Читать книгу Curso de Filosofía del Derecho. Tomo I - José Joaquín Ugarte Godoy - Страница 17
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Lectura Ia
ESPIRITUALIDAD DEL ALMA HUMANA
SANTO TOMÁS DE AQUINO
a) Argumento que se da en la Suma Teológica
“Es necesario afirmar que el principio de la operación intelectual, al que llamamos alma del hombre, es un principio incorpóreo y subsistente. No cabe duda de que el hombre puede por su entendimiento conocer la naturaleza de todos los cuerpos. Mas para que se puedan conocer cosas diversas es preciso que no se tenga ninguna de ellas en la propia naturaleza, porque las que naturalmente estuvieran en ella impedirían el conocimiento de las demás; como observamos en los enfermos cuya lengua está impregnada de bilis u otro humor amargo, que no pueden gustar el sabor de lo dulce y todo lo encuentran amargo. Si, pues, el principio de la intelección tuviese en sí la naturaleza de algún cuerpo, no podría conocer todos los cuerpos, ya que cada cuerpo tiene una naturaleza determinada. Luego es imposible que el principio de la intelección sea un cuerpo.”
“Es igualmente imposible que entienda por medio de un órgano corpóreo, porque la naturaleza concreta del tal órgano impediría también el conocimiento de todos los cuerpos; lo mismo que la presencia de un determinado color, no ya solamente en la pupila, sino en un recipiente de cristal, hace aparecer el líquido que contiene de ese mismo color.”
“Por consiguiente, el principio de la intelección llamado mente o entendimiento tiene una operación propia en la cual no participa del cuerpo. Ahora bien, este modo de actividad es propio de una realidad subsistente, pues el operar responde al ser en acto; de ahí que cada cosa obre según es. Y así no decimos que es el calor que calienta, sino el objeto “caliente”.- Luego el alma humana, llamada entendimiento o mente, es un ser incorpóreo y subsistente.” (I.q.75, a.2, Suma Teológica).
b) Argumentos que se dan en la Suma contra Gentiles
En el Libro 2º, capítulo 49, demuestra Santo Tomás esta tesis:
La substancia intelectual no es cuerpo
Para probar esta tesis, da Santo Tomás varios argumentos:
1) El intelecto no contiene lo conocido según cantidad
“La observación enseña que la mutua continencia de los cuerpos se funda en la mayor o menor cantidad de los mismos; de aquí, si un cuerpo contiene enteramente a otro, con todo lo que él mismo es, también contendrá una parte de aquel con una parte suya, con parte mayor o menor, según que sea la parte contenida mayor o menor. Ahora bien, el entendimiento no efectúa la comprehensión intelectual en razón de alguna proporción cuantitativa, por entender y comprender con todo su ser el todo y la parte, lo más y lo menos en cantidad. Luego ninguna substancia inteligente es cuerpo.”
2) El intelecto recibe las formas substanciales de los cuerpos sin destruirse
“Ningún cuerpo puede recibir la forma substancial de otro cuerpo si no es perdiendo por corrupción su forma. Pero el entendimiento no se corrompe al recibir las formas de todos los cuerpos, antes bien se perfecciona, pues entiende en tanto que tiene en sí las formas de los objetos que conoce. Luego, ninguna substancia intelectual es cuerpo.”
3) El entendimiento recibe las formas de las cosas desindividualizadas
“El principio de la diversidad de los individuos de la misma especie es la división de la materia por razón de la cantidad. Así, la forma de tal fuego no se diferencia de la del otro si no es por estar en las distintas partes en que se divide la materia; ni de otra manera que por la división de la cantidad, sin la cual la substancia es indivisible. Así, pues, lo que se recibe en un cuerpo, se recibe en él en virtud de la división de la cantidad. Luego la forma no se recibe en el cuerpo sino como individualizada. Si pues el entendimiento fuese cuerpo no recibiría las formas inteligibles de las cosas si no es individualizadas. Ahora bien, el entendimiento entiende las cosas en virtud de las formas de las mismas que tiene en sí. Luego no entendería lo universal, sino solamente lo particular; cosa evidentemente falsa. Por tanto, ningún entendimiento es cuerpo.”
