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CAPÍTULO PRIMERO

LA COSMOLOGÍA

LA CONCEPTUALIZACIÓN FILOSÓFICA DEL MUNDO CORPÓREO

a) La filosofía de la naturaleza, su objeto y sus partes

47.- La filosofía de la naturaleza estudia el ente móvil: el ser sujeto a mutaciones; y lo estudia, precisamente, en cuanto mutable (sub ratione mutabilitatis: bajo la razón de mutabilidad), de modo que su objeto material lo constituyen los seres finitos que conocemos, y más precisamente los materiales, que son los únicos que conocemos directamente; y su objeto formal —el aspecto que en ellos estudia—, la mutabilidad. En los seres mutables, distingue dos grupos: los que tienen en sí mismos la raíz de su movimiento y son para sí, y se mueven en beneficio propio, caracterizándose su modo de ser por una cierta posesión de sí propios o interioridad, y los que no gozan de tales perfecciones. Aquellos son los vivientes, y estos, los inanimados. La parte de la filosofía de la naturaleza que estudia los inanimados se denomina cosmología, y la otra tiene el nombre de psicología racional. La filosofía de la naturaleza estudia, pues, los seres, no en cuanto seres, como la metafísica, sino que en cuanto mutables.

48.- En esta obra, como se trata de fundamentar filosóficamente el orden jurídico, y no de hacer una exposición completa y sistemática de la filosofía, centraremos las nociones de psicología racional en el hombre —antropología filosófica—, y daremos algunas nociones de cosmología en este primer capítulo de la sección antropológica, porque el hombre que pertenece por su alma al mundo del espíritu, pertenece por su cuerpo al mundo físico.

b) El problema de la cosmología

49.- “Cosmología” es una expresión que viene del griego (cosmos quiere decir orden, mundo, y logos, razón, palabra, tratado) y significa estudio del mundo, o del universo, tomando estas expresiones en su sentido material.1

La cosmología se plantea el siguiente problema: ¿Cómo es posible el ente móvil? ¿Cómo es posible que un ser siga siendo ente, sea un ente, y, al mismo tiempo, sea móvil o mutable, es decir, cambiante? Porque cambiar es de algún modo dejar de ser, o no seguir siendo.

50.- Hagamos un elemental análisis del cambio o movimiento físico, a fin de conocer sus raíces. Desde luego, debemos distinguir el cambio substancial del cambio meramente accidental. Cuando un niño crece, cuando un trozo de hielo se derrite, cuando fundimos una estatua de metal y le damos la forma de un prócer distinto del que representaba, se trata de cambios o mutaciones simplemente accidentales. Cuando el niño muere, cuando el agua se descompone en hidrógeno y oxígeno, cuando el metal de la estatua, por efecto de la radioactividad, pasa a ser otro metal, se trata de cambios substanciales.

c) El cambio accidental y la estructura de substancia y accidentes

51.- Las nociones de substancia y accidente son propias de la metafísica, pero aquí diremos algo acerca de ellas, en la medida en que nos es necesario para el análisis del movimiento. ¿Cómo llega a ellas la física filosófica o filosofía de la naturaleza? Porque advierte que el cambio propiamente tal supone, paradojalmente, algo que no cambie, algo inmóvil. En efecto: si un perro muere, no ha experimentado en realidad un cambio: ha dejado de existir, para dar paso a otros seres: las materias que se hallan en sus restos. Pero si el perro crece, ha experimentado un cambio, propiamente hablando, porque el mismo perro era antes de un tamaño, y es ahora de otro. Y que se trate del mismo perro, supone que algo haya permanecido inmutado durante el cambio. Este algo no se ve, ya que todo lo que vemos o percibimos por los sentidos en los seres, cambia, está sujeto a mutaciones. Se trata, pues, de un elemento inaccesible a los sentidos pero no por eso irreal, sino todo lo contrario, más real que lo mutable y pasajero. Como no se ve, se le llama metafóricamente “substancia”, expresión que viene del latín: sub-stare y significa estar debajo.

El cambio o movimiento accidental puede afectar al ser que cambia, que se llama móvil, de dos maneras: a) relativamente a otra realidad, y b) según algo absoluto. Del primer tipo es el movimiento topográfico o local, pues lo que cambia no es el ente móvil en sí mismo, sino con relación al espacio, pasando de estar afectado por una determinada situación espacial a estar afectado por otra distinta.

