en la Argentina? Como se desprende de los datos obtenidos en la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas, realizada en 2019 por el programa Sociedad, Cultura y Religión del CEIL-Conicet, la población se distribuye de la siguiente manera: 62,9% se identifica como católico, 18,9% como sin afiliación religiosa (se incluye en esta categoría a 9,7% de encuestados que respondieron no tener ninguna religión, 6% de ateos y 3,2% de agnósticos), 15,3% se identifica como evangélico (desagregado en 13% de pentecostales y 2,3% de “otros evangélicos”), 1,4 % afirma ser testigo de Jehová y mormón y, finalmente, 1,2% de la población ingresa en la categoría “otras religiones”.2

El catolicismo aparece, entonces, como la adscripción mayoritaria seguida por “sin afiliación” y “evangélicos”. Si comparamos estos datos actuales con la primera encuesta llevada a cabo en 2008 por el mismo equipo de investigación, nos encontramos con tres movimientos o procesos destacados. El primero es el retroceso parcial del catolicismo; en 2008 los católicos alcanzaban el 76,5% de la población. El segundo es el aumento en el valor porcentual de la opción “sin afiliación religiosa”, que en 2008 alcanzaba el 11,3%. Finalmente, asistimos a un aumento de la población evangélica, de 9% en 2008 a 15,3% en la actualidad. En una palabra, el catolicismo disminuyó 13,6 puntos porcentuales, sin perder su mayoría atenuada, mientras que la ausencia de afiliación religiosa aumentó 7,6 puntos porcentuales y, los evangélicos, 6,3 puntos porcentuales.

Siguiendo los datos y análisis que sistematiza el primer informe de la encuesta (Mallimaci et al., 2019), podemos avanzar hacia una caracterización somera de las principales adscripciones y tendencias. Sin dejar de ser mayoritario en todas las regiones, el catolicismo tiene mayor presencia en el noroeste argentino (NOA). La población católica es sobre todo femenina, se concentra en los adultos mayores (65 años y más) y se distribuye homogéneamente en todos los niveles educativos. Entre sus principales creencias se destacan Jesucristo, Dios, la Virgen, el Espíritu Santo, los santos y la energía, en ese orden preciso. Sus prácticas más recurrentes incluyen rezar u orar –ocho de cada diez creyentes lo hacen– y, a distancia considerable, hablar con los seres queridos difuntos, leer la Biblia u otro libro sagrado, confesarse y comulgar, asistir a peregrinaciones y fiestas religiosas. A excepción de los productos de santerías, el consumo cultural (relativo a programas de radio, televisión, internet, música, revistas, libros o diarios religiosos) ocupa un lugar minoritario. Cabe destacar, por último, dos aspectos: en primer lugar, una proporción alta de creyentes se vincula con Dios por su propia cuenta, sin necesidad de iglesias, grupos o comunidades. En segundo lugar, la elección de un sumo pontífice argentino, el papa Francisco, no suscitó un aumento de la religiosidad católica (nueve de cada diez creyentes sostienen que se mantuvo igual).

Por su parte, las personas sin afiliación religiosa se encuentran distribuidas en todo el país, pero se concentran en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y en Patagonia. Son mayoritariamente hombres jóvenes (18-29 años) y jóvenes adultos (30-44 años). El porcentaje de no afiliados asciende a medida que aumenta el nivel educativo, por eso los universitarios reúnen la proporción más alta dentro de esta categoría. El hecho de que no se identifiquen con ninguna religión no quiere decir que no tengan creencias relacionadas con lo sagrado. Creen, sobre todo, en la energía y en la suerte sin descartar, del todo, el canon de la doctrina cristiana. En lo que respecta a las prácticas, solo una minoría –dos de cada diez– reza, habla con los seres queridos difuntos, practica yoga o meditación trascendental y recurre a terapéuticas populares generalmente tratadas en el marco del curanderismo, como el mal de ojo, el empacho o la culebrilla. Los productos de la industria cultural religiosa, en toda su variedad y alcance, no ocupan un lugar relevante en su vida cotidiana. Junto con los católicos, son los que más se relacionan por su propia cuenta con Dios, lejos de los espacios de sociabilidad colectiva.

Finalmente, las regiones que registran mayor proporción de evangélicos son el noreste argentino (NEA) y la Patagonia, seguidos por el noroeste (NOA) y el AMBA. Su propuesta es fuerte entre las mujeres, los más jóvenes (18-29 años) y los jóvenes adultos (30-44 años). Las adscripciones evangélicas se incrementan entre los que no tienen estudios o alcanzaron la escuela primaria. Estas disminuyen a medida que aumenta el nivel de instrucción. En el ranking de creencias aparecen, por orden, Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo, la vida después de la muerte y los ángeles, es decir, elecciones acordes con la doctrina protestante. Asimismo, un sector minoritario –dos de cada diez creyentes– incluye a la figura de la Virgen entre sus objetos de creencia. Las prácticas priorizan orar, leer la Biblia y escuchar música religiosa. A diferencia de los casos anteriores, la mayoría de los evangélicos –seis de cada diez– ve o escucha programas confesionales en la radio, televisión o internet, mientras que cuatro de cada diez leen revistas, libros o diarios del mismo tipo. El consumo cultural emerge como un rasgo distintivo del estilo evangélico del creer. Otra diferencia importante reside en el lugar que ocupa el templo en la relación con Dios, dado que la mayoría de los creyentes reconocen la importancia de este espacio comunitario, superando ampliamente a los católicos y a aquellos que no tienen una adscripción religiosa. De hecho, más de la mitad asiste semanalmente al culto, hecho que convierte a los evangélicos en el grupo que presenta mayor frecuencia en este aspecto.

Las encuestas científicas de alcance nacional (realizadas en 2008 y 2019) nos ofrecen –en una primera aproximación– la imagen de una sociedad mayormente cristiana, pero en movimiento, en la que el catolicismo decrece sin perder la mayoría mientras aumentan los evangélicos y, sobre todo, las personas que no se identifican con las categorías disponibles. La tesis de la individuación religiosa (Mallimaci, 2013: 15-85) cuenta con fundamentos estadísticos y presenta cuatro rasgos preponderantes: 1) seis de cada diez habitantes de la Argentina eligen relacionarse con Dios por sus propios medios; 2) el catolicismo conserva una posición dominante en diferentes sectores de la sociedad, pese a que la mayor parte de las personas no asiste regularmente a las iglesias y prescinde de los consumos culturales; 3) ascienden, sobre todo en los sectores de mayor nivel de instrucción, las identificaciones no religiosas centradas en la creencia en la energía, con un nivel bajo de prácticas y participación en cultos, y 4) aumenta, en los sectores de menor nivel de instrucción o sin estudios, la opción evangélica caracterizada por una asistencia mayoritaria al templo y el consumo de música, programas y libros espiritualmente marcados. En cuestiones religiosas, la sociedad argentina del siglo XXI es un orden dinámico que tiende tanto a la clasificación como a la inclasificación de las creencias.

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