4) El entendimiento entiende cosas que no son cuerpos
“Nada obra si no es según su especie, por ser la forma el principio de acción para todos. Dado, pues, que el entendimiento fuese cuerpo, su acción no excedería el orden de los cuerpos. Luego no entendería sino los cuerpos. Esto es manifiestamente falso, porque entendemos muchas cosas que no son cuerpos. Luego el entendimiento no es cuerpo.”
5) El entendimiento reflexiona sobre sí mismo
“Ninguna acción de cuerpo alguno vuelve sobre el agente, pues está demostrado en el libro de la “Física” que ningún cuerpo se mueve a sí mismo si no es por partes, de manera que una de sus partes mueve (a la otra), y la otra es movida. Mas el entendimiento vuelve sobre sí mismo, pues entiende no solo parte de sí mismo, sino todo lo que es (sino su totalidad). Luego no es cuerpo.”
6) El espíritu
“De ahí que la Sagrada Escritura llame espíritus a las substancias intelectuales; expresión con que acostumbró llamar a Dios incorpóreo, según aquello de San Juan: Dios es espíritu. Y en la Sabiduría se dice (7,22.23): Hay en ella —en la Sabiduría Divina— un espíritu de inteligencia que percibe todos los espíritus inteligibles.”
“Por estas cosas se excluye el error de los antiguos naturalistas, que afirmaban que no había más substancias que las corpóreas; de donde concluían que el alma era cuerpo, o fuego, o aire, o agua o algo parecido. Opinión que intentaron introducir algunos en la fe cristiana diciendo que el alma es un cuerpo figurado, como se figura o modela un cuerpo exteriormente.”
En el Libro 2º, capítulo L, sostiene Santo Tomás esta tesis:
Las substancias intelectuales son inmateriales
Da Santo Tomás diversos argumentos. Entre ellos estos:
1) El entendimiento conoce las formas y no los compuestos o cuerpos
“La acción de un compuesto de materia y forma no es solo de la forma ni solo de la materia, sino del compuesto. Pero, como la acción se atribuye al ser, y el ser del compuesto es por la forma, luego también el compuesto obra por la forma. Si, pues, la substancia, intelectual estuviese compuesta de materia y forma, el entender se atribuirá al compuesto. Por otra parte, el acto termina en algo semejante al agente; por eso un compuesto generador no engendra una forma, sino otro compuesto. Por consiguiente, si el entender fuera acción del compuesto, este entendería no la forma ni la materia, sino el compuesto. Esto es evidentemente falso. Luego la substancia intelectual no está compuesta de materia y forma.”
2) Si el entendimiento tuviera materia, las formas que recibe harían que el entendimiento pasara a tener la naturaleza de las cosas que conoce
“Las formas de las cosas sensibles tienen en la inteligencia un modo más perfecto de ser que en las mismas cosas sensibles, pues son más simples y se aplican a mayor número de seres; así, la inteligencia, mediante la sola forma del hombre, conoce todos los hombres. Ahora bien, la forma que existe en la materia de un modo perfecto, hace al ser actualmente tal, por ejemplo, fuego, o colorado; si, por el contrario, no le da tal determinación, es por hallarse de modo imperfecto, como está la forma del color en el aire transmisor y la potencia del primer agente en su instrumento. Si, pues, el entendimiento estuviera compuesto de materia y forma, la forma de las cosas cognoscibles haría que el entendimiento tuviese actualmente la misma naturaleza que aquello que conoce. De esto deriva el error de Empédocles, quien decía que el alma conoce el fuego mediante el fuego y la tierra mediante la tierra, y así todo lo demás. Lo cual es evidentemente inconveniente, y, en consecuencia, la substancia inteligente no está compuesta de materia y forma.”