De la segunda clase es el cambio cualitativo o alteración, en que es el móvil considerado en sí mismo el que cambia, adquiriendo o perdiendo una cualidad; y el cambio cuantitativo: aumento y disminución. Una fruta que cambia de color con la maduración tiene un cambio en una cualidad: el color por ejemplo; un cambio cualitativo; un metal que se dilata con el calor tiene un cambio cuantitativo: un aumento en su cantidad.

52.- De analizar el tipo de movimiento o cambio que estamos viendo, o sea el accidental, resulta evidente que el núcleo de los seres, lo entitativamente fundamental en ellos, es su substancia, y que los accidentes, nombre que se da a lo que en ellos cambia, son secundarios; la prueba es que el ser sigue siendo el mismo —aunque no lo mismo— después de un cambio accidental; no empero, después de una transformación substancial.

53.- Hechas estas precisiones, podemos ya preguntarnos qué es lo que permite que un ente, siendo ente, sin embargo cambie accidentalmente. Porque una perfección, un modo de ser, accidental o substancial, de suyo no tiene por qué mudarse.

Supongamos una estatua de fierro con la forma de Arturo Prat: si la fundimos y la vaciamos en un molde con la figura de otra persona, de Carrera, por ejemplo, ¿qué cambio experimenta? ¿es el mismo ser o es otro distinto? Desde un punto de vista extrínseco a la cosa, el de su utilidad o el de su belleza, puede considerarse otro ser, porque para considerar la utilidad o la estética de la creación humana, centramos nuestra atención en un accidente; pero desde el punto de vista absoluto, desde la perspectiva de la cosa en sí misma, es el mismo e idéntico ser: se trata del mismo trozo de fierro, que tiene una configuración accidental distinta. Para que exista esta estatua, necesitamos, y tenemos, dos elementos: la materia: el fierro, la causa material, y la forma: la figura de Arturo Prat, o de Carrera, la causa formal. Aquel es elemento determinable, moldeable (amorfo: a-morfo: sin forma, del griego); y este es el elemento determinante: hace él al fierro ser Arturo Prat, o Carrera, según el caso: le imprime una determinación, una modalidad. El fierro es una substancia, y la configuración de Prat, un accidente. La materia es algo determinable, y la forma, algo determinante.

El color, el olor, el tamaño, son también elementos accidentales, determinantes de la substancia.

Lo que hace posible el cambio accidental, aquel en que el ser sigue siendo el mismo, aunque no lo mismo, es la existencia de una estructura: la de substancia y accidentes: de un núcleo fundamental que asegura al ente móvil la mantención de su identidad, y de elementos determinantes secundarios. Esta estructuración es la que posibilita que haya cambio —de lo accidental— y permanencia a la vez —de lo substancial—.

d) El cambio substancial y la estructura de materia prima y forma substancial

54.- Pensemos, ahora, en un cambio substancial: tenemos una estatua de madera de Arturo Prat, y la quemamos: queda ceniza. ¿Es la ceniza el mismo ser que la madera? Sin duda que no. Hay, sin embargo, algo en común entre la ceniza y la madera; algo que nos permite decir que esta ceniza proviene de esta madera, y no de otra cualquiera. Eso es evidente. Hay, en consecuencia, algo que ha permanecido; y otro elemento que se ha ido, para ser substituido por uno nuevo: el que hacía a la madera ser madera, ha sido reemplazado por el que hace a la ceniza ser ceniza. Ese algo que ha permanecido ¿será determinable o determinante? Sin duda que determinable, porque le es indiferente estar como parte del ser de la ceniza o del ser de la madera. Es, pues, algo amorfo, moldeable, indiferente. En cambio, lo que hacía a la madera ser madera era algo determinante precisamente porque la hacía ser aquello que era; y lo que, luego que tal elemento desapareció, ha venido a reemplazarlo, y hace a la ceniza ser ceniza, también es algo determinante, porque da a la ceniza su condición o naturaleza o substancia de tal. En el plano del cambio accidental, hemos visto que se llama materia a lo determinable, o, si se prefiere, que lo determinable es la materia, y que la forma es lo determinante. Por analogía Aristóteles llamó “materia” a ese principio determinable del plano substancial y “forma” al principio determinante del mismo plano; pero, a fin de distinguirlas de la materia y la forma propias del plano accidental, se llama a esta otra materia, materia prima, o primera, para indicar que es un principio más radical y profundo, como que influye en el plano de la substancia; y a esta otra forma se la llama, por análoga razón, forma substancial, para distinguirla así de la forma meramente accidental. A la substancia, que es la materia del plano accidental, se la llama, con relación al cambio accidental, materia segunda. La materia es aquello de lo que se hace una cosa: pues bien, a aquello de lo que se hace la substancia, se le llama materia prima, expresión totalmente ajena, por cierto, a lo que se denomina “materia prima” en Economía.2

55.- Yendo a las definiciones, podemos decir que la materia prima es el primer principio intrínseco determinable, y la forma substancial, el primer principio intrínseco determinante.

