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La interpretación geográfica

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Nuestro cometido fundamental es hacer un intento por relacionar las coordenadas temporales con las espaciales o, como lo dice Fernand Braudel,

[...] la geografía deja de ser un fin en sí para convertirse en un medio; nos ayuda a recrear las más lentas de las realidades estructurales, a verlo todo en una perspectiva según el punto de fuga de la duración más larga. También la geografía puede, como la historia, dar respuesta a muchos interrogantes1. (Braudel, 1997, p. 27)

Por eso, la otra coordenada determinante para entender los fenómenos históricos, la que tiene que ver con el espacio, es estudiada con especial énfasis. Y ahí radica la principal complejidad de esta indagación, porque hasta ahora no existen análisis sobre el poblamiento y la urbanización del centroccidente de Colombia en tal sentido, y los pocos autores que han contemplado la geografía, como el propio Parsons, lo han hecho como un aporte valioso para comprender la realidad cultural de Antioquia, en general, pero carecen de un enfoque más particular o sectorial que pueda explicar lo que hemos llamado la lógica de los diferentes procesos de poblamiento y urbanización en relación con el medio: el porqué de la ocupación de territorios de ladera; el porqué de los caminos sobre las cuchillas; cómo estos deciden el emplazamiento de los caseríos; cómo los ejes topográficos inciden en la orientación de los trazados urbanos; y, en fin, el porqué se genera un paisaje tan particular en lo que hoy se conoce como “Eje Cafetero”. Para todo esto, es indispensable contar con los medios documentales apropiados, especialmente, una cartografía con levantamientos topográficos basada en fotografías aéreas, la cual hoy es un instrumento valioso que no tuvo James Parsons cuando realizó su investigación en la década del cuarenta2. Hoy contamos con un mapa del departamento de Caldas en escala de 1:250.000 elaborado por el IGAC y con la cartografía en escala de 1:25.000 correspondiente al eje Sonsón-Manizales, que hemos utilizado para la construcción planimétrica que sirve de apoyo a esta presentación.

Al abordar un análisis histórico apoyado en la geografía, se tropieza con el escollo de que esta ha cambiado sustancialmente desde que se sucedieron los hechos objeto de estudio. Las carreteras, por ejemplo, con trazados sinuosos mucho más complicados que las antiguas rutas de comunicación terrestre por las montañas, las han reemplazado, y por eso estas hoy no aparecen en los mapas. Algo similar sucede con muchas fundaciones que se realizaron inicialmente en sitios diferentes a donde actualmente se encuentran. Además, son muy escasos los mapas existentes que se levantaron en épocas pretéritas, y aquellos lo fueron sin ningún rigor científico: no son acotados en el plano horizontal ni en el vertical y están basados en la sola memoria de sus artífices, que ubicaban los caminos con algunas referencias vagas de ríos y montañas, cuyos sentidos y nombres muchas veces equivocaban. Por eso, la construcción de la cartografía actual debe apoyarse en esas pocas cartas, pero fundamentalmente en los testimonios que dejaron los viajeros que recorrieron el territorio en diferentes épocas. Si tomamos, por ejemplo, el relato de Manuel Pombo realizado en 1852 entre Medellín y Bogotá y constatamos con la cartografía actual los sitios, ríos, altos y demás parajes que describe minuciosamente a su paso por el camino abierto por los colonos por la montaña, entre Sonsón y Manizales, nos encontramos con que, en gran medida, han perdurado sus nombres hasta hoy. Pero lo que es más sorprendente es que muchos tramos de los caminos antiguos importantes, los llamados “caminos reales”, aún existen en la actualidad y sirven para las comunicaciones interveredales.

Por eso, la metodología que empleamos para el apoyo visual de este informe está basada tanto en las cartas construidas científicamente por el IGAC como por los documentos gráficos y escritos elaborados en las épocas a que nos referimos, y su resultado debe apreciarse con las reservas necesarias, por cuanto su interpretación ha sido, en gran medida, aproximada.

1 El historiador francés Fernand Braudel es parte de la escuela de los Annales, que se caracterizó por dar nuevas interpretaciones a la historia.

2 Parsons asegura que “el primer mapa con curvas de nivel fue el de la American Geographical Society en escala de 1:1.000.000, publicado en 1945”. Y anuncia que “el Instituto Geográfico Agustín Codazzi de Bogotá está publicando excelentes mapas topográficos en escala de 1:50.000 que abarcarán a toda Colombia” (Parsons, 1997, p. 36).

Caminos y fundaciones: Eje Sonsón-Manizales

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