3) Si el entendimiento tuviera materia, las formas de las cosas estarían en él como en sus materias: ininteligibles
“Todo lo que está en otro se ajusta a su modo de ser. Por lo tanto, si el entendimiento está compuesto de materia y forma, las formas de las cosas se hallarán en él materialmente, tal cual se encuentran fuera del alma. Y como fuera del alma no son actualmente inteligibles, tampoco lo serán estando en el entendimiento.”
En el Libro 2º, capítulo LI, Santo Tomás sostiene esta tesis:
La substancia intelectual no es forma material
La demuestra así:
“Demuéstrase por las mismas razones que las naturalezas intelectuales son formas subsistentes y no existentes en la materia como si de esta dependieran en cuanto al ser.”
“Porque las formas que, en cuanto al ser, dependen de la materia, no tienen ellas propiamente el ser, sino los entes compuestos por ellas. Luego, si las naturalezas intelectuales fueran formas como estas, tendrían ser material, cual si estuvieran compuestas de materia y forma.”
“Las formas que no son de suyo subsistentes tampoco de suyo pueden obrar; obran, sin embargo, los (entes) compuestos por ellas. Por lo tanto, si las naturalezas intelectuales fuesen formas como estas, no serían ellas, en consecuencia, las que entendieran, sino los compuestos de ellas y de la materia. De este modo, el ser inteligente estaría compuesto de materia y forma. Esto es imposible, como ya se demostró.”
Lectura IIa
UNIÓN DE ALMA Y CUERPO REFUTACIÓN DE PLATÓN
SANTO TOMÁS DE AQUINO
“…Platón y sus discípulos supusieron que el alma intelectual no se une al cuerpo como la forma a la materia, sino como el motor al móvil, diciendo que el alma está en el cuerpo como el marinero en la nave. Y de este modo la unión del alma con el cuerpo no sería sino por contacto virtual, del cual hablamos anteriormente.”
“Sin embargo, esto parece ser un inconveniente, pues mediante dicho contacto no se hace una unidad esencial, como se demostró. Y como de la unión del alma y el cuerpo resulta el hombre, seguiríase que el hombre no sería uno esencialmente, y, por consiguiente, tampoco ser substancial, sino un ser accidental.” (Suma contra Gentiles, Libro 2, cap. 57).
“Es preciso afirmar que el entendimiento, principio de las operaciones intelectuales, es forma del cuerpo humano. En efecto, lo primero en virtud de lo cual obra un ser es la forma del ser al cual se atribuye la operación; así como lo primero en virtud de lo cual sana el cuerpo es la salud, y lo primero que hace que el alma tenga conocimiento es la ciencia; de ahí que la salud sea una forma para el cuerpo, y la ciencia para el alma. Y la razón de esto es porque ningún ser obra sino en cuanto que está en acto; por consiguiente, obra en virtud de aquello que hace que esté en acto. Ahora bien, es indudable que lo primero que hace que el cuerpo viva es el alma. Y como en los diversos grados de los seres vivientes, la vida se manifiesta por distintas operaciones, lo primero en virtud de lo cual ejecutamos cada una de estas operaciones vitales es el alma. Y, efectivamente, el alma es lo primero en virtud de lo cual nos nutrimos, sentimos, nos movemos localmente; y también es lo primero en virtud de lo cual entendemos. Por tanto, este principio en virtud del cual primeramente entendemos, llámese entendimiento o alma intelectiva, es la forma del cuerpo humano. Tal es la demostración dada por Aristóteles.” (Suma Teológica, 1, q.76, a.1c.).