56.- Resumiendo y puntualizando, tenemos, entonces, que el ser consta de substancia y forma accidental. Y que la substancia con relación a la forma accidental, es materia segunda (fierro, madera…). Esto en el plano accidental. Ahora bien, la substancia, en sí misma, está, a su vez, estructurada de materia prima: elemento determinable, y forma substancial: elemento determinante.

57.- Advirtamos, desde ya, que para conceptualizar y entender estas estructuras y estos elementos, sobre todo la estructura de materia prima y forma substancial, es indispensable proscribir la imaginación. En efecto: ni la materia ni la forma son seres: son co-elementos de un solo ser. Ninguno de los dos puede, pues, percibirse por los sentidos, ni por ende, imaginarse. Es el conjunto el que produce sensaciones e imágenes.

La materia prima no es concebible sola; tampoco lo es la forma. Existen la una para la otra; la una en función de la otra; se interpenetran, se abrazan en el seno del ser del cual son co-elementos o co-principios, para constituir una unidad perfecta. La materia es correlativa de la forma, y la forma correlativa de la materia. La materia, determinable, es determinable por la forma, el determinante. En el ser estructurado de materia y de forma, todo es materia y todo es forma.

58.- La estructura de materia y forma se llama “hilemórfica”, de las palabras griegas ulh (“hile”) y (“morfé”): materia, o madera, y forma. Por eso, esta explicación aristotélica del cambio es conocida como sistema “hilemórfico”.

59.- ¿Por qué esta dualidad de elementos en el seno del ente móvil no atenta contra su unidad? Porque todo ser es, en tanto que ser, uno: dividido, se trata de varios seres, de una pluralidad. La explicación es que la materia y la forma no tienen funciones iguales, ni están, por tanto, yuxtapuestas, sino que tienen funciones correlativas: la forma, como que determina, es el principio perfectivo; la causa de todas las características y modos de ser del ente. La materia, como que es lo determinable, limita, ciñe, cuantifica, restringe, acota esta acción determinante de la forma, haciendo que determine e informe solo tal cantidad o capacidad, o posibilidad, distinta en cada caso. Así, siendo la forma el principio perfectivo y la materia el principio limitativo, sus funciones son radicalmente distintas, y son correlativas, y, en cierto sentido, complementarias.

En efecto, la materia limita, ciñe, cuantifica, restringe esa acción determinante y perfectiva de la forma: la limita, porque le da tanto que determinar, y no más; hace caer bajo su acción solo una cierta capacidad o posibilidad de ser determinado y no más; acota la acción determinante de la forma, haciendo que determine, en cada caso, solo tal capacidad de perfección.

e) La estructura de materia y forma es una estructura de potencia y acto que explica el movimiento

60.- Una estructura de principio determinable y principio determinante, lo es de potencia y acto. La estructura de potencia y acto es la única estructura que no atenta contra la unidad del ser. Fue perfilada por Aristóteles, para solucionar la antinomia de Heráclito y Parménides, relativa al ser y al movimiento. Decía aquel que no existe el ser sino el devenir; que todo es movimiento, que nunca un ser es idéntico a sí mismo, y que no hay, por tanto, ser; decía este que el ser es siempre idéntico a sí mismo, porque lo contrario supondría contradicción, y que, pues el movimiento excluía tal identidad, era una mera ilusión de los sentidos.3 Para Aristóteles el ente móvil tiene un principio determinante, que le da al ser en el plano substancial: su forma (que después ha sido llamado forma substancial), y otros que le dan el ser en el plano accidental: sus formas accidentales; que en su nomenclatura son actos. Y tiene un elemento determinable —material— en el plano substancial y otro en el plano accidental: en su nomenclatura son potencias. La potencia es posibilidad de ser, o de tener o recibir perfección, y el acto es la perfección, y es limitado por la potencia: capacidad de recibir perfección. El ente móvil está, pues, compuesto de potencia y acto. Su forma substancial, que es una perfección actual, o acto, se afinca o reside en su materia prima, que es el elemento limitativo o potencial correspondiente; y sus formas accidentales, que son perfecciones accidentales o accesorias, se afincan o enraízan en la materia segunda, la substancia, que es potencia respecto de ellas (en el plano accidental).

61.- ¿Por qué esta estructura de potencia y acto —materia y forma— explica el movimiento? Porque hace al ser ensamblado y no monolítico. La potencia permanece y el acto adviene o desaparece, según que el cambio consista en la adquisición o pérdida de una perfección. Si hay un cambio accidental, la potencia, que en este plano es la substancia, permanece, y recibe a la nueva forma accidental que adviene, sirviéndole de soporte, de receptáculo y asegurando la identidad del ser con sí propio a través del cambio. Si se trata de un cambio substancial, permanece la materia prima, y sirve de soporte o receptáculo a la nueva forma substancial que adviene. Volvemos a insistir en que la materia prima de por sí no es algo visible o perceptible por los sentidos como la materia segunda. Aquella no lo es, porque no tiene nada de acto: es potencia pura. La materia segunda, que es la substancia en relación con los accidentes, es perceptible por los sentidos a través de los accidentes porque es potencia, es determinable, solo en el plano accidental. Pero en lo fundamental, ya está actualizada, ya que tiene en sí a la forma substancial. (Es perceptible solo a través de los accidentes que la revisten: cantidad, etc.)

62.- A la luz de la teoría del acto y la potencia define Aristóteles el movimiento diciendo que es el acto del ente en potencia en tanto que en potencia, o el paso de la potencia al acto.4

f) Otra prueba de la estructuración de materia y forma del ente móvil

63.- Los seres materiales y mutables que conocemos, se agrupan en especies. Todos los miembros de una especie, por ejemplo los caballos, de la especie equina, o las naranjas, de la especie respectiva, coinciden en algo: todos son de la misma naturaleza; todos, caballos o naranjas, según los casos, son en eso idénticos. Y, sin embargo, difieren: son distintos, cada cual es uno aparte. Luego, hay en ellos algo que iguala y algo que separa o diferencia. A dos funciones distintas tienen que corresponder principios distintos. Hay, pues, en los seres que pertenecen a una misma especie, o que son miembros de especies, en general, un elemento que los hace realizar la perfección de la especie respectiva, y otro que los diferencia, haciendo que cada uno sea un individuo distinto, y, además, restringiendo esa perfección de la especie a un determinado grado o límite, o modalidad individual, porque cada caballo realiza la naturaleza equina en distinto grado de perfección, siendo unos más grandes, hermosos, veloces y fuertes que otros, etc.; y así en todos los seres materiales que participan de una especie determinada. Hay, pues, un elemento determinante, la forma, y otro determinable, limitativo, la materia.

g) El principio de singularización o individuación

64.- ¿Cómo se explica, ahora, que dentro de una especie pueda haber varios individuos y que ellos sean realmente distintos, cuando las perfecciones y su principio, la forma substancial, son iguales? No puede evidentemente hallarse la raíz de la diferenciación y multiplicidad en la forma, que es lo que los hace coincidir, sino en algo distinto de ella. La forma no podría repetirse si no fuera comunicada a distintos sujetos que recibieran su determinación o perfección. Debe hallarse pues la raíz de la diversidad de individuos en la materia, porque la forma es igual para todos. Aquella, en efecto, como principio potencial o limitativo que es, permite que haya pluralidad de individuos, y restringe las perfecciones derivadas de la forma y propias de la especie a un determinado grado, o modo de ser individual distinto en cada uno5. Algunos han observado que la materia prima, siendo potencia pura, no puede ser la raíz de la singularización o individuación, pero se responde que lo es como potencia actuada por la forma. La materia recibe su mismo ser de potencia o principio limitativo de su unión con la forma, que es acto. No significa esto que la materia se transforme en acto. Significa que ella, como principio limitativo, tiene cierta existencia, lo que le es posible por su unión al acto o principio perfectivo. Entonces es cuando se dice que está actuada ya por la forma. (En latín se dice materia signata quantitate o designada por la cantidad, para indicar que está actuada por la forma, de manera que está constituida en esta o esa materia real, siendo una unidad numérica, y teniendo la cantidad o extensión: teniendo la corporeidad: estando cuantificada.)