Lectura IIIa
DECLARACIONES DOGMÁTICAS DE LA IGLESIA SOBRE LA UNIÓN DEL ALMA Y EL CUERPO
“Deploran todos los escritores eclesiásticos que se hayan perdido las actas de este Concilio [el de Viena], porque por ellas se habría conocido mejor la mente que tuvo en sus definiciones; sin embargo no todo se perdió, y en las Clementinas se refieren del mismo Concilio muchas cosas que son de grande importancia. De entre estas, recordemos las que hacen a nuestro asunto, esto es, a la definición dogmática sobre la unión del alma humana con el cuerpo. He aquí las palabras mismas del Concilio como se contienen en la Clementina 1a., que trata de la Santísima Trinidad y de la Fe Católica:”
“Con aprobación del Santo Concilio reprobamos como errónea y enemiga de la verdad de la fe católica, toda doctrina o proposición que temerariamente afirme o ponga en duda que la substancia del alma racional o intelectual no es verdaderamente y per se la forma del cuerpo humano; y definimos que, si alguien en adelante presumiere afirmar, defender o sostener pertinazmente que el alma racional o intelectual no es la forma del cuerpo humano per se y esencialmente, sea tenido por hereje…”
“Y para que no crea el lector que esta doctrina es meramente filosófica y que ninguna o poca relación tiene con los más altos dogmas de la teología revelada, oiga lo que el Concilio presupone antes de definir la dicha unión del alma racional y del cuerpo: “Firmemente apoyados en el fundamento de la fe católica, abiertamente confesamos con la Santa Madre Iglesia: Que el Hijo unigénito de Dios tomó para su persona y desde que estuvo en el tálamo virginal unido a un cuerpo humano pasible, un alma intelectual o racional que per se, verdadera y esencialmente informaba el mismo cuerpo…”
“Citó y confirmó la definición dogmática del Concilio de Viena el V de Letrán (1515) en sesión VIII, Constitución Apostolici regiminis, con estas palabras: “Como en nuestros días se han atrevido algunos a decir de la naturaleza del alma racional que es mortal o que es única en todos los hombres, y algunos, filosofando temerariamente, aseveran que así es, por lo menos según la filosofía; con aprobación del Santo Concilio condenamos y reprobamos a todos los que afirmen que el alma intelectual es mortal o es única en todos los hombres, y a los que ponen en duda estas mismas cosas: siendo que el alma, no solo per se, verdadera y esencialmente es la forma del cuerpo humano, como se contiene en el canon del Papa Clemente V publicado en el Concilio General de Viena, sino que también es inmortal y, según la multitud de los cuerpos en los cuales se infunde, es singularmente multiplicable y multiplicada.” (Nota p, de la obra de Rafael Fernández Concha, Tratado del Hombre en el Orden Psicológico, en el Religioso y en el Social, t. 2, págs. 222-223, Santiago de Chile, Imprenta de Emilio Pérez L., 1900).
Lectura IVa
ESPIRITUALIDAD E INMORTALIDAD DEL ALMA INTELECTIVA (Acerca del Alma, 1, 408,b)
ARISTÓTELES
“El intelecto, por su parte, parece ser —en su origen— una entidad independiente y que no está sometida a corrupción. A lo sumo, cabría que se corrompiera a causa del debilitamiento que acompaña a la vejez, pero no es así, sino que sucede como con los órganos sensoriales; y es que si un anciano pudiera disponer de un ojo apropiado vería, sin duda, igual que un joven. De manera que la vejez no consiste en que el alma sufra desperfecto alguno, sino en que lo sufra el cuerpo en que se encuentra, y lo mismo ocurre con la embriaguez y las enfermedades. La intelección y la contemplación decaen al corromperse algún otro órgano interno, pero el intelecto mismo es impasible. Discurrir, amar u odiar no son, por lo demás, afecciones suyas, sino del sujeto que lo posee en tanto que lo posee. Esta es la razón de que, al corromperse este, ni recuerde ni ame: pues no eran afecciones de aquel, sino del conjunto que perece. En cuanto al intelecto, se trata sin duda de algo más divino e impasible”.3
Lectura Va
NATURALEZA Y DEFINICIÓN DEL ALMA Y SU UNIÓN CON EL CUERPO
ARISTÓTELES
“Quedan explicadas ya las doctrinas transmitidas por nuestros predecesores en torno al alma. Volvamos, pues, de nuevo desde el principio e intentemos definir qué es el alma y cuál podría ser su definición más general.”
“Solemos decir que uno de los géneros de los entes es la entidad [substancia] y que esta puede ser entendida, en primer lugar, como materia —aquello que por sí no es algo determinado—, en segundo lugar, como estructura y forma en virtud de la cual puede decirse ya de la materia que es algo determinado y, en tercer lugar, como el compuesto de una y otra. Por lo demás, la materia es potencia mientras que la forma es entelequia [acto]. Esta, a su vez, puede entenderse de dos maneras, según sea como la ciencia o como el acto de teorizar.”
“Por otra parte y a lo que parece, entidades [substancias] son de manera primordial los cuerpos y, entre ellos, los cuerpos naturales; estos constituyen, en efecto, los principios de todos los demás. Ahora bien, entre los cuerpos naturales los hay que tienen vida y los hay que no la tienen, y solemos llamar vida a la autoalimentación, al crecimiento y al envejecimiento. De donde resulta que todo cuerpo natural que participa de la vida es entidad [substancia], pero entidad [substancia] en el sentido de entidad [substancia] compuesta.”
“Y puesto que se trata de un cuerpo de tal tipo —a saber, que tiene vida— no es posible que el cuerpo sea el alma; y es que el cuerpo no es de las cosas que se dicen [atribuyen] de un sujeto [a un sujeto], antes al contrario, realiza la función de sujeto y materia. Luego el alma es necesariamente entidad [substancia] en cuanto forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida. Ahora bien, la entidad [substancia] es entelequia [acto], luego el alma es acto de tal cuerpo.”
“Pero la palabra “entelequia” [acto] se entiende de dos maneras; una, en el sentido en que lo es la ciencia, y otra, en el sentido en que lo es el teorizar. Es, pues, evidente que el alma lo es como la ciencia; y es que teniendo alma se puede estar en sueño o en vigilia y la vigilia es análoga al teorizar mientras que el sueño es análogo a poseer la ciencia y no ejercitarla. Ahora bien, tratándose del mismo sujeto la ciencia es anterior desde el punto de vista de la génesis, luego el alma es [el acto primero] la entelequia primera de un cuerpo natural que en potencia tiene vida. Tal es el caso de un organismo. También las partes de las plantas son órganos, si bien absolutamente simples, por ejemplo, la hoja es envoltura del pericarpio y el pericarpio lo es del fruto; las raíces, a su vez, son análogas a la boca, puesto que aquellas y estas absorben el alimento. Por tanto, si cabe enunciar algo en general acerca de toda clase de alma, habría que decir que es la entelequia primera [acto primero] de un cuerpo natural organizado [orgánico]. De ahí además que no quepa preguntarse si el alma y el cuerpo son una única realidad, como no cabe hacer tal pregunta acerca de la cera y la figura y, en general, acerca de la materia de cada cosa y aquello de que es materia. Pues si bien las palabras “uno” y “ser” tienen múltiples acepciones, la entelequia [el acto] lo es en su sentido más primordial.”
“Queda expuesto, por tanto, de manera general qué es el alma, a saber, la entidad [substancia] definitoria, esto es la esencia de tal tipo de cuerpo”.
“Supongamos que un instrumento cualquiera —por ejemplo, un hacha— fuera un cuerpo natural: en tal caso el “ser hacha” sería su entidad y, por tanto, su alma, y quitada esta no sería ya un hacha a no ser de palabra”.
Al margen de nuestra suposición es realmente, sin embargo, un hacha: es que el alma no es esencia y definición de un cuerpo natural de tal cualidad que posee en sí mismo el principio del movimiento y del reposo.” (Aristóteles, Acerca del Alma, 412 a-412 b) (Edición de Gredos, traducción de Tomás Calvo Martínez).
3 Tomás Calvo Martínez, traductor y anotador de la edición usada (Gredos, Madrid, 1978), pone a este texto la siguiente nota: “A nuestro juicio, este texto ha de entenderse en conexión con la doctrina propuesta al respecto en el libro “Acerca de la generación de los animales”, II, 3, 736 b 25-9. Allí se afirma —como única hipótesis aceptable respecto de la aparición del intelecto en el hombre— que “solamente el intelecto adviene desde fuera y solo él es divino.” (ed. cit. p. 155, nota 15).