65.- Profundizando en el tema del principio de individuación, hacen los profesores Artigas y Sanguineti las siguientes precisiones:

1a) La materia tiene una unidad negativa: no es una o múltiple en número, porque la distinción numérica implica cantidad. La materia del universo es una como principio potencial común a todo ente corpóreo.

2a) Cada ente individual tiene su propia materia. El principio de esta multiplicación es la cantidad o las dimensiones del ente, o la materia dispuesta según dimensiones (materia quantitate signata) (materia señalada o individualizada por la cantidad).

3a) La cantidad dimensiva determina una porción de materia, haciendo que podamos hablar de “esta” o “esa” materia. 4a) La cantidad se individua por sí misma: por su naturaleza tiene partes unas fuera de otras. El que la materia esté bajo unas dimensiones explica la individuación del ente corpóreo.

5a) La forma es individual porque la materia cuantificada siempre la está individuando.

6a) La forma como raíz de la actualidad del ente lo es de su cantidad. Siendo producida, la cantidad produce su efecto individuador.

7a) “La forma presente mantiene su individuación por medio de las dimensiones que causa en su propia materia”6.

h) La simplicidad de la forma substancial

66.- La forma substancial es simple en sí misma, y principio de lo que hay de simplicidad en el ente móvil. Que sea simple significa, en primer lugar, que no está compuesta, a su vez, de materia prima y forma substancial; y en segundo lugar, que no consta de partes extensas unas fuera de otras; es decir, que no tiene extensión o cantidad.

Que no se halle estructurada a su vez la forma de materia y otra forma, resulta claro de todo el análisis que hemos hecho: si ella es el principio perfectivo y determinante, nada hay en ella determinable —materia— y nada necesita de determinación —forma—. Además, si admitiéramos que la forma es a su vez compuesta de materia y forma, esta otra forma tendría igual composición, y así hasta el infinito: toda forma requeriría de otra que la determinase, y por tanto ninguna determinaría y todo quedaría indeterminado.

Que la forma substancial no posea extensión o cantidad, esto es, que no conste de partes extensas unas fuera de otras, se demuestra considerando que carece en sí de materia, que es el elemento cuantificador o limitativo, siendo la extensión cantidad, límite. Pruébase, además, porque la forma, constituyendo el elemento perfectivo del ente móvil, debe ser el principio de su unidad, pues la unidad es perfección, identificándose con el ser: todo ser en cuanto tal está dotado de unidad, es uno: el ente móvil, sujeto a límite y cantidad por razón de la materia, es compuesto de partes, y lo que le da unidad ha de ser la forma: ahora bien, la forma no podría ser principio de unidad si, constando ella de partes, requiriese a su vez de un factor unitivo.

i) El individuo de una especie es esencialmente imperfecto o limitado

67.- Todos los seres materiales o, mejor, todos los individuos de una especie que incluye materia, son esencialmente limitados o imperfectos, en el sentido de que ninguno puede realizar la forma substancial correspondiente de manera ilimitada. No es que sea raro hallar uno perfecto: es que no puede haberlo, porque su existencia implicaría contradicción en los términos. En efecto: el individuo de una especie consta necesariamente de materia prima y forma substancial; de principio perfectivo y principio limitativo. Y si tiene el individuo, por definición, un principio limitativo que restringe las perfecciones de la naturaleza específica a un determinado grado, o modo individual de ser, nunca puede ser perfecto; es decir, nunca puede tener en un grado absoluto o ilimitado las perfecciones de la especie. Siempre está corroído por un principio de potencialidad, de límite. Por ello siempre es dable un individuo mejor que otro de la misma especie, aunque de hecho pueda no existir, y, por tanto, no cabe que ninguno sea el mejor posible. Después veremos que la imperfección esencial de los individuos de una especie, y la diversa intensidad con que realizan las perfecciones de esta, es, en la humana, la raíz de la sociabilidad, la cual resulta del hecho de que al ser cada uno una versión distinta de la especie, todos son complementarios entre sí.

j) El origen de las substancias y de la materia prima

68.- Una substancia puede originarse, en primer lugar, de otra, por transformación o cambio substancial: la materia prima puede perder su forma substancial y pasar a ser asiento de otra distinta, debido al influjo de alguna causa adecuada: tenemos así una nueva substancia. Este proceso se está realizando permanente e incesantemente en el mundo físico. La substancia que se destruye se dice corromperse, y la que emerge o resulta del cambio, generarse.

El otro modo de originarse una substancia es de la nada —ex nihilo—, por creación. Solo Dios puede crear: sacar un ser de la nada, porque Él es el mismo existir subsistente: no participa del ser, sino que es el ser.

Recíprocamente, de dos modos puede perecer o destruirse una substancia: por cambio substancial, dando paso a una nueva, y por aniquilación: siendo reducida a la nada, de modo que de ella no quede ni siquiera la materia prima. Solo Dios puede aniquilar —reducir a la nada—, así como solo Él puede sacar algo de la nada.

Aristóteles, al parecer, no concibió la creación: para él la materia prima era eterna: Dios mueve el mundo, según su doctrina, pero no lo sacaría de la nada:

“…mirada desde el punto de vista de su potencialidad (la materia) no se produce ni muere esencialmente, antes es necesario que sea incorruptible y no engendrada. Porque de producirse o venir a ser, sería necesario hubiera en ella un primer sujeto, a saber, aquello de lo cual, como de un componente o parte constitutiva o esencial ella se hiciera. Ahora bien, esto es la misma naturaleza de la materia, de donde resultaría que ella misma existe ya antes de hacerse.” (Física, Libro I, c.9).

k) Disposición de la materia por la forma precedente

69.- Cuando hay un cambio substancial, la nueva forma que sobreviene no es cualquier forma. Así, si se quema la madera, puede salir ceniza pero no fierro. Surge, entonces, el problema siguiente: si la materia prima es completamente indeterminada, ¿por qué ha de recibir necesariamente una nueva forma y no otra al corromperse un determinado ente corpóreo?

La respuesta es que la forma anterior, la que se va, en el ejemplo propuesto la de la madera, dispone a la materia prima para la recepción de una nueva forma determinada y no de otra cualquiera.

70.- Por eso se dice que una de las funciones de la forma substancial es disponer a la materia. La disposición de la materia —en latín, dispositio materiae— es la aptitud que hay en la misma para recibir, en el cambio substancial, una determinada forma en vez de otra, frente a un determinado agente.

71.- También la disposición de la materia, debida a la forma anterior, influye en el grado en que el nuevo ser puede recibir las perfecciones propias de la forma nueva. Esto es lo que explica que cada individuo, que no sea un elemento simple, sino una entidad compuesta, realice en distintos grados las perfecciones de la forma substancial propia de su especie, pues cabe decir que la materia prima de que se ha compuesto estaba dispuesta por la forma anterior, que es en el caso de los vivientes la de las células genéticas de los padres, a recibir en determinado grado las perfecciones de la forma substancial de la especie.

72.- El cambio substancial es provocado por una causa eficiente que es un agente exterior. Ante ese agente, la forma substancial reacciona con una actividad que en definitiva origina su desaparición y trae consigo el advenimiento de una forma nueva determinada.

Como la nueva forma es la que tenía que resultar, dada la naturaleza de la forma anterior, se dice que esa nueva forma, o que el nuevo ser, estaba en potencia en el antiguo, con lo cual se quiere decir que el nuevo ser de alguna manera, en cuanto posible, estaba precontenido en el anterior, porque el anterior tenía la potencia, poder o posibilidad de transformarse en el nuevo ser.

73.- La disposición de la materia, o dispositio materiae, es necesaria no solo para que advenga la nueva forma, sino también para que la forma actual se mantenga en el ser de que se trate: puede suceder que la organización de la materia presente algún aspecto incompatible con la permanencia de la forma que actualmente tiene, y en tal caso se produce la corrupción: esa forma se va, la materia deja de estar dispuesta para esa forma, por la acción de la causa eficiente o agente externo que provoca el cambio.

74.- En el caso de un viviente que muere por insuficiencia de su organismo, siempre habrá un agente que provoque la situación frente a la cual el organismo resultó ya insuficiente.

l) Generación de los vivientes

75.- Tratándose de los vivientes, la corrupción que da lugar a la generación de un nuevo ser es solo parcial. Si el viviente se reproduce por división celular, habrá una parte de él que perderá la forma o dejará de estar actualizada por la forma del generante: esa parte es la que se corrompe; y en esa misma el viviente educe o hace surgir una forma semejante a la suya: esto se llama engendrar. El generante, por su naturaleza, puede educirla de la potencialidad de la materia dispuesta por la forma antecedente.

76.- Si la reproducción es sexuada, las células genéticas de cada padre pasan a perder la actualización por la forma substancial del respectivo padre y a adquirir una nueva forma substancial, que es la de la célula genética respectiva.

Una vez reunidas las células genéticas, emerge la forma del nuevo ser de la misma especie, es decir, el hijo, de la propia potencialidad de la materia, dispuesta por las formas substanciales anteriores, que son las de las células genéticas de los padres.

En el caso del hombre, cuya alma es independiente de la materia —alma se llama a la forma substancial de los vivientes, como después veremos—, la nueva forma substancial es creada por Dios de la nada, teniendo en cuenta la disposición de la materia por las formas de las células genéticas, de manera que el alma sea proporcionada al cuerpo.

m) El accidente de cantidad o extensión

76 bis.- Advertimos que todos los seres corpóreos tienen características accidentales cuantificables, mensurables: son más o menos pesados, coloreados; de olores más o menos intensos; de sonidos de mayor o menor fuerza o frecuencia, etc. Tiene que haber en estos seres algo que sirva de fundamento a esa medida con que se dan en ellos sus cualidades diversas o modos de ser. Ese algo es variable, puede cambiar sin que el ser deje de ser el mismo; en efecto, el acrecentamiento o disminución de una cualidad no hace que el ente pierda su identidad substancial. Luego, este principio de cuantificación de que veníamos hablando ha de ser un accidente. Y se le llama cantidad (“cuantidad”, quantitas, en latín). En virtud de la cantidad, los seres materiales constan de partes extensas unas fuera de las otras y unidas en continuidad formando un todo. Por la cantidad o extensión los cuerpos ocupan un lugar en el espacio: si no tuvieran partes extensas unas fuera de otras, no podrían ocuparlo. La cantidad es así el presupuesto del movimiento de un cuerpo de un lugar a otro, o cambio local o de lugar.

La cantidad es un principio limitativo: el principio limitativo del plano accidental, pues limita las cualidades: peso, color, etc., que son accidentes. La cantidad la tienen los cuerpos en razón de la materia prima, que es el principio limitativo del plano substancial: es como una proyección de la materia prima al plano accidental. Y es una propiedad de los seres materiales, es decir, un accidente que no pueden dejar de tener, porque es necesaria derivación de su esencia: de la materia prima que hay en ella.7

1 Kovsmoı(cosmos) en griego significa: orden, decoro, decencia; buen orden, disciplina; organización; construcción; orden del universo; mundo; universo; el cielo; adorno, ornato. Por su parte la palabra latina mundus, de donde viene la palabra española mundo, significa mundo; universo; firmamento; y como adjetivo significa: limpio; elegante. Estas etimologías dejan ver que al hombre se le presenta el mundo, o el universo, como algo ordenado y hermoso.

2 Lo que la ciencia económica llama materia prima, por ejemplo una barra o lingote de oro para confeccionar argollas de matrimonio, es una substancia que tiene, desde el punto de vista filosófico, materia prima y forma substancial —la de oro—, y además, formas accidentales, por ejemplo, su figura de barra o lingote.

3 Heráclito, filósofo griego del siglo V a.C. (536-470), nació en Éfeso, de noble familia. Era altanero, despreciaba a la plebe y nunca quiso intervenir en política. Para él “todo el cosmos está animado por un logos (razón) divino, que es participado por el hombre, y que constituye la norma suprema de conducta en su vida”. (Guillermo Fraile, Historia de la Filosofía, t. I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1965, 2.a ed., págs. 169-170). “En nuestra esencia fluyente somos y no somos” (Diels, 22 B 50) —decía Heráclito. Comparaba la realidad con un río; el río corre permanentemente, y por tanto no podemos bañarnos dos veces en él; la segunda vez ya es otro río: “No es posible descender dos veces al mismo río” (Diels 22 B 91); “Los que descienden se sumergen en aguas siempre distintas en su fluir incesante” (Diels, 22 B 12). (Los textos se toman de Los Filósofos Presocráticos, Gredos, Madrid, 1981, traducción de Conrado Eggers y Victoria E. Juliá). Para Heráclito, el fuego es el principio primordial de todas las cosas. Parménides fue un filósofo griego del siglo V, nacido en Elea y algo posterior a Heráclito. Para él los sentidos nos engañan: no existen las cosas particulares ni el movimiento; solo existe, y lo percibe la razón, el ser único, infinito, indivisible, inmóvil, eterno. (Fraile, op. y t. cit., págs. 181-182).

4 Aristóteles, uno de los mayores filósofos de todos los tiempos, nació en Estagira, ciudad de la Macedonia, en 384 a.C., y murió en 332 a.C. Fue discípulo de Platón en Atenas, perteneciendo a la escuela filosófica fundada por este: la Academia. Platón lo llamó “la mente de la escuela”, profesándole extraordinaria estimación. Puede decirse que los tres grandes de la época de oro de la filosofía en la Grecia clásica fueron Sócrates, maestro de Platón, este y su discípulo Aristóteles. En 342, Filipo de Macedonia hizo a Aristóteles preceptor de su hijo Alejandro, que sería después conocido como Alejandro Magno. El discípulo le enviaría con el tiempo material y grandes sumas de dinero para sus estudios de Historia Natural. En 335 regresó Aristóteles a Atenas, y abrió su propia escuela, denominada el Liceo, por hallarse cerca del templo de Apolo Likaios. Se la llamó también “peripatos”, no se sabe si porque tenía un paseo o por la costumbre de enseñar paseando. De allí que a los discípulos de Aristóteles se les conozca como “peripatéticos”. Entre las principales obras de Aristóteles que se conservan están las de Lógica, la Física —filosofía de la naturaleza—, el Tratado del Alma, la Metafísica, la Ética Eudemia, la Ética Nicomaquea, la Política; Constitución de Atenas; la Retórica y la Poética, y en materia de biología, la Historia de los Animales, las Partes de los Animales, y la Generación de los Animales. Es considerado por todos Aristóteles una de las cumbres del pensamiento humano; conserva vigencia veinticinco siglos después. De Aristóteles son las explicaciones del cambio accidental y substancial —la nomenclatura no es propiamente la misma— mediante la distinción de substancia y accidentes y de materia y forma; la teoría del acto y la potencia —uno de los aportes más importantes al pensamiento humano—; la concepción del alma como forma o acto primero de los vivientes, y de que en el hombre el intelecto viene de fuera y es de origen divino; y la explicación del conocimiento sensible y del intelectual: este partiendo de las imágenes que proporcionan los sentidos, llega a las ideas universales, porque tiene el intelecto una especie de luz inmaterial que permite dejar a la vista en las imágenes lo que es universal y susceptible de ser captado por la inteligencia; el tratamiento sistemático de la Metafísica, con el estudio de los modos de realizarse el ser —categorías— y de las causas; y la concepción de Dios como acto puro sin el cual nada existiría. En Aristóteles, como en Platón, están todas las pruebas de la existencia de Dios en formulaciones imperecederas, que fueron después aprovechadas por los filósofos cristianos, como Santo Tomás de Aquino en la Edad Media. También es de Aristóteles la teoría sistemática del fin último del hombre, que pone en la contemplación y servicio de Dios (fin de la Ética Eudemia); y el estudio del acto moral y las virtudes, en la ética, etc.- La influencia de este filósofo en el pensamiento posterior ha sido inmensa, y prácticamente imposible de describir y ponderar. De él dijo el filósofo árabe medioeval Averroes (1126-1198): “Creo que este hombre ha sido regla en la naturaleza y el ejemplar que encontró la naturaleza para demostrar la última perfección humana”.

5 Puede decirse que la multiplicación de un acto —como es la forma substancial— solo es posible por su comunicación a las potencias que pueden recibirlo: estas como elementos receptivos son factores de multiplicidad: hacen que haya múltiples versiones o realizaciones del respectivo acto: y por el mismo hecho, son principios de individuación: hacen que cada individuo sea uno aparte y distinto de todos los demás.

6 Mariano Artigas y Juan José Sanguineti, Filosofía de Naturaleza, Eunsa, Pamplona, 1984, págs. 85-86.

7 Dice Millán Puelles explicando la cantidad: “… semejante extensión en el espacio que envuelve y rodea al cuerpo es consecuencia de la interior distensión que este posee. Para que algo pueda ocupar o “llenar” un lugar se necesita, en efecto, que sus partes no estén compenetradas, sino que sean, por el contrario, mutuamente difluentes. El filósofo denomina entonces “cantidad” a lo que hace que el cuerpo tenga esa difluencia o distensión de partes, de la que dimana la localización en el espacio y que a través de esta es la condición imprescindible del cambio local”. “… la cantidad es así el accidente por el que los cuerpos se constituyen en todos provistos de partes difluentes; o lo que es igual: aquella propiedad por la que los cuerpos tienen una estructura que no implica de suyo diversidad cualitativa interna” (Op. cit., págs. 222-223).

Curso de Filosofía del Derecho. Tomo